Cualquiera puede ser acosado,
por ser diferente del resto o precisamente por no serlo. Porque sus
características físicas no gusten o justo por lo contrario. Lo que sí tienen en
común quienes lo sufren es que suelen mantenerlo en secreto.
A veces porque no son conscientes de
que lo que sucede no es "normal". O por vergüenza. O porque piensan
que tienen algo que hace que merezcan
ser tratados así. O porque creen que nadie los creerá, y si lo hacen, se les
despachará con un "eso son cosas de niños". Sin embargo, la detección
temprana es clave para evitar daños psicológicos graves y permanentes.
Recogemos algunas claves para identificarlo a tiempo.
¿Qué es el acoso escolar?
Hay que distinguir entre una agresión puntual en un entorno escolar y el
acoso. El acoso es cualquier tipo agresión
psicológica o física permanente, constante y duradera. Se caracteriza por
el desequilibrio de poder (la víctima, sola, frente a agresores y
observadores).
¿Qué síntomas deberían ponernos en alerta?
1. CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO. Es lo que se conoce como "ruptura biográfica". El problema es que
muchos síntomas de acoso pueden confundirse con comportamientos típicos de la
adolescencia. Y a menudo, los cambios no se dan de un día para otro, sino que
es un proceso lento. Normalmente, el menor no quiere ir al colegio, se muestra
nervioso cuando debe hacerlo, falta a clase o regresa en cuanto puede a casa. El fin de semana está bien y el domingo por la noche empieza a
encontrarse mal. Deja de hablar o salir con sus amigos de siempre. Abandona
sus aficiones. Deja de hablar en casa o responde con evasivas. Baja el rendimiento escolar. Está triste, muestra cambios de humor,
contesta mal, sufre arranques de cólera.
2. SIGNOS FÍSICOS. Al menor se le rompe o "pierde"
habitualmente el material escolar o la ropa y no sabe cómo
explicarlo. Pide dinero a sus padres para poder dárselo a los acosadores (el chantaje es muy
típico). "Estos signos no siempre quieren decir que haya acoso, pero sí
son típicos del acoso físico",
"Lo que sucede es que la mayor
parte de las veces el acoso que sufren los escolares españoles es psicológico.
Por eso el síntoma más común es el psicosomático".
3. SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS. El niño sufre malestar
al levantarse, mareos, dolores de cabeza, molestias o
alteraciones gastrointestinales, sensación de asfixia u opresión en el
pecho, temblores, palpitaciones, alteraciones
del apetito o del sueño... Es habitual que los padres lleven al niño al
médico y se le practiquen pruebas, sin que se dé con el origen de los síntomas,
porque la causa es psicológica. "El propio niño muchas veces no lo
identifica como acoso, ni tampoco los padres, porque no han llegado a entender
lo que está sucediendo".
¿Qué pasa en su teléfono móvil?
El ciberacoso es una modalidad "demoledora", porque no da tregua. El acoso no termina al llegar a casa, sino que continúa. Y
permite que se multiplique el número de espectadores y de hostigadores. Por eso
es importante que los padres tengan acceso al móvil, al correo y a los perfiles sociales (si los tuvieran) de sus hijos.
En el caso de los niños de 5, 6 y 7 años, puede ser un indicativo el hecho
de que omitan toda información del colegio, que no cuenten nada
de lo que hacen allí. "Por ejemplo, son incapaces de pronunciar el nombre
de los acosadores ('ese niño que tu sabes, mamá') porque están en una fase muy
simbólica y la pronunciación del nombre evoca al personaje, es como si lo trajera".
¿Cuáles son los cursos más problemáticos?
La intensidad máxima del acoso escolar se produce en 5º y 6º de Primaria. Luego va descendiendo. "Sin
embargo, sobre todo en Secundaria, algunos de esos individuos quedan
marginalizados, llevan mucho tiempo sufriendo acoso y se convierten en una
especie de pararrayos de la violencia. Son menos numerosos pero el acoso es más
de todos contra uno".
Suele empezar con acciones de "baja
intensidad", por ejemplo el acoso verbal (insultos, motes,
humillaciones, propagación de falsos rumores, mensajes teléfonicos...). Si no
se frena, puede degenerar en otros tipos de acoso, como el social (exclusión y
aislamiento de la víctima, por ejemplo, se la deja fuera de las actividades
colectivas), el psicológico (basado en amenazas) y el físico, que contempla
tanto agresiones directas como indirectas.
Por qué es importante la detección temprana
"El problema de los protocolos actuales es que trabajan a partir de la identificación de la víctima, cuando ya es
tarde y el niño ya tiene secuelasy sufre estrés postraumático". De
ahí la importancia de la detección temprana.
El cuadro de estrés postraumático infantil afecta a más de la mitad de las
víctimas de acoso escolar. Incluye desde alteraciones cognitivas (dificultad de
atención, pérdida de memoria...) a trastornos emocionales (ansiedad,
depresión...) o alteraciones del comportamiento (aislamiento, agresividad...).
"Es un cuadro muy poco diagnosticado
porque se asocia a un gran trauma, pero los casos de acoso por repetición pueden
generar un trauma mediano que produce el mismo efecto que la exposición a un gran evento" (una violación, por ejemplo).
El apoyo de los padres, clave
Los padres siempre deben creer en el
relato de su hijo y apoyarlo. No deben quitar importancia al asunto,
ni culpar a la víctima. "Todavía hoy el principal problema de los niños
acosados", "es que no les creen, o trivializan lo que cuentan y
sofocan el relato niño. Es muy grave porque el hogar es el único lugar donde el
niño puede contarlo, pero a veces los padres sufren o les genera angustia y no
quieren saber, y lo despachan con un 'Pues pégales tú más fuerte'".
La mayoría de las veces el acosado acaba cambiando de colegio. Y no es raro
que en el nuevo centro sufra también acoso. Es lo que se denomina círculo de victimización repetida. "Ese niño
destruido llega a una nueva aula, y esa vulnerabilidad es detectada por los
hostigadores, por lo que es elegido de nuevo", según el psicólogo. No es
que el niño tenga una forma de ser que favorezca el acoso. Es que su
vulnerabilidad funciona a modo de faro: atrae a los hostigadores".
¿Es cierto que el acoso te hace más fuerte?
El acoso escolar no hace a un niño más
resistente, todo lo contrario; quedan destruidas sus capacidades de hacer
frente a situaciones. "Se convierten en víctimas más probables de casos de
acoso y en la vida adulta, de situaciones de acoso laboral,
maltrato doméstico... Porque llegan con la resiliencia y la autoestima destruidas. No es
bueno para el desarrollo de la personalidad ni prepara para la vida. Los niños
acosados se convierten en futuras víctimas más fáciles porque su resistencia
psicológica queda demolida".