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viernes, 27 de enero de 2017

EL CASTILLO DE PERACENSE. UNA JOYA EN EL RODENO.-


Peracense es uno de los castillos más impresionantes de Aragón y de toda España, situado en un paisaje dominado por las piedras de ródeno, con componentes ferruginosos que le dan su característico color rojizo.
Como los constructores aprovecharon al máximo la topografía original del terreno, parece que el castillo y la montaña se funden, haciéndose difícil en ocasiones diferenciar dónde empieza la mano del hombre y dónde estamos frente a la naturaleza.
Rodeado de un entorno natural único, el castillo de Peracense se asienta sobre una prolongación rocosa de rodeno fuertemente escarpada, que pertenece a la terminación sur de Sierra Menera, junto al cerro de San Ginés, en Teruel. Su cota media es de 1.365 metros sobre el nivel del mar.
Las fortificaciones que podemos encontrar en la zona surgieron con los numerosos episodios bélicos que se sucedieron desde hace siglos. En concreto, la inexpugnable fortaleza data de los siglos XII-XIII tras la ocupación cristiana del territorio turolense y en época de fricciones entre la corona castellana y la aragonesa.


No obstante, las excavaciones arqueológicas permiten asegurar que el solar del castillo ya se ocupó desde el final de a Edad de Bronce, con un poblado a los pies de su lado sur, desde la Edad de Hierro. Ello fue debido a la riqueza minera de la zona, compatible con la explotación agrícola del cercano valle del Jiloca y con el pastoreo.
El castillo se ocupó de nuevo en época islámica (siglos X y XI). A partir de estas fechas la documentación histórica que se posee es muy escasa.
Con toda probabilidad, las grandes obras de reforma y ampliación del castillo se realizan a mediados del siglo XIV, con Alfonso IV y Pedro IV. Por ello, el espesor de los muros de este recinto (hasta 3,5 metros) y su configuración responden a la intención de soportar asedios con artillería y también de proteger el resto de los lienzos interiores de los disparos desde los altozanos próximos.

El recinto cuenta con tres partes amuralladas concéntricas hasta el último bastión, donde se hallaban la residencia del alcaide y un aljibe que recogía el agua de lluvia.

Todo el castillo ocupa una superficie superior a los 10.000 metros cuadrados y fue restaurado en 1986 para que el visitante pueda conocer cómo era la vida diaria en este estratégico enclave, en la vía natural de acceso hacia Aragón para las tropas castellanas.
El castillo cuenta con varios aljibes, almacenes, zona para la tropa, ermita y cementerio. Junto al cuerpo de guardia, situado a la derecha de la segunda puerta, se conservan restos de las reglas de juegos a base de perforaciones en la roca, que unidos a los dados hallados en las excavaciones ilustran parte de los pasatiempos de los defensores.
Con la unificación de los reinos de Castilla y Aragón y la unidad nacional, el castillo va perdiendo su función defensiva y estratégica, y se produce el consiguiente abandono provocado por el desuso.

La entrada al castillo de Peracense en Teruel cuesta 3 euros para los adultos y 2 para los niños. Conviene consultar los días y el horario de apertura  ya que en temporada baja es limitado.























martes, 2 de diciembre de 2014

EL CASTILLO DE VISIEDO. FOTOS E HISTORIA.-

Pedro I el Cruel de Castilla, tras tomar La Buenya (Bueña), siguió por el camino medieval que llevaba a Teruel atravesando el Campo de Visiedo y bajando por Alfambra hasta la Ciudad de los Amantes. Dice Cristóbal Guitart Aparicio que como consecuencia de esta guerra debió fortificarse la cabeza de la Sesma del mismo nombre y por ello Visiedo posee un castillo, hoy bastante arruinado.

"Visiedo fue cabeza de una Sesma de la Comunidad de Teruel, el Campo de Visiedo, y como consecuencia del saqueo sufrido durante la guerra de los dos Pedros en 1363, debió construirse el castillo. Por falta de alturas naturales, adoptó la planta típica de las zonas llanas, cual es la cuadrilátera, de unos 35 metros de lado, reforzado por una torre en cada esquina -lo cual le da cierto aire de mansión feudal-, de las cuales una yace medio derruida, dos desmochadas y sólo una subsiste casi intacta, de mejor piedra, con cuatro hileras de saeteras y con la particularidad de que sus lados están girados unos 45º respecto a los del recinto. 

Este castillo-refugio puede ser de la segunda mitad del siglo XIV y es uno de los más representativos de este tipo que caracterizó a una época sobradamente agitada! (Cristóbal Guitart)





viernes, 11 de octubre de 2013

LEYENDA DEL CABALLO BLANCO DE VISIEDO.-


Existe una historia real en Visiedo, luego magnificada o mitificada, acerca del caballo blanco que usó el joven Rey Alfonso XII, cuando entró en Madrid, fue regalo de un visiedano ilustre, don Alberto Ibañes Palenciano…

Se cuenta que Bernaldo de Cabrera, que erigió la fortaleza medieval, usaba también un caballo blanco al entrar en batalla. Alfonso XII, con su talante simpático y llano, tan cercano al pueblo, tan abierto, tenía una faceta que Cánovas intento publicitar, para identificar ejército y
monarquía, la de Rey-soldado. Además Alfonso, era un amante de los caballos, aunque su precariedad de príncipe en el exilio no le permitía comprar; pero con la
quiebra de la Bolsa de Viena, cuando estudiaba en la Academia del Theresianum, consiguió algunos ejemplares, eso sí, pagados en seis meses, por eso nos imaginamos al joven, ya Rey, ilusionado como un niño ante este regalo.
Ibañes Palenciano era un rico hombre, monárquico, ilustre, vinculado con los centros de poder y con las posesiones de España en América, fue alcalde de la Habana y senador electo. Como otros, puso su talento y sus bienes al servicio de la Restauración monárquica.

Pronto, el rey tuvo que enfrentarse con la situación de las Guerras Carlistas, acudió al frente y allí su caballo, ese magnífico y noble ejemplar, salvó la vida del Rey, en la batalla de Lácar donde los carlistas ganaron, allí el caballo hizo un extraño, una cabriola sin venir a cuento y de esta forma se desvió una bala que daría de pleno a Alfonso, la bala perforó la manga de la guerrera regia e hirió a
otro caballo.