Con la llegada de la navidad se acerca la época del
despilfarro y del consumismo por excelencia. El nivel de consumo está
produciendo un grave deterioro en el entorno y lleva asociado, además, la
explotación de seres humanos, y la insatisfacción de todas aquellas personas
que, metidas en la espiral consumista, nunca ven satisfecho su deseo de poseer
más bienes.
Noche de Paz, Noche de Amor. ¿Acaso al brindar con sidra y
cava a la medianoche nos acordamos de los más desprotegidos y vulnerables ?. El
nacimiento de Belén que cambió la historia del mundo, nos tiene que hacer hacer
reflexionar sobre los excesos que cometemos en los tiempos que nos toca vivir.
Las fiestas navideñas están perdiendo su sentido
espiritual y humano, y han desembocado en un consumismo exacerbado. Sabemos que
es difícil cambiar las pautas de consumismo que se radicalizan los últimos días
del calendario anual, pues la televisión nos invade con sus propuestas
consumistas y los supermercados y grandes superficies adornan sus locales (cada
año más temprano por cierto) con llamativas luces y carteles.
Con el fin de volver la vista
atrás y recuperar el verdadero “Espíritu de la Navidad” os propongo una serie
de consejos para pasar unas alegres navidades:
No despilfarrar energía. El consumo de electricidad
supone graves problemas ambientales. Se puede hacer un uso racional reduciendo
la compra de productos superfluos e innecesarios para cuya fabricación hace
falta mucha energía, o con algo tan sencillo como la utilización de bombillas
de bajo consumo y electrodomésticos eficientes y útiles.
También es importante utilizar
el transporte colectivo, con lo que no sólo se ahorra energía sino que se evita
la contaminación acústica y atmosférica.
Cuando se compran juguetes conviene no olvidar que
tienen que ser algo instructivo y pedagógico, por eso es importante no regalar
juguetes bélicos o sexistas.
La comida precocinada implica más envasado y consumo
de energía. Los productos frescos, de temporada o menos elaborados resultan más
baratos, más sabrosos y tienen menos aditivos.
Es importante comprar en las
tiendas del barrio. Las grandes superficies comerciales son muy dependientes de
un modelo de transportes enormemente devorador de energía, y además suponen
unas condiciones laborales injustas para muchas personas. Hay tiendas donde se
pueden obtener productos con garantías de que han sido producidos de manera
ecológica y pagando un precio digno a los productores, son las tiendas de
comercio justo.
También es imprescindible no comprar pieles, ni cosméticos
que usen animales para su experimentación.
Cuando vea los anuncios publicitarios en la TV
ambientados en la Navidad, trate de descubrir el mensaje consumista y discernir
con criterio.
Hay que racionalizar la propuesta gastronómica.
Comprar la comida que realmente vaya a consumir.
Intentar comprar productos que no sufran aumentos en
esta época del año.
No gastar más allá de su capacidad económica. Evite
endeudarse.
Evitar comprar juguetes con pilas. Estas son altamente
contaminantes y suelen tener escasa vida útil.
En vez de comprar bebidas refrescantes, se pueden
hacer los zumos en casa. Son mucho más sanos y económicos. Si se prefieren los
refrescos, hay que tratar de conseguirlos en envases de vidrio, pues es
reutilizable.
No comprar pinos o abetos arrancados de su hábitat
natural.
En el momento de hacer las compras hay que elegir
productos pensando en los residuos que va a generar. Evitando, por ejemplo,
envoltorios en plástico, botellas desechables, bandejas de corcho blanco, etc.
En definitiva, os invitamos a la moderación y
responsabilidad en vuestros estilos de consumo para esta Navidad. Porque para
pasar unos días felices con toda la familia, no hace falta nacer ningún
dispendio económico.
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