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lunes, 15 de abril de 2013

CINCO CONSEJOS PARA QUE TU JEFE NO SEPA TODO DE TÍ.-


NO SEPA 



­­Por muy harto que puedas estar de él o por buena que sea la relación, no olvides que no es tu amigo... Es tu jefe. Aquí van algunos consejos para que nunca traspases ciertos límites y asegures la vida profesional. Crea un espacio de seguridad y toma precauciones.
                                                                                                                                                                                                                                                 

          En más de una ocasión te habrás preguntado cuáles son las ventajas de socializar con tu jefe más allá del horario de oficina. Los expertos aseguran que esta socialización, bien entendida, permite obtener beneficios cuando se trata de hacer equipo. Repercute en el compromiso y en la productividad, y esto, finalmente, incide directamente en la cuenta de resultados de la compañía.

         También estarás preocupado acerca de cuáles son los peligros de esta socialización, de que tu superior pueda saber demasiado acerca de tí y pueda utilizar esa información en tu contra.
Hay quien piensa que no está de más crear espacios para tener conversaciones difíciles. Pero debes tener cuidado. Es indudable que existen aspectos de tu vida que es mejor que tu jefe no conozca, y hay cosas que nunca debes decirle.

          Por supuesto, dejaremos aparte lo obvio: aquellas cuestiones sobre las que nunca te podrán preguntar en una entrevista de trabajo y mucho menos después, cuando ya hayas conseguido el puesto: creencias religiosas, afiliación política, extracción social, si eres de buena familia, cuánto gana tu pareja, orientación sexual, si padeces algún tipo de enfermedad...

               1. Nunca le cuentes a tu jefe lo que haces durante tu tiempo libre; si has salido por la noche; si has quedado con amigos; o si has estado ayudando a uno de tus hijos a estudiar para un examen... No debería interesarle y no tiene por qué saberlo.
      Cuidado con lo que pones en Facebook o en Twitter, sobre todo si se te ha ocurrido agregarle y sabes que puede vigilarte en las redes sociales. Es obvio, pero nunca le critiques a él o a tu empresa en las redes sociales. Insultar es una temeridad.
No se trata sólo de colgar fotos o hacer comentarios subidos de tono o inapropiados. Hay quien, creyendo que hace un uso adecuado de las redes, asume un altísimo riesgo profesional.
      Ten en cuenta que determinadas herramientas y fórmulas de contacto hacen posible una accesibilidad las 24 horas que acarrea una disponibilidad nunca vista por parte de los empleados. Todo esto supone que la línea entre la vida personal y la profesional queda casi completamente difuminada. Pero también implica un cambio brutal del mercado laboral. Es la punta del iceberg de una nueva forma de trabajar, de un nuevo modelo de relación de los profesionales con las compañías.


                    2. Si tu jefe no está a la altura de tus necesidades y expectativas (por decirlo de una manera amable) debes transmitir con serenidad, firmeza y corrección lo que crees que hay que mejorar. Si después de hacerlo no hay cambios que te satisfagan, la opción es clara: márchate a otro proyecto profesional. Esto, en resumidas cuentas, es lo que suele llevar a decir que la gente se va de sus jefes, no de sus empresas.

                  3. No le digas jamás a quien te manda que estás buscando trabajo. Agradecerás este consejo si finalmente no lo consigues. Cuando uno busca empleo desde su actual puesto, las consecuencias dependen de quién lo sepa. No es igual mantenerlo en secreto o que el jefe esté al tanto de esa búsqueda. Y las implicaciones personales y profesionales pueden ser distintas si, a pesar de no haberlo comunicado, nuestro superior se entera.


                 4. Nunca te vendas por encima de tus posibilidades. No digas lo que no eres. No se trata de decir a tu jefe y a los demás lo grande que eres, sino de mostrarlo sin ningún reparo. Decir la verdad te llevará a ganarte la confianza y el respeto de quien te manda y eso ayuda a construir una reputación sólida. Hay que dominar la habilidad para transmitirlo sutil pero claramente.

                5. No se te ocurra decirle que estás mal pagado, y mucho menos comparar su sueldo o el de otros compañeros con el tuyo.