Osborne, es el nombre de una de las bodegas familiares más importantes de España y su símbolo, EL TORO, un elemento decorativo que nos acompaña a los españoles a lo largo de nuestros viajes por carretera y ferrocarril desde 1957, llegando a tener repartidos cerca de 500 toros por toda la península.
Los primeros toros fueron de madera, pero su poca resistencia a la dureza meteorológica hizo que se cambiaran por vallas de metal de 4.000 kilos, con una altura de 14 metros y una superficie de 150 m2. Actualmente solo quedan 90 toros, pero con el paso del tiempo se ha convertido en algo más que una valla publicitaria, ya que, es considerado por el pueblo español un elemento gráfico identificador de España, hasta el punto de aparecer en ocasiones sobreimpreso en la bandera española a modo de escudo en acontecimientos deportivos e incluso en misiones internacionales de soldados españoles.
Osborne es el nombre de una de las bodegas familiares más importantes y longevas. Su fundación en 1772 la convierte en una de las 100 empresas en activo más antiguas del mundo y la segunda de España. Su historia se remonta a finales del siglo XVIII, cuando un comerciante inglés: Thomas Osborne Mann, procedente de Exeter, Devon, llegó a Cádiz para exportar el vino de Jerez. Es en esta localidad donde el joven Thomas Osborne funda una bodega propia, que después de más de 240 años, no solo sigue existiendo, sino que se ha convertido en un gran grupo empresarial de capital 100% español y que continúa siendo una empresa familiar. La empresa Osborne logró desde su fundación gran expansión gracias al brandy, siendo sus marcas estrella Veterano y Magno.
Manolo
Prieto fue un gran dibujante y pintor, también nacido en El Puerto de
Santamaría, Cádiz. Fue especialista en crear portadas de libros, carteles y
campañas de publicidad. Su obra más conocida fue la silueta del Toro de
Osborne, algo realmente injusto ya que hizo grandes trabajos e incluso fue
premiado internacionalmente por ellos.
El toro que
se ha convertido en patrimonio cultural y artístico de los pueblos de España
incluso dictaminado por sentencia judicial. En 1988, la Ley General de
Carreteras ordenaba la eliminación de cualquier elemento publicitario "fuera
de los tramos urbanos de las carreteras estatales" (a menos de 150
metros de la carretera) y Osborne opta entonces por eliminar la
rotulación publicitaria Osborne-Sherry & Brandy para sortear la
ley y mantener la silueta negra del toro.
En 1994, una nueva publicación del Reglamento General de
Carreteras vuelve a atentar contra el toro, pero la unión de Ayuntamientos y
Comunidades Autónomas por su permanencia desemboca en la campaña "Salvemos
al toro" que promueve que sea convertido en Bien Cultural.
Finalmente, en
1997, el Tribunal Supremo declara que la silueta de Osborne va
más allá de lo meramente comercial "superando su sentido publicitario
e integrándose en el paisaje". Quedando zanjada así la polémica.
Con el paso del tiempo, se ha ido convirtiendo en algo más
que una valla. Es un elemento muy gráfico e identificador de España como
animal ibérico, bravo, de raza, masculino, fuerte…
Ha recibido innumerables reconocimientos y
ha sido el foco de numerosas actividades culturales y artísticas.
En 1983 fue decorado por el artista norteamericano Keith
Haring; en 1996 fue protagonista de la exposición fotográfica de Larry
Mangino; fue el anfitrión de la Feria de Arte Contemporáneo ARCO; en 2000
recibió el premio LAUS; en 2003 los socios del Fomento de las Artes
Decorativas lo escogieron como el diseño más representativo del siglo XX;
y en 2007 fue decorado por 50 personalidades internacionales con motivo de su
50 aniversario. Además, es pieza esencial de todas las retrospectivas dedicadas
al diseño gráfico español.
El Grupo Osborne tuvo que hacer frente a un gran
dilema en el año 2009. El toro ya no era sólo el soporte de la marca Veterano,
también lo era de otros productos como Solán de cabras, Sánchez Romero
Carvajal, Anís del mono, Montecillo, Magno… Y se plantearon eliminar el toro
para beneficiar al resto de productos. En palabras del consejero
delegado, Ignacio Osborne "Había gente que no sabía que también
teníamos jamón". Es en este punto donde entra en juego la consultora de
branding Morillas, quien integra al toro dentro del logotipo Osborne de
forma muy elegante
Explicaba el Presidente Morillas, Lluis Morillas "Es
una alegoría, como si el toro mirara al futuro a través de una ventana".
El ejercicio resultante es un diseño en torno a una tipografía más moderna, que
mantiene el color negro característico del toro e incorpora un nuevo color
dorado, que es la seña de identidad de la compañía, sinónimo de calidad y
excelencia.
La fuerza de este símbolo ha superado con creces a la propia
marca, motivo que ha sabido rentabilizar Osborne, que desde 2009, gestiona
una nueva línea de negocio mediante la explotación comercial de la
marca de El Toro de Osborne.
De este modo, Osborne cede el uso de su marca más
conocida, mediante contratos de licencia, a empresas que fabrican los productos
del Toro de Osborne y los distribuyen. Parece que esto no les fue
mal, ya que en 2011 crearon una nueva línea de tiendas oficiales en
régimen de franquicia para vender sus productos oficiales. Increíble, después
de tantos años y la marca se convierte en sí misma en una vía de negocio
independiente.
Más allá de su belleza u otras connotaciones, creo que éste
es uno de los mejores ejemplos que tenemos en España de hasta dónde puede
llegar una marca. Realmente es un símbolo que conecta con la gente y es
reconocible desde hace más de 50 años y lo hace de forma natural, sin forzar
nada y sin artificios... términos de los que creo debería nutrirse la marca
España.