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lunes, 28 de diciembre de 2020

POESÍA DE PEPE: MI AMOR EN LA SIERRA.-


   


Esta es una poesía original del "Tío Pepe" publicada en el "Diario Lucha" el 20 de abril de 1.979.

Sirva esta publicación como pequeño y cálido homenaje a una vida dedicada a los demás.      PEPE, DESCANSA EN PAZ.

       

MI AMOR EN LA SIERRA.-

   

Cuando cada año a la Sierra de la Aurora, 

a mi amada buscando llego,

¡qué bien huele la tierra!

¡qué claras las estrellas veo!


El cuarto está oscuro,

Jabaloyas callado

 y yo desespero

a mi amada evocando.


Dormirme no puedo,

qué noche tan larga,

si quieto me quedo,

la noche me alarma.


Ya arrean los mozos

sus pares de mulas,

que recogieron con bozos

al alba en las dulas.


Ya salen los ganados

y  aún sigo despierto 

anuncian los pájaros.


Otea el viejo pastor

 las tierras del llano

 donde llevará a pastar

 las ovejas del amo.


Al hombro se echa el morral

 y  para que coma a sus anchas

 le trae corriendo un zagal

 metidas en pan, un puñado de gachas.


Se mezclan olores

 en la primavera,

  de lirios y flores

 endrinas y acederas.


 Del viento la suave brisa

 tenues sonidos y aromas esparce,

es medicina preciosa

con la que mi alma renace.


Con rítmico compás

el herrero, el yunque golpea,

 mientras yo a mi amada,

 ¡con qué ilusión la espero en la era!


 Sus verdes y dulces ojos

tienen tanta candidez y encanto,

 que cuando me miran tan fijos

siento amor y desencanto.


Por el sendero estrecho

de  piedras bordeado,

como bandera el amor a despecho

al viento hemos ondeado.


Cogidos de la mano

caminamos de la era a la ermita,

 nuestro amor asombra al aldeano

y toda la naturaleza nos imita.


                                                                                                 JOSÉ RODRÍGUEZ.

   


     

lunes, 29 de septiembre de 2014

LEYENDA TUROLENSE DEL PUENTE DEL DESPECHADO.-

En los tiempos en que los moros habían sido dominados por los cristianos en la provincia de Teruel, convivían ambos en paz y sosiego.
En la ciudad de Teruel, al otro lado del río, vivía una joven llamada Elvira, ejemplo de singular belleza, que además poseía ricas tierras en las vegas turolenses del Turia. Muchos eran los pretendientes turolenses que tenía, atraidos no sólo por su belleza sino también por su riqueza, pero ella, desde niña siempre estuvo enamorada de un apuesto joven turolense a quien concedió su mano y con quien se casó.
Entre los muchos pretendientes que tuvo existió uno que, al ser rechazado por la guapa joven, quedó resentido y le juró venganza.
Casada ya Doña Elvira, vivía feliz con su esposo, sin acordarse para nada de aquel pretendiente despechado. 



 
 En uno de los muchos viajes que su marido hacía a la ciudad de Teruel para solucionar asuntos o visitar a sus familiares ocurrió que una noche, al regresar a su morada, fue asesinado traicioneramente por el tal pretendiente.
Doña Elvira, muy dolorida y triste pasó el resto de sus días enlutada y sola, en recuerdo y respeto a su difunto marido. Ella misma fue la que en lo sucesivo se hizo cargo personalmente de su hacienda y negocios. Por tal motivo, al igual que su marido, debía frecuentar mucho la ciudad de Teruel y siempre lo tenía que hacer por aquel maldito puente en que asesinaron a su marido y que tan ingratos recuerdos le traía. Así es que se le ocurrió una idea: mandó construir otro puente de madera que además de acortarle el camino, le permitió en lo sucesivo olvidar aquellos malos recuerdos cada vez que iba a Teruel. Desde entonces se le conoció a este puente como el Puente de Doña Elvira.