Las fiestas del ángel custodio están dedicadas
al Santo Angel, patrono de la ciudad de Teruel y rememoran la legendaria fundación de Teruel
por parte de unos caballeros aragoneses tras tomar la fortaleza musulmana a la
que les condujo un toro bravo. El festejo más popular es el toro ensogado, que
corre por las calles entre los quiebros de los mozos, especialmente el del
lunes. Pero sobre todo, es una fiesta popular y callejera, con actuaciones,
bailes, jotas, dances, tracas de fuegos artificiales y vaquillas.
En esta tierra se le rinde culto anual en las fiestas de “la Vaquilla del Angel” al
torico, que se convierte en el
protagonista de la vida turolense, un toro al que no se agrede, un toro al que
no se daña, porque lo que importa no es acabar con su vida, sino afirmar la
propia, demostrarse a sí mismo no ser menos; superar en bravura, destreza,
fuerza y poder a esa fuerza de la naturaleza .
En el curso de estos días, con los toros sueltos por las calles, los
turolenses corren, persiguen, burlan y recortan, evitando la embestida de la
fiera y, el ápice del riesgo y en la linde de la muerte, afirman estar vivos y
proclaman su alegría de existir. Contemplar ese espectáculo acodado en una
empalizada, en el alféizar de una ventana, o desde lo alto de un balcón, aboca
a un abismo que nos enfrenta al más remoto pasado.
Los jóvenes que muestran su
rebeldía enfrentándose al mito de la fuerza del toro, burlar al toro es
librarse de su poder y de su fascinante hechizo.
ORÍGENES DE LA VAQUILLA DEL ÁNGEL.-
La fiesta de los toros ha estado muy
arraigada en Teruel desde los orígenes de esta ciudad. En el Libro Verde ya se
relaciona a Teruel con el mito del toro. Varios son los testimonios sobre las
fiestas de toros que dieron como resultado la Vaquilla del Ángel.
Según Jaime Caruana, el 18 de
junio de 1397 el rey Martín I el Humano, con motivo de su visita a la ciudad de
Teruel, fue agasajado con bailes, música, vino y un par de toros bravos
que se corrieron por las calles turolenses. Los albaranes de la compra de
dichos toros, con fecha 11 de junio de1397, todavía se conservan en el Archivo
Municipal. Tal hecho bien pudo ser un precedente histórico de la actual
Vaquilla, pues los tres ingredientes básicos no han cambiado.
Todo parece indicar que el origen de la Vaquilla se remonta a la Edad Media ya que todas
las fiestas taurinas celebradas en Teruel durante los siglos XIII, XIV y XV
ponen de manifiesto el gran arraigo de las mismas en esta ciudad desde los
primeros siglos de su historia.
Ramón Navarro, en su libro
“Cincuenta años fiel a una afición”, expone: La fiesta, tal como hoy la
celebramos, bajo el amparo del Santo Ángel de la Guarda, arranca de finales
del siglo XIV merced a una donación hecha por el venerable Francés de Aranda
(1356-1441) con el fin de que la carne de los toros corridos fuera a remediar
el hambre de los pobres, repartiéndola preferentemente en los hospitales y
entre los presos de las cárceles”. Las reses bravas, costeadas con la donación
del ya mencionado Francés de Aranda y procedentes de una ganadería cercana a la
capital, eran transportadas atadas con fuertes maromas a fin de evitar que se
desmandaran. En su traslado, la gente que se encontraba por las calles de los distintos
lugares por donde pasaban, amparados en la seguridad de las maromas, encontraba
un aliciente emocional provocando a los astados. Los que conducían los toros
aflojaban la cuerda, para que pudieran avanzar y asustar a la gente.
En 1522, la festividad del Ángel
Custodio, que se celebraba desde antaño el 2 de octubre, se trasladó al 6 de
julio con el fin de dar realce a una fiesta que empezaba a tener mayor
importancia. Los datos sobre este traslado de la fiesta se conservan en un
misal gótico de la Diócesis
de Zaragoza. Según la tradición la Vaquilla del Ángel debe
celebrarse el segundo domingo después de San Pedro (29 de junio), o el más
próximo a San Cristóbal (10 de julio), pues así queda reflejado en el Libro
Verde: “El segundo domingo después del día de San Pedro es el Ángel Custodio,
hace fiestas la ciudad y las vísperas se dice una Salve a las seis horas de la
tarde. Con la música córrese un toro, el cual tienen obligación de dar los
carniceros”.
Los primeros documentos en los
que se habla de “La Fiesta
del Ángel Custodio”, ya como algo tradicional, datan de los albores del siglo
XVII, cuando en un escrito religioso se da cuenta de los honorarios de la misa,
lo que queda ratificado en el libro de actas del Ayuntamiento, que hace
referencia a las fiestas de 1621. Otra fecha interesante de este mismo siglo es
la del 31 de agosto de 1679, cuando la ciudad de Teruel celebró con un toro
ensogado la fiesta del casamiento del monarca Carlos II con María Luisa de
Orleáns.
Según Cosme Blasco, otra
tradición que existió en Teruel era la siguiente: “ En el llano de San
Cristóbal existía una ermita dedicada al mencionado santo, donde acudían los
turolenses en romería y se corría un toro embolado llamado “Toro de la Ciudad”. En el siglo XVIII,
una rica dama turolense, inspirada en la tradición de correr toros y celebrar
las fiestas del Ángel custodio, tuvo a bien elegir la fiesta del Ángel para
obsequiar todos los años a la ciudad con un par vaquillas o toros que eran
corridos por la plazoleta de la
Catedral, calles adyacentes y plaza del Mercado.
