jueves, 5 de julio de 2012

LA VAQUILLA DEL ÁNGEL DE TERUEL.



       Las fiestas del ángel custodio están dedicadas al Santo Angel, patrono de la ciudad de Teruel y  rememoran la legendaria fundación de Teruel por parte de unos caballeros aragoneses tras tomar la fortaleza musulmana a la que les condujo un toro bravo. El festejo más popular es el toro ensogado, que corre por las calles entre los quiebros de los mozos, especialmente el del lunes. Pero sobre todo, es una fiesta popular y callejera, con actuaciones, bailes, jotas, dances, tracas de fuegos artificiales y vaquillas.

      En esta tierra   se le rinde culto anual en las fiestas de “la Vaquilla del Angel” al torico, que  se convierte en el protagonista de la vida turolense, un toro al que no se agrede, un toro al que no se daña, porque lo que importa no es acabar con su vida, sino afirmar la propia, demostrarse a sí mismo no ser menos; superar en bravura, destreza, fuerza y poder a esa fuerza de la naturaleza .

        En el curso de estos días, con los toros sueltos por las calles, los turolenses corren, persiguen, burlan y recortan, evitando la embestida de la fiera y, el ápice del riesgo y en la linde de la muerte, afirman estar vivos y proclaman su alegría de existir. Contemplar ese espectáculo acodado en una empalizada, en el alféizar de una ventana, o desde lo alto de un balcón, aboca a un abismo que nos enfrenta al más remoto pasado.

        Los  jóvenes que muestran su rebeldía enfrentándose al mito de la fuerza del toro, burlar al toro es librarse de su poder y de su fascinante hechizo.

                                       ORÍGENES DE LA VAQUILLA DEL ÁNGEL.-    


         La fiesta de los toros ha estado muy arraigada en Teruel desde los orígenes de esta ciudad. En el Libro Verde ya se relaciona a Teruel con el mito del toro. Varios son los testimonios sobre las fiestas de toros que dieron como resultado la Vaquilla del Ángel.

        Según Jaime Caruana, el 18 de junio de 1397 el rey Martín I el Humano, con motivo de su visita a la ciudad de Teruel, fue agasajado  con bailes, música, vino y un par de toros bravos que se corrieron por las calles turolenses. Los albaranes de la compra de dichos toros, con fecha 11 de junio de1397, todavía se conservan en el Archivo Municipal. Tal hecho bien pudo ser un precedente histórico de la actual Vaquilla, pues los tres ingredientes básicos no han cambiado.

        Todo parece indicar  que el origen de la Vaquilla se remonta a la Edad Media ya que todas las fiestas taurinas celebradas en Teruel durante los siglos XIII, XIV y XV ponen de manifiesto el gran arraigo de las mismas en esta ciudad desde los primeros siglos de su historia.

       Ramón Navarro, en su libro “Cincuenta años fiel a una afición”, expone: La fiesta, tal como hoy la celebramos, bajo el amparo del Santo Ángel de la Guarda, arranca de finales del siglo XIV merced a una donación hecha por el venerable Francés de Aranda (1356-1441) con el fin de que la carne de los toros corridos fuera a remediar el hambre de los pobres, repartiéndola preferentemente en los hospitales y entre los presos de las cárceles”. Las reses bravas, costeadas con la donación del ya mencionado Francés de Aranda y procedentes de una ganadería cercana a la capital, eran transportadas atadas con fuertes maromas a fin de evitar que se desmandaran. En su traslado, la gente que se encontraba por las calles de los distintos lugares por donde pasaban, amparados en la seguridad de las maromas, encontraba un aliciente emocional provocando a los astados. Los que conducían los toros aflojaban la cuerda, para que pudieran avanzar y asustar a la gente.

        En 1522, la festividad del Ángel Custodio, que se celebraba desde antaño el 2 de octubre, se trasladó al 6 de julio con el fin de dar realce a una fiesta que empezaba a tener mayor importancia. Los datos sobre este traslado de la fiesta se conservan en un misal gótico de la Diócesis de Zaragoza. Según la tradición  la Vaquilla del Ángel debe celebrarse el segundo domingo después de San Pedro (29 de junio), o el más próximo a San Cristóbal (10 de julio), pues así queda reflejado en el Libro Verde: “El segundo domingo después del día de San Pedro es el Ángel Custodio, hace fiestas la ciudad y las vísperas se dice una Salve a las seis horas de la tarde. Con la música córrese un toro, el cual tienen obligación de dar los carniceros”.



        Los primeros documentos en los que se habla de “La Fiesta del Ángel Custodio”, ya como algo tradicional, datan de los albores del siglo XVII, cuando en un escrito religioso se da cuenta de los honorarios de la misa, lo que queda ratificado en el libro de actas del Ayuntamiento, que hace referencia a las fiestas de 1621. Otra fecha interesante de este mismo siglo es la del 31 de agosto de 1679, cuando la ciudad de Teruel celebró con un toro ensogado la fiesta del casamiento del monarca Carlos II con María Luisa de Orleáns.

