La aparición de los smartphones y tabletas ha hecho que la escritura a mano
haya perdido vigencia. Ahora vemos mensajes casi ininteligibles, con faltas de
ortografía, sin vocales, sin tildes, sin haches...
Los riesgos de no escribir a mano son muchos: pérdida de memoria, menor
fluidez de ideas a la hora de redactar, menos capacidad de lectura... Los
expertos en neuroimagen desvelan que el cerebro se activa más cuando se escribe
que cuando se teclea. Además, recomiendan dedicar al menos 15 minutos al día a
esta práctica, puesto que estimula hasta 14 habilidades diferentes, entre
ellas, la organización, la concentración o la atención. Los movimientos que
usamos al trazar las letras dejan una memoria motora en la parte sensoriomotora
del cerebro, creando una conexión entre lo que se escribe y lo que se lee.
Por el momento, no hay ninguna relación directa entre la escritura que hacen los adolescentes a través de las aplicaciones como WhatsApp, Telegram, Facebook, etc., y el hecho de que se puedan cometer un mayor número de faltas de ortografía. Se ha cambiado el formato de la escritura, de lo tradicional a una comunicación escrita que prima lo que se dice y no cómo se dice.
Por el momento, no hay ninguna relación directa entre la escritura que hacen los adolescentes a través de las aplicaciones como WhatsApp, Telegram, Facebook, etc., y el hecho de que se puedan cometer un mayor número de faltas de ortografía. Se ha cambiado el formato de la escritura, de lo tradicional a una comunicación escrita que prima lo que se dice y no cómo se dice.
¿Qué es escribir bien?
Pero, ¿qué se considera escribir bien? Escribir bien consiste en redactar
frases que tienen sujeto, verbo y predicado; usar tiempos verbales; resumir,
mostrar de qué se está escribiendo y de qué no; que el texto tenga un comienzo,
un desarrollo y un final... Sin embargo, los errores de ortografía,
concordancia y sintaxis son las carencias gramaticales más comunes entre los
españoles.
Entonces, ¿por qué escribimos peor? "Creemos que esto se debe a una
falta de lectura del alumnado, un menor interés por la corrección léxica, la
inmediatez de los mensajes en las redes sociales y la corrección automática de
los dispositivos digitales", según indica Taissa Queizán Angell, profesora
de los Grados en Educación Infantil y Primaria de la Universidad Francisco de
Vitoria.
El aula conectada
En España, las universidades han notado un incremento del uso de los
dispositivos digitales en clase. Aún no han contabilizado cuántos hay, pero se
nota un aumento mayor en las universidades privadas, que en las públicas.
Ordenadores portátiles, y en los últimos años, tablets. "Estos
dispositivos permiten tomar apuntes y buscar información al instante. Son de
gran ayuda en aquellas clases que no se basan únicamente en la lección
expositiva, para realizar trabajos en grupo y desarrollar proyectos. Sin
embargo, el riesgo está en las distracciones que llevan consigo estos
dispositivos: redes sociales, chats, mensajes instantáneos... Además, los
expertos indican que quienes toman apuntes con ordenador tienen en la pantalla
algo que no guarda relación con la clase durante un 40% del tiempo.
Uso de smartphones
Otro dato a tener en cuenta es que el 20% de los docentes (de todas las
etapas educativas) utiliza sus teléfonos móviles y tabletas para impartir clase
y un 80% permite a sus alumnos utilizar estos dispositivos en el aula y siempre
con fines educativos. "Lo importante es que los alumnos centren la
atención al tomar apuntes, independientemente del soporte en que lo hagan. Agustín
de la Herrán Gascón, de la Universidad Autónoma de Madrid, diferencia la manera
de tomar apuntas según los cursos, "en primero es más frecuente que los
tomen con bolígrafo y cuaderno o papeles sueltos, y en cursos de máster se ven
más dispositivos digitales". En contraposición, desde la escuela de
negocios Eseune, afirman que "hay diferencias con la edad de los alumnos:
los más jóvenes con edades entre los 22 y 26 años, apenas toman notas en papel.
Los mayores (de entre 30 y 45 años) siguen prefiriendo el papel".
Algunos neurocientíficos hacen hincapié en la importancia de la escritura
cursiva para mejorar el desarrollo del cerebro, las habilidades motoras, el
autocontrol e incluso la dislexia. Tomar apuntes a mano requiere un procesamiento
cognitivo más exigente que escribir en un dispositivo digital de manera
automática. Además, cogiendo notas con el ordenador portátil o con la tableta,
la persona se implica menos en la escucha y retiene peor.