lunes, 23 de septiembre de 2013

Cómo superar la vuelta al colegio.-


Tener una actitud positiva y mentalizarse de que volver a la escuela es algo bueno ayudará a pequeños y no tan pequeños a superar esta situación.

1   1      Mentalizarse con tiempo suficiente.La clave para afrontar la vuelta al colegio con optimismo y superarla sin problemas está en mentalizarse con antelación. Hay que transmitir a los hijos que la escuela es un buen lugar, un sitio en el que se aprende y en el que se hacen amigos. Hay que explicar a los hijos que esto ocurre año a año hasta llegar a la edad universitaria”. Así, cuando llegue el momento de volver al colegio, los niños estarán contentos e ilusionados, y sus padres felices de verles con tan buen ánimo.
  • 2No hacer caso a los llantos y pataletas.
    Cuando llegue el momento de dejar a los hijos en el colegio, no se debe prestar atención a sus lloriqueos y rabietas, todo lo contrario, se les debe animar a ir a la escuela e insistir en lo bien que se lo van a pasar, y hacerlo todo con una sonrisa en la cara. De otra manera los pequeños podrían aprender a utilizar sus llantos como medio para conseguir lo que quieren. También hay que delegar en la figura del profesor, estos profesionales suelen estar acostumbrados a este tipo de situaciones. Además, el primer día de colegio puede suponer una buena lección para los pequeños, ya que a fin de cuentas se trata de eso, de educarles,  “el mejor madre o padre es el que educa formando a su hijo en el que su autoestima y seguridad sean la base de su formación cultural”.
  • 3Es normal echar de menos a los hijos.
    Un paso muy importante para superar la vuelta al colegio es asumir que extrañar a los hijos es algo completamente normal. Aceptar estos sentimientos hará que uno no se quede horas y horas pensando en lo mucho que echa en falta a su pequeño. “Es normal que los padres estén tristes”. “Después del verano vuelven las jornadas laborales largas y ya no van a tener tanto tiempo para estar con ellos. Tienen que comprender que es algo completamente normal y ser conscientes de que cuando vuelvan a ver a sus hijos lo harán con muchas más ganas”.

  • 4La vuelta a la rutina.
    La vuelta al colegio impone una cierta disciplina en los horarios y supone la vuelta a la rutina tras las vacaciones. Esto es algo positivo, ya que se pone punto y final al ‘caos’ vacacional en el que los hijos tenían mucho tiempo libre y los padres se esforzaban por encontrar actividades para mantenerlos ocupados. Disfrutar de esta ‘calma’ y recordar los aspectos negativos de las vacaciones puede ayudar a que muchos padres superen la vuelta al cole de sus hijos.
  • 5Disfrutar del día a día.
    Una buena estrategia para sobreponerse a la sensación de desasosiego que provoca la separación de los hijos al empezar el año académico es afrontar el día a día con ilusión. Hay que seguir con la vida propia, llenándola con los otros aspectos que también existen: la familia, los amigos, la pareja o el trabajo. No hay que reducirlo todo a la parcela vital de los hijos, hay muchas cosas más”.
  • 6Buscar nuevos momentos para compartir con los hijos.
    Qué duda cabe que la vuelta al colegio de los hijos limita el número de horas que los padres pueden pasar con ellos, pero incluso en una situación así siempre se pueden encontrar nuevos huecos a lo largo del día para estar junto a los pequeños. “Los padres pueden mantener un contacto regular con los hijos llevándoles al colegio y recogiéndoles, no dejando que sean terceras personas quienes lo hagan”. Aprovechar al máximo el tiempo que se pasa en familia en el hogar también ayuda a superar la vuelta al colegio, al fin y al cabo lo que cuenta no es la cantidad de tiempo, sino la calidad del mismo.

