Soy natural de Visiedo,
pueblo de la provincia de Teruel, cargado de historia. Lleva a sus
espaldas el peso del cereal y de los corderos, del viento y, cómo no, de la despoblación.
Se trata de un pueblo llano, como la "palma de la mano", con sus
rubios trigales, sus curtidas gentes, los balidos de las ovejas al regresar del
pasto, sus calles anchas y sus huertos... en definitiva Mi Pueblo.
Como toda nuestra provincia ha sufrido la despoblación. Los jóvenes se marcharon a la ciudad en busca
de un sustento que aquí se les mostraba remiso; y llenaron Zaragoza, Valencia o
Barcelona de mano de obra para crear los monstruos de hormigón que hoy
contemplamos.
Aquellos que marcharon, hoy vienen con sus vástagos en ocasiones puntuales. Nos
reunimos en las fiestas al declinar agosto Conmemorativas de San Pedro) y
recordamos los tiempos en que la chiquillería llenaba las calles hoy desiertas,
en que los tractores acarraban el grano y los "valencianos" venían a
la caza de la codorniz, llenando el pueblo de pólvora y humor.
Hoy
tenemos un pueblo limpio, bonito, "arreglao", digno. Pero falta la
sangre joven que perpetúe la existencia. El futuro pasa por la inmigración, por
aquellas personas que vienen allende los mares en busca de un sustento, de una
vida que se les niega en sus tierras, porque aquel dicho que empleaban
los "viejos del lugar ": "Ya volverán, ya" no
ha tenido mucho éxito. La tarea que se le encomienda a los nuevos pobladores no
es fácil, pues aclimatarse a la dureza de estas tierras, teniendo la tentación
de la ciudad siempre amenazante, es muy difícil.
Pero nosotros seguiremos siempre fieles a nuestra tierra, luchando por ella,
por el mundo rural, juntándonos para las fiestas y un par de ocasiones más,
puesto que nadie puede renunciar a sus raíces.