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viernes, 2 de diciembre de 2016

CÓMO DETECTAR TRASTORNOS ALIMENTICIOS EN LOS HIJOS.-

Qué hacer si descubro que mi hijo tiene un trastorno de alimentación

 Una persona con un trastorno de alimentación no está necesariamente delgada. Las anoréxicas no son jóvenes superficiales preocupadas solo por su cuerpo, sino que tienen un mundo interior complejo que les es difícil gestionar. Aumentar la autoestima de tu hija no consiste en decirle lo guapa que está. Los estereotipos que persisten en torno a los trastornos de la conducta alimentaria son tantos, que cuando la anorexia o la bulimia entran en una casa, a las pacientes y a sus padres les cuesta identificarlas.
"Un trastorno alimentario es un problema psicológico, emocional, que tiene la persona consigo misma y con el entorno. Esto se manifiesta en una obsesión con la comida y con la figura.
Se distinguen cuatro tipos detrastornos alimentarios: la anorexia nerviosa, la bulimia, Trastornos alimentarios no especificados (TCANEs) y el trastorno por atracón. Mientras en la primera se restringe la comida y en la segunda las comilonas se combinan con purgas (vómitos), en la cuarta aparecen episodios de ingesta compulsiva, en la que los pacientes comen, incluso, a escondidas por la noche. Los TCANEs son los más frecuentes y también los más difíciles de detectar en algunas ocasiones, porque son aquellos pacientes que solo presentan algunos síntomas (como la obsesión por la comida sana, en lugar de las restricciones).

Todos estos trastornos tienen algo en común: provocan angustia en el paciente, que vuelca sus problemas emocionales en su relación con la comida. Aparecen los sentimientos de culpa y dejan de hacer vida normal, como acudir a actos sociales donde hay alimentos. "Las personas con anorexia sienten que retoman el control cuando son capaces de comer poco, sienten cierto alivio. Los que tienen trastorno de atracón experimentan una sensación de 'evasión o desahogo', es como anular los sentimientos. Esto tiene que ver con un mal manejo emocional, tienen dificultad en manejar una emoción, aceptarla y controlarla y un atracón les ayuda a controlar eso.
 Cuando ocurre algún trastorno de este tipo, los que conviven con el potencial paciente están tan perdidos como el propio enfermo. "Lo primero que hay que hacer antes de nada es ponerse en contacto con un experto, que valorará la situación y guiará a los familiares.
Si lo detectamos cuando la persona tiene un desmayo tras jornadas de comer poco, hay que actuar de manera urgente. Si tenemos la sospecha de que esto está ocurriendo, se recomendaría a los padres sentarse a hablar con la persona y manifestarle su preocupación. No deben hacer los familiares  el diagnóstico y le digan "creemos que tienes anorexia". En la medida de lo posible, se sugiere acudir a los especialistas. Los psicólogos, los psiquiatras y lo endocrinos suelen ser los profesionales que intervienen en este tratamiento, aunque en el futuro pueden sumarse otros especialistas como los cardiólogos dependiendo de cómo evolucione la enfermedad y sus efectos.

Los familiares
Que los jóvenes dejen de quedar con sus amigos cuando el plan es, por ejemplo, cenar en una pizzería, que eviten las cenas en familia o que su actitud cambie y se vuelva más arisca son algunas de las pistas que tienen que ponen en alerta a los padres sobre los trastornos de la alimentación. Ante una situación así, los familiares se encuentran perdidos y, además, desarrollan un sentimiento de culpa: "Yo les recomiendo que vayan a terapia ellos también. Hay veces que la comunicación con el adolescente está muy deteriorada. Hay veces que están bloqueados porque no saben controlar la ansiedad y la depresión que les produce todo eso y, por tanto, no pueden comunicarse de forma adecuada con sus hijos".
Hay tres actitudes en las que se sitúan los padres que necesitan ayuda: los que prefieren ignorar lo que ocurre y piensan que es "solo una moda", los que se vuelven excesivamente controladores y los que, por miedo a provocar que su hijo recaiga o desobedezca las pautas, prefieren no trazas límites a su hijo. Las tres son contraproducentes. La primera retrasa el diagnóstico, la segunda puede inyectar más ansiedad al ya de por sí complejo proceso y la tercera añade descontrol. Lo mejor es pedir ayuda e ir acompañando al paciente en cada etapa del proceso.
"Siempre hay que seguir las pautas de los profesionales. Por ejemplo, no se puede cambiar la dieta que el endocrino le ha puesto al paciente porque sea mucha cantidad y piense que el paciente no va a comer tanto. Lo mejor es hablarlo con el profesional si se tienen dudas, pero nunca desautorizarlo. También son frecuentes los errores como pesar al paciente en casa para ver su evolución (ver su peso podría alterarles) o hacer comentarios como "¡qué bien, por fin ha ganado peso!", que podría caer como "un jarro de agua fría" ante pacientes con anorexia..