Hasta 1880 dos fueron los toros que
conformaban la corrida de la tarde del domingo y el lunes, siguiendo el ritual
de que al menos uno de los dos toros había que llevarlo a dar lo que se llamaba
la Vuelta del
Ángel, la cual consistía en correr cada toro enmaromado saliendo del Mercado
por la calle de los Amantes y pasando por la calle de la Constitución
devolverlo al Mercado por la calle de la Pescadería. A esta
fiesta se le adjudicó el nombre de La
Vaca del Ángel. A partir de 1880, cuando esta dama ya no pudo
costear el festejo el Ayuntamiento se hizo cargo del mismo. Junto a este
festejo taurino, los otros actos festivos que se celebraron fueron: la Salve de la víspera y la misa solemne del
domingo.
A partir de 1880, para conseguir
el dinero de los toros, se empezó a celebrar lo que se llamó La Corrida de la Vaquilla del Ángel, lo
que hoy es la actual merienda del domingo en la plaza de toros. Se siguieron
comprando dos toros, de lo cual se encargaba la Comisión de Carnes, que
actuaba como gestora de la fiesta. Esta comisión, integrada por los carniceros,
se ocupaba de la subasta de las pieles y carnes, y de llevar la cuerda de los
toros ensogados. La corrida de la
Vaquilla del Ángel se realizaba el domingo por la tarde y en
ella participaban novilleros en la lidia de los toros, que una vez toreados
eran devueltos al corral. Para recaudar dinero para este festejo se introdujo
la subasta de los palcos y una entrada simbólica para el resto del público.
Hasta el año 1928 los toros ensogados eran trasladados por el puente de la Reina (primero uno y luego
otro) desde la antigua plaza de toros (que se encontraba en el solar de la
actual iglesia de San León Magno) hasta el corral de la Vaquilla o corral de
Aguilar en la plaza del Seminario. Por la tarde se sacaban ensogados en la
plaza del Mercado (Torico) y una vez devueltos al corral, se realizaba un
descanso-merienda en la plaza del Seminario.
En 1908, el Ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva, prohibió a la
ciudad correr las vaquillas ensogadas por calles y plazas durante las fiestas
del Ángel como consecuencia del maltrato que se propinaba a las reses. Algunos
años más tarde la fiesta volvió a ser restaurada pero a principios de los años
veinte de nuevo cayó en los excesos y a punto estuvo de ser abolida
nuevamente.
En 1927, el general Primo
de Rivera dictó la orden de suprimir la fiesta. Aquel año sí que tuvo que
intervenir la fuerza pública, pues los turolenses se resistían a acatar la
orden. Tres fueron los años que Teruel se quedó sin las Vaquillas, hasta que
por fin el ministro de la
Gobernación Miguel Maura permitió reanudar las fiestas en el
año 1931, que esta vez sí que fueron más respetadas por los turolenses.
Durante la Guerra Civil la Vaquilla sufrió de nuevo
un paréntesis. Finalizado el enfrentamiento volvió a resurgir la fiesta en el
año 1941, pero esta vez con más fuerza e impulsada por unas peñas vaquilleras
creadas para tal fin que son las que animaron calles y plazas. El número de
toros fue aumentado a tres en 1945 y a cuatro en 1949, los mismos que se
corren actualmente durante la tarde del lunes desde la Nevera hasta la plaza del
Torico.
Entre los años 1940 y 1950
aparecieron las primeras peñas vaquilleras, que fueron las encargadas de tomar
las riendas de la fiesta. A partir de estos años el grupo de Soga y Baga
va tomando fuerza, y se confeccionó el
Reglamento Regulador de Soga y Baga de la Vaquilla del Ángel. Este Reglamento fue aprobado por el Pleno del
Ayuntamiento de Teruel en la sesión celebrada el día 25 de febrero de 1992.
Llegados al año 1965, se unen
las Ferias y Fiestas de San Fernando con los festejos de julio. En 1967 se
funda la Asociación
Turolense de Peñas Vaquilleras, que sólo tuvo dos años de
existencia, y se suman algunos actos para dar mayor realce a la fiesta: el
Toque del Campanico (que ya existía antes), la suelta de toros y vaquillas en
la plaza de toros.
En el año 1985 se inauguró el
monumento a la Vaquilla
del Ángel (obra del escultor turolense José Gonzalvo) y se recuperó el himno a la Vaquilla del Ángel con
letra de Antonio Ubé y música de Antón García Abril. Por estos años nació
también la
Asociación Cultural Interpeñas la cual ha trabajado
incansablemente por la fiesta hasta el día de hoy, incorporándole diferentes
actos culturales: la Vaquilla
infantil del lunes por la mañana, el nombramiento del Vaquillero del año, la
colocación del pañuelo vaquillero al torico en la tarde del sábado…
El Ángel y el Toro son los símbolos
de nuestra fiesta, las peñas el colorido y la animación, pero la última palabra
la tiene siempre el corazón del vaquillero.
ME PARECE UNA BUENA HISTORIA DE LA VAQUILLA. BUEN TRABAJO.
ResponderEliminarMuy interesante y documentado el artículo.
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