Las trufas (Tuber) son unos hongos que crecen en raíces de árboles
como los castaños, nogales o especialmente las encinas o robles.
Tiene forma irregular más o menos redondeada,
parecida a la patata, de superficie rugosa y color oscuro. Su interior presenta
una apariencia repleta de venas. Su tamaño va desde el tamaño de una nuez al de una patata.
Sarrión es un pequeño pueblo de la provincia
de Teruel, limítrofe con la Comunidad Valenciana, que apenas supera el
millar de habitantes y que se ha convertido en el principal productor de trufa
a nivel mundial. El año pasado, estas tierras azotadas por la despoblación
produjeron en torno a 30.000 kilos de este preciado hongo. Mientras, en toda Francia –país que
hasta ahora era la gran potencia trufera– se recolectaron unos 40.000.
El de la trufa es un negocio rentable y al alza. En esta zona de
Teruel, se comenzó a apostar por él en la década de los ochenta y treinta años
después se ha comprobado que es todo un filón
económico. Por
eso, cada vez son más los agricultores que encuentran en la trufa la forma de
garantizar la rentabilidad económica de sus explotaciones agrarias.
Todo comenzó, a
finales de los 80, con un curso que
impartieron en la localidad expertos en el sector para promocionar este hongo,
sobre el que gira actualmente buena parte de la economía de la comarca. Varios
agricultores se animaron a hacer un viaje a Francia para ver algunas
explotaciones y a la vuelta comenzaron a poner en marcha las primeras
plantaciones. De eso, han pasado ya tres décadas y su cultivo no ha hecho más
que crecer.
La trufa está considerada como el diamante
negro del sector agrario por su precio, escasez y las dificultades
para su localización. No vale cualquier terreno, se tienen que dar unas
condiciones muy específicas. Se desarrolla en asociación con las raíces de
determinados árboles como el roble, la coscoja, la encina o el avellano y crece
enterrada en el suelo, a unos 30 centímetros de profundidad. Nace en tierras
calizas, en zonas frías y sobre todo húmedas y la lluvia es clave para su
crecimiento.
Aragón es una de las grandes potencias
mundiales en lo que a la producción de este hongo se refiere, que
crece sobre todo en la provincia de Teruel. Por eso, el Gobierno regional
quiere constituir la marca Aragón para comercializar la trufa con el objetivo
de convertirla en seña de identidad de la agroalimentación de la Comunidad.
Según las
autoridades «el cultivo de la trufa, en estos momentos, está a
punto de convertirse en detonante formidable del desarrollo económico de una
zona que, sin la trufa, estaría condenada a la despoblación y desaparición».