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miércoles, 10 de febrero de 2021

LA BUCÓLICA VIDA EN EL CAMPO O EL ECOLOGISMO IDIOTA.-

 


El ecologismo de fin de semana ha llenado nuestros pueblos de urbanitas deseosos de una vuelta a la naturaleza, pero únicamente de dos días.


        Hoy en día se nos llena la boca al hablar de las salidas al campo,  los paseos y caminatas por la naturaleza, de una vuelta a las zonas rurales... para desconectar.   Por si fuera poco, la pandemia de la Covid-19 ha aumentado el interés por las casas de los pueblos,de las casonas individuales y aisladas con terreno a su alrededor.

        Pero este interés por la vuelta a las zonas rurales deshabitadas no me parece un reconocimiento al campo como alternativa a la vida de la ciudad, sino, más bien, un paréntesis en la vida urbanita y tecnológica.         Se puede desconectar durante algún día, al quilar una vivienda rural o una casita con encanto. Pero a partir del fin de semana se empieza a echar de menos el móvil y la revisión del correo, los contactos con los amigos de diferentes y nutridos grupos de whatsapp… es decir, que no sabemos estar sin los medios que tenemos continuamente a nuestro alcance y que nos han creado a todos una serie de necesidades a las que tenemos que atender continuamente.

        Por lo que el campo no es hoy en día una alternativa real a la ciudad, es, en todo caso, un pequeño complemento para las vacaciones y los puentes o los fines de semana.



        Los llamados ecologistas de fin de semana, esas personas que alardean de apreciar el canto de los pájaros, de contemplar a los ciervos y los gamos, que dicen luchar por la conservación de todas las especies animales y vegetales del entorno, pero que son incapaces de entender la vida de los agricultores y ganaderos autóctonos, quienes son los primeros ecologistas. Son los que cuidan del campo, de los montes y pastos evitando en todo momento la desertización y los incendios forestales, los que regulan sus actividades, de modo ordenado, para proteger el ciclo anual de la vida.

       Estos supuestos ecologistas, que parece que han descubierto la naturaleza y la muestran al mundo con inopinado orgullo, esos que van al campo el sábado y regresan a la ciudad el domingo por la tarde, pretender tener a su disposición el campo para uso y disfrute propio, sin pensar que los habitantes de las zonas rurales son los únicos que mantienen esa hermosa visión del campo.



      Esos denominados ecologistas de fin de semana no conocen, ni por asomo, la vida rural, no tienen ni idea de lo que supone el trabajo en el campo, de los sinsabores que produce la extracción de los cereales, las frutas y las verduras de las entrañas de la tierra o la obtención de la carne, la leche o la miel, para que luego esos invasores de “FINDE” lo disfruten tan ricamente en sus casas de la ciudad.

     Por último, quiero destacar que, cuando llegar el sábado y se meten entre pecho y espalda esos ricos asados que piensen en el montón de abnegadas personas que están trabajando en la sombra y que para permitir esas bacanales, cuidan y protegen el medio.

     En definitiva, quiero lanzar un alegato en favor de la gente del campo, de todos los que luchan por el medio rural y un dardo picantón para esos que se dien llamar ecologistas y que, únicamente, son unos gorrones del medio ambiente, sin conocer siquiera los primeros rudimentos de la vida natural.