lunes, 18 de julio de 2016

AGUSTINA DE ARAGÓN. UNA HEROÍNA.-






Agustina de Aragón (1786-1857). Su verdadero nombre era: Agustina Raimunda María Saragossa Doménech, nació en Barcelona el 4 de marzo de 1786. Fruto del amor de sus padres, leridanos, del pueblo de Fulleda. Agustina se casó con 16 años, con Juan Roca natural de Figueras, militar destinado en Barcelona. Juan participó en muchas acciones bélicas en la zona de Barcelona, hasta que fue destinado a la guarnición de Zaragoza a la que le acompañó Agustina y el hijo de ambos de tan solo 4 años. 


Fue sin duda "Agustina de Aragón" una de las figuras más representativas de la resistencia del pueblo aragonés contra las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Su popularidad a partir del episodio del Portillo fue enorme, convirtiéndose en el gran símbolo hispano ante el ataque de las tropas napoleónicas, junto a otros muchos héroes de la mitología popular, considerados como los numantinos de los tiempos modernos al decir de Pérez Galdós: Aquellos paisanos medio desnudos, con alpargatas en los pies y un pañuelo arrollado en la cabeza... Agustina nació en Reus, falleciendo en Ceuta a donde se dirigió con el último de sus maridos. 

El 15 de junio de 1808, los franceses forzaron las entradas a la ciudad por la zona de Casablanca, intentando penetrar en Zaragoza entre las puertas del Carmen y del Portillo y en medio de un intenso ataque artillero, cerrándose el cerco por diversos puntos de la ciudad. El gran asalto del 2 de julio se centró, entre otras zonas, en el Portillo, donde la batería allí dispuesta había ido perdiendo uno a uno sus defensores. Fue entonces cuando hizo aparición la heroína "Agustina de Aragón", que tomando la mecha de las manos de un moribundo, disparó el cañón contra los atacantes, consiguiendo su retirada. 


Este hecho de "la artillera" es el que inmortalizó Goya en su serie de los Desastres  de la Guerra, con el grabado titulado ¡Qué valor!, en el que aparece la joven Agustina junto a la pieza de artillería disparada.

Agustina de Aragón significa, ante todo, un nombre más de la resistencia aragonesa ante Napoleón, al que acompañan el cura Sas, el padre Boggiero, el Tío Jorge, la condesa de Bureta, Casta Alvarez, Manuela Sancho... y una enorme lista de héroes anónimos compuesta por militares, campesinos, nobles y burgueses, ancianos y niños que opusieron sus cuerpos al disciplinado y bien pertrechado ejército francés.

Tuvo tanto eco la acción de la jóven Agustina que sólo tenía 22 años, que el propio general Palafox la condecoró y la nombró Artillera con sueldo de 6 reales diarios.

Intervino Agustina en otros episodios de los Sitios de Zaragoza, participando en la lucha por el convento de Jerusalén (y también en el Sitio de Teruel). Su azarosa vida le llevará todavía al Sitio de Tortosa, donde nuevamente fue hecha prisionera, escapándose más tarde.

Su arriesgada participación en la contienda le valió una pensión de 100 reales que le concedió Fernando Vll. Estuvo la heroína unida en matrimonio, primero con un militar, después, al darle por muerto, con el capitán Luis de Talarbe y, por último, con otro hombre de armas, Juan Eugenio Cobo de Belchite.

Falleció Agustina en Ceuta, en el año 1857. En el mismo año el Ayuntamiento zaragozano acordó trasladar su cuerpo, medida que no se llevó a cabo hasta 1870, descansando sus restos primero en el templo del Pilar y después, definitivamente, en la iglesia de Nuestra Señora del Portillo junto a otras heroínas locales Casta Álvarez y Manuela Sancho, mujeres con valentía y coraje que lucharon durante la Guerra de la Independencia.

También hay que destacar el ejemplar comportamiento y valor de María Agustín, la condesa de Bureta, Manuela Sancho y la Madre Rafols, además del general Palafox que declaró la guerra a los franceses y rechazó la rendición que le ofrecía el mariscal francés Lefreve.