Un tabú
Aunque en los últimos años se hayan multiplicado las campañas en pro de la belleza real o se exija un peso mínimo en desfilar en pasarelas, Debemos  insistir en que los trastornos no están frenando su aparición. De hecho, cree que hay ideas que aún persisten en la sociedad y que continúan siendo dañinas: "Se relaciona la delgadez con el éxito profesional y sentimental". Del mismo modo, en algunas ocasiones los padres (y los abuelos) relacionan comer mucho con un buen estado de ánimo y salud, por lo que el trastorno de atracones tarda mucho en ser percibido como preocupante.
Muchos de los pacientes han hablado de cierto tabú en torno a estos trastornos. Algunos enfermos y familiares prefieren no decir abiertamente lo que les sucede. Lo que se achaca a que pervive el estereotipo de que una persona con trastornos es alguien superficial y obsesionado con su cuerpo. De hecho, se alude a estos pacientes no como enfermos, sino como "poseídos por la enfermedad": "Son concienzudos en todo lo que hacen, menos en su trastorno".
Para ayudar a favorecer una autoestima alta que salve a estos pacientes de caer en estos trastornos, la experta recomienda que los padres enseñen desde pequeños a sus hijos a identificar sus emociones y a hablar de ellas: "La educación emocional es fundamental. Cuando detectemos un posible caso en nuestro entorno, hay que decirle 'no queremos obligarte a comer, sino aliviar el sufrimiento".


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Siete cosas que nunca te contaron para lograr que tus hijos sean felices.

 Se dice con asiduidad que " el que sabe
 amar es feliz". Y, sin duda, también lo 
es aquél a quien han amado.
 "Se nota cuando un niño es feliz."
  
 A los 6 años el cerebro  ya está desarrollado al 80% de lo que va a ser un niño intelectualmente, es una etapa crucial e insustituible". .para establecer las bases de los aprendizajes en donde se va a anclar el desarrollo futuro".
 El problema actual no es otro que la falta de tiempo: "Ahora los padres cuentan con muchos manuales, están y se han preparado mucho profesionalmente, pero no tienen tiempo y esto hace que se olvide un poco el sentido común que es lo que se necesita, básicamente, para educar a un niño". Así que "lo que nunca nos han enseñado" sobre los niños no son más que pautas de sentido común. Estas pautas las podemos resumir en las siguientes:
1.                              Cuando una voz interior nos dice "hay algo que no estoy haciendo bien porque me cuesta mucho que el niño obedezca", entonces existe un problema y lo que hay que hacer es muy sencillo: parar y observar. Observar qué hace el niño, quiénes estamos con él en ese momento, qué estamos haciendo y qué le decimos, porque lo que tú le estás contestando como adulto a lo mejor está reforzando su postura. Nos daremos cuenta de que los niños lo que reclaman el 99% del tiempo es atención, y hará lo posible para conseguirla.
2.                              Otra de las consecuencias de la falta de tiempo es la sobreprotección. Un niño siempre va a preferir estar con sus padres y lo normal es que cuando no esté con ellos les eche de menos, pero lo que debemos evitar es que sea incapaz de quedarse con otras personas, cosa que se logrará fomentando los vínculos con abuelos, tíos o amigos cercanos y dejándole de vez en cuando con ellos.
3.                              Evitar la frustración, que es la cara b de la sobreprotección, es uno de los grandes males de hoy en día: no le digamos nada al niño (ni siquiera que apague la televisión) no vaya a ser que se frustre. El resultado son niños que no aprenden el valor de la paciencia, que no tienen recursos ni habilidades, que son inseguros y probablemente más infelices porque carecen de la autodisciplina y la motivación para conseguir lo que quieren.

4.                              Los niños aprenden con el ejemplo y el modelo de los padres es lo fundamental. Si absorben un ambiente en el que reina la ansiedad y la crispación, el niño será ansioso y estará crispado porque imitan todo lo que ven, para lo bueno y para lo malo. Pero en muchas ocasiones no gritar resulta difícil, ¿cómo conseguir evitarlo? . Los niños son los campeones de la observación, si saben que cuando pegas el séptimo grito es el momento de tomarse la leche, esperarán hasta que lo des para hacerlo y hasta entonces han conseguido que estés pendiente de ellos, los niños saben que en cuanto se toman la leche, ya no les haces caso. Toca cambiar de pauta. Hablarlo la noche anterior es una buena estrategia: mañana, mientras te tomes la leche, estaré a tu lado".
5.                              Algunos padres piensan que las normas anulan la personalidad del niño pero es un error de base porque, para asentar su personalidad, necesitan saber lo que pueden hacer o no y lo que está bien o mal. Poner límites no es vivir a toque de corneta ni en una dictadura militar, muy al contrario, los niños son pizarras en blanco y deben saber cosas tan básicas como que no se pega, no se hace daño, no se grita o no se ponen los zapatos encima de la mesa o del sillón.
6.                              Uno de los grandes errores es hacer las cosas por los niños porque tenemos prisa: vestirles, darles la comida... Hay que entender que su ritmo es diferente y que, por lo tanto, necesitará al menos una hora en ese proceso. Son los padres los que deben ajustarse al horario del niño y no al contrario, lo lógico es acostarse pronto y levantarse antes para que el niño pueda hacer todo a su ritmo.
7.                              No hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Si el niño falta al respeto lo mejor es no entrar en la provocación sino retirarse elegantemente y decirle "yo así no te hago caso". Cuando el adulto se va, es cuando el niño para y reflexiona.
e debe  trabajar la inteligencia emocional, nunca son demasiado pequeños para ayudarles a identificar sus emociones y saber gestionarlas. Nunca antes en la historia ha habido un cambio y una transformación de la sociedad tan rápida,. nunca antes ha cambiado el mundo tan rápido como lo ha heche en estos momentos. No tiene nada que ver nuestra infancia con lo de ahora y eso hace que los padres estén muy desorientados, por eso caen en la sobreprotección. Hoy en día la realidad es que los padres están perdidos y los adolescentes, que son los menos felices de las últimas generaciones, están insatisfechos. 
La clave está en comenzar a trabajar esos 
primeros 6 años de vida. Y evitaremos 
muchos disgustos en el futuro.