martes, 10 de noviembre de 2020

HISTORIA DE LAS MINAS DE CARBÓN DE RILLO (TERUEL).-

 



 


           Rillo  es una población que dista 49 kms de Teruel, situado entre las Sierras de Lidón y Costera a 1269 metros de altitud. Tiene a Son del Puerto como aldea de Rillo y cuenta con una población de 104 habitantes, pertenece a la mancomunidad del Altiplano, dentro de la comarca Comunidad de Teruel. Rillo se encuentra situado a 7 km del municipio de Pancrudo y a 3 km del municipio de Fuentes Calientes.

          Se accede a estas instalaciones de las minas por la pista que arranca en el kilómetro 10 de la carretera A-1510, en dirección a Pancrudo, desde Rillo.

            Las minas de carbón de Rillo cuentan con una larga y dilatada historia. Sus primeras explotaciones se establecieron a comienzos del siglo XX, siendo vecinos de esta pequeña localidad turolense sus primeros propietarios. En 1914 se hará cargo de las mismas la recién creada sociedad “Minas de Carbón de Rillo”, cuyo principal punto de extracción fue la mina San Joaquín. Contó esta mina con un plano inclinado de 60 metros de profundidad, que las constantes inundaciones y la mala administración de la empresa conducirían a su cierre sobre 1925.



Fue precisamente en este pozo dónde ocurrió un grave accidente en el año 1919, que causó siete víctimas mortales. Entre los heridos graves se encontraba el ingeniero Federico Mayböll, director de la explotación, quien resultó afectado durante la visita de inspección, nada más ocurrir la tragedia. Según la crónica de los hechos, publicada en Revista Minera, no ocurrieron más desgracias “gracias a la energía del segundo vigilante, que revólver en mano impidió que entraran otros valientes obreros para ver de auxiliar a sus compañeros”. El causante de tal suceso no fue otro que el óxido de carbono.

 

Otra compañía, la Sociedad Minero-Turolense emprendió en aquella misma época ciertos trabajos de importancia, que fueron abandonados al poco tiempo y por las mismas causas. Tras un periodo de inactividad, retomaría los trabajos de extracción Victoriano Pascual, en una concesión de 16 hectáreas. Las constantes dificultades planteadas por las abundantes aguas subterráneas, unidas a la escasa capacidad económica de su propietario para hacer frente a tales problemas, llevaban al cierre de los minados al poco tiempo de su laboreo, para emprender otros nuevos, con el consiguiente riesgo que tales operaciones conllevaban. Pascual sería el único explotador de aquel grupo en 1936, quien lógicamente vio interrumpidos sus trabajos durante la Guerra Civil.



 

Una vez finalizada la contienda, ya en 1940, la empresa valenciana de aguas potables Omnium Ibérico se hizo cargo de algunas de las antiguas labores, titulándolas Mina La Compañía y Mina Amparo. Explotó cuatro capas e instaló para ello un castillete de madera sobre un pozo vertical de 250 metros de profundidad y 3´50 metros de diámetro, en el que se realizaron dos niveles, el primero a 83 metros y el segundo a 123, alcanzando las capas mediante transversales de 67 y 80 metros respectivamente. También se perforó un pocillo de ventilación de dos metros de diámetro que alcanzó el nivel 83, a seis metros de la capa primera en dicho nivel. El desagüe, principal problema de aquellas minas, se efectuaba mediante dos bombas centrífugas de 20 HP cada una, instaladas en una sala del nivel 121. El avance de galerías se hacia mediante martillos perforadores, y el arranque del carbón con martillos picadores neumáticos. Para el servicio del pozo se emplearon dos jaulas accionadas por motores eléctricos, cuya energía provenía de la Central Eléctrica propia, de 300 HP, cuyas calderas eran alimentadas con menudos, existiendo además un grupo de reserva de gas pobre de 60 HP, para asegurar el desagüe.

Todas estas instalaciones mineras se vieron completadas con un poblado dotado de viviendas para obreros, iglesia, escuela, talleres de carpintería y mecánica, oficinas, etc. Se contaba también con economato, botiquín y brigada de salvamento.

 


El carbón se transportaba mediante camiones propios, cargados a mano en un principio y mediante tolvas algo más tarde, hasta la estación de ferrocarril de Teruel, y por aquella fecha se pensaba en levantar una central térmica de 15.000 kilowatios en el término municipal de Villalba Alta, junto al río Alfambra, estando prevista la instalación de tres calderas de 5.000 kilowatios cada una y una central de transformación de 6.600 voltios a 66.000 o 132.000 voltios. Se pretendía llevar el combustible hasta la central mediante un cable aéreo de 10 kilómetros con capacidad para transportar 24 toneladas de carbón diarias. Sin embargo, el grupo minero cerraría en 1949 sin que ninguno de estos proyectos llegara a realizarse.



Las otras minas, pertenecientes a Ramón Buj (mina Victoriano y Amalia 2ª) serían vendidas en 1958 a Gregorio Lancis, así como también las de Aurelio Buj (Coto Minero de Rillo), quien las unificaría en un solo coto minero, explotándolas hasta 1963, fecha en la que pasaron a ser propiedad de Minas e Industrias de Aliaga, filial de Eléctricas Reunidas de Zaragoza, para finalmente ser transferidas a esta última hasta su cierre definitivo, acaecido en 1974. Los intereses de esta empresa estaban centrados desde 1968 en el Coto San Rafael, muy próximo a estas viejas minas y que luego pasarían a pertenecer a SAMCA hasta que fueron cerradas en 1982, acabando así toda la actividad minera en Rillo.



 


 

lunes, 2 de noviembre de 2020

LAS CUEVAS DE CRISTAL DE MOLINOS (TERUEL). FOTOS.-

 



En la comarca turolense del maestrazgo se encuentra la localidad de Molinos, tiene 235 habitantes y son dignos de reseñar los museos que se encuentran en el pueblo.

También es importante citar el impresionante barranco de San Nicolás que se sitúa en la entrada al pueblo y dibuja un paisaje único, combinado con algunas de sus calles empinadas debido a la superficie abrupta del lugar, hacen de este pueblo un sitio que no se puede dejar de visitar.



En su término municipal se encuentran las Cuevas de Cristal. En la carretera de Teruel a Alcañiz y unos nueve kilómetros antes de llegar a Alcorisa sale a nuestra derecha una carretera que atraviesa el pueblo de Berge y posteriormente llega al pueblo de Molinos. Ya desde Alcorisa está señalizado el camino hacia las grutas, muy cercano al núcleo urbano de Molinos.

Son una de las cavidades más espectaculares a nivel del desarrollo de precipitaciones de carbonatos (estalactitas, estalagmitas, columnas, cortinas, cascadas, etc), formaciones arborescentes y excéntricas que adoptan las más variadas direcciones, colores y cristalizaciones que hacen merecedora a la cueva del nombre por la que se le conoce: Cuevas de Cristal.


Destaca la gran profusión de extrañas estalactitas (de crecimiento vertical). La boca de acceso está a 970 m sobre el nivel del mar, tiene un desnivel de 24 m y una planta visitable de 620 m de longitud.