Los
habitantes de una comarca de Valencia no quieren el AVE Teruel-Sagunto. De
nuevo, argumentos sociales y paisajísticos empañan un proyecto vital para
nuestra provincia.
Suele ocurrir. Cuando una importante infraestructura de comunicaciones planea
sobre Teruel, surge alguna voz discordante de vecinos, pueblos, provincias o
comunidades, que pone en bandeja a la Administración la excusa perfecta para
pensar dos veces si sigue adelante con la iniciativa y quizá olvidarse de ella
durante unas décadas.
Sucedió hace 20 años con la mejora de la N-232 (Santander-Vinaroz) en
Monroyo. Fue la queja de los expropiados de Teruel por el menor precio de sus
terrenos frente a los de Castellón lo que inició el retraso de la obra, ahora
aún sin acabar. Pasó con la autovía Mudéjar: dos años se perdieron en los 90 porque
las Cuencas Mineras también querían el eje. Y ahí estaba Obras Públicas sin
mover un dedo, esperando paciente que los turolenses firmaran la paz. Lo mismo
con la A-40 entre Teruel y Cuenca, que a su paso por el enclave valenciano de
Ademuz, arrasa, al parecer todo bicho y planta viviente. Igual con el frustrado
AVE Madrid-Cuenca-Teruel-Valencia, aniquilado por los insalvables problemas
técnicos.
La historia podría repetirse con el tramo Teruel-Sagunto del
ferrocarril Cantábrico-Mediterráneo que el Gobierno central ofreció como
caramelo a los turolenses para que callaran por no poder ir en AVE a Madrid.
Una comarca de Valencia, la Vall de Segó, no quiere este tren porque su
construcción abrirá canteras y , sobre todo, sustituirá a la línea convencional
que ahora enlaza los pueblos. Esta semana acaba el plazo para presentar
alegaciones a este proyecto de 4.000 mil millones se euros que supone un nuevo
sueño turolense.
Serán miles de personas y asociaciones las que aleguen. Pero el gobierno
no puede por ello dar una nueva negativa a Teruel. Son más los habitantes que
dicen que sí a un tren moderno que sustituya a un ferrocarril de “western”
americano ( tres horas de viaje de Teruel a Valencia). Ya se perdió un AVE:
también este, que compartiría trayecto con mercancías, sería demasiado. La Vall
de Segó tiene a un paso el Corredor Mediterráneo, pero el sur de Aragón, no.
A los gobiernos corresponde gestionar los recursos y equilibrar territorios.
Esperemos que no se desvanezca otro sueño más y que impere el sentido común,
aunque como ya tenemos una amplia experiencia en estos casos, en Teruel no
nos fiamos “un pelo”.