        Según Cosme Blasco, otra tradición que existió en Teruel era la siguiente: “ En el llano de San Cristóbal existía una ermita dedicada al mencionado santo, donde acudían los turolenses en romería y se corría un toro embolado llamado “Toro de la Ciudad”. En el siglo XVIII, una rica dama turolense, inspirada en la tradición de correr toros y celebrar las fiestas del Ángel custodio, tuvo a bien elegir la fiesta del Ángel para obsequiar todos los años a la ciudad con un par vaquillas o toros que eran corridos por la plazoleta de la Catedral, calles adyacentes y plaza del Mercado.

       Hasta 1880 dos fueron los toros que conformaban la corrida de la tarde del domingo y el lunes, siguiendo el ritual de que al menos uno de los dos toros había que llevarlo a dar lo que se llamaba la Vuelta del Ángel, la cual consistía en correr cada toro enmaromado saliendo del Mercado por la calle de los Amantes y pasando por la calle de la Constitución devolverlo al Mercado por la calle de la Pescadería. A esta fiesta se le adjudicó el nombre de La Vaca del Ángel. A partir de 1880, cuando esta dama ya no pudo costear el festejo el Ayuntamiento se hizo cargo del mismo. Junto a este festejo taurino, los otros actos festivos que se celebraron  fueron: la Salve de la víspera y la misa solemne del domingo.

         A partir de 1880, para conseguir el dinero de los toros, se empezó a celebrar lo que se llamó La Corrida de la Vaquilla del Ángel, lo que hoy es la actual merienda del domingo en la plaza de toros. Se siguieron comprando dos toros, de lo cual se encargaba la Comisión de Carnes, que actuaba como gestora de la fiesta. Esta comisión, integrada por los carniceros, se ocupaba de la subasta de las pieles y carnes, y de llevar la cuerda de los toros ensogados. La corrida de la Vaquilla del Ángel se realizaba el domingo por la tarde y en ella participaban novilleros en la lidia de los toros, que una vez toreados eran devueltos al corral. Para recaudar dinero para este festejo se introdujo la subasta de los palcos y una entrada simbólica para el resto del público. 

Hasta el año 1928 los toros ensogados eran trasladados por el puente de la Reina (primero uno y luego otro) desde la antigua plaza de toros (que se encontraba en el solar de la actual iglesia de San León Magno) hasta el corral de la Vaquilla o corral de Aguilar en la plaza del Seminario. Por la tarde se sacaban ensogados en la plaza del Mercado (Torico) y una vez devueltos al corral, se realizaba un descanso-merienda en la plaza del Seminario.

           En 1908, el Ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva, prohibió a la ciudad correr las vaquillas ensogadas por calles y plazas durante las fiestas del Ángel como consecuencia del maltrato que se propinaba a las reses. Algunos años más tarde la fiesta volvió a ser restaurada pero a principios de los años veinte de nuevo cayó en los excesos y a punto estuvo de ser abolida nuevamente. 

               En 1927, el general Primo de Rivera dictó la orden de suprimir la fiesta. Aquel año sí que tuvo que intervenir la fuerza pública, pues los turolenses se resistían a acatar la orden. Tres fueron los años que Teruel se quedó sin las Vaquillas, hasta que por fin el ministro de la Gobernación Miguel Maura permitió reanudar las fiestas en el año 1931, que esta vez sí que fueron más respetadas por los turolenses. 

          Durante la Guerra Civil la Vaquilla sufrió de nuevo un paréntesis. Finalizado el enfrentamiento volvió a resurgir la fiesta en el año 1941, pero esta vez con más fuerza e impulsada por unas peñas vaquilleras creadas para tal fin que son las que animaron calles y plazas. El número de toros fue aumentado a tres en 1945 y a cuatro en 1949, los mismos que se corren actualmente durante la tarde del lunes desde la Nevera hasta la plaza del Torico.

         Entre los años 1940 y 1950 aparecieron las primeras peñas vaquilleras, que fueron las encargadas de tomar las riendas de la fiesta. A partir de estos años el  grupo de Soga y Baga va tomando fuerza,  y se confeccionó el Reglamento Regulador de Soga y Baga de la Vaquilla del Ángel. Este  Reglamento fue aprobado por el Pleno del Ayuntamiento de Teruel en la sesión celebrada el día 25 de febrero de 1992.

           Llegados al año 1965, se unen las Ferias y Fiestas de San Fernando con los festejos de julio. En 1967 se funda la Asociación Turolense de Peñas Vaquilleras, que sólo tuvo dos años de existencia, y se suman algunos actos para dar mayor realce a la fiesta: el Toque del Campanico (que ya existía antes), la suelta de toros y vaquillas en la plaza de toros.

        En el año 1985 se inauguró el monumento a la Vaquilla del Ángel (obra del escultor turolense José Gonzalvo) y se recuperó el himno a la Vaquilla del Ángel con letra de Antonio Ubé y música de Antón García Abril. Por estos años nació también la Asociación Cultural Interpeñas la cual ha trabajado incansablemente por la fiesta hasta el día de hoy, incorporándole diferentes actos culturales: la Vaquilla infantil del lunes por la mañana, el nombramiento del Vaquillero del año, la colocación del pañuelo vaquillero al torico en la tarde del sábado…



         El Ángel y el Toro son los símbolos de nuestra fiesta, las peñas el colorido y la animación, pero la última palabra la tiene siempre el corazón del vaquillero.




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