  • 7Mantener siempre una actitud serena frente a los hijos.
    Si un niño ve que sus padres están muy inseguros e intranquilos con su vuelta al colegio puede llegar a desarrollar él mismo sentimientos de inseguridad y miedo.El miedo de los padres “puede generar miedos, fobias y ansiedad” en el niño y puede llegar a desarrollar un “miedo irracional”. Por estas razones es necesario que los hijos vean en sus padres a unas personas serenas y confiadas, ya que ello hará que afronten la vuelta al colegio con muchas más seguridad.
  • 8Cuando volver al colegio se convierte en un trauma.
    Si bien es normal que un niño llore y patalee cuando vuelve al colegio, no lo es tanto que estas rabietas se extiendan en el tiempo o que se den a partir de una determinada edad. . En este tipo de situaciones es conveniente ponerse en contacto con el centro escolar para ver si ocurre algo en el colegio que pueda motivar la actitud del pequeño y llegado el caso ponerse en contacto con un psicólogo especialista. Llegado el caso también puede ser necesario que los padres busquen ayuda y se pongan en manos de especialistas. “No es normal que los padres estén angustiados durante todo el día y no puedan trabajar con normalidad”. Se estima  que se puede hablar de patología, es decir, de enfermedad, “cuando el malestar psicológico que provoca la separación de los hijos es significativo cualitativa y cuantitativamente y empieza a influir en la vida cotidiana”.

  • miércoles, 18 de septiembre de 2013

    Los mejores trucos para que el consumo de su coche se reduzca hasta en un 20%. FOTOS.-


    Parece más que comprobado que todos los modelos del mercado consumen más de lo que dicen las marca. Sin embargo, siguiendo unos sencillos consejos, cualquier conductor puede reducir hasta en un 20% el consumo de su automóvil.
    Elija bien la ruta para gastar menos
    En ciudad es donde más consume un coche: de hecho, el gasto medio supera en torno a un 30% al registro de carretera. Por eso, en muchas ocasiones, se consume menos si va de un punto a otro por carretera, a velocidad constante, que haciéndolo por ciudad aunque lo primero suponga dar un rodeo y recorrer algunos kilómetros de más.
    Es decir, consumirá menos 'bordeando' Madrid de norte a sur por la M40, que haciendo el mismo trayecto atravesando la ciudad por las calles del centro. Por ejemplo, ir de Alcobendas a Aluche por la M40 supone recorrer 28 km; con un compacto diésel que registra un consumo medio en carretera de 5,5 l/100 km, se consumiría 1,54 litros. Sin embargo, si se hiciese atravesando Madrid -donde el consumo medio sería de 7,5 l/100 km- y, aunque el recorrido sería más corto -de 23 km-, ese mismo coche gastaría 1,72 litros.
    Al arrancar el motor, pise el embrague y asegúrese de que el coche esté en punto muerto
    Además de que esto es más seguro -si hay una marcha engranada y no pisas el embrague, el coche 'dará un tirón' hacia adelante y puedes impactar contra algo-, liberará al motor de la necesidad de 'activar' también el conjunto de la transmisión -el motor acciona los engranajes del cambio siempre a no ser que pises el embrague, independientemente de que esté en punto muerto o con una marcha insertada-, algo queaumenta el consumo un 10% en el momento del arranque.
    En los diésel, además, asegúrese de que antes de arrancar se ha apagado el testigo amarillo de los calentadores -ese que tiene forma de muelle-, pues esto también facilita la puesta en marcha del motor en frío.
    Después de arrancar, espere unos segundos
    No es bueno arrancar e iniciar la marcha justo a continuación, pues el aceite del motor no habrá tenido tiempo de llegar a todos sus 'recovecos' y éste no estará bien lubricado. Basta con que espere, al menos, 10 segundos.
    Use la primera velocidad sólo para iniciar la marcha
    Y, cuando empiece a moverse, no tarde mucho más de tres segundos, o diez metros, en cambiar a segunda si estás en llano -el cuentarrevoluciones debe marcar unas 1.700 rpm, en un diésel, y 2.200 en un gasolina-. En bajada, no tarde más de dos segundos o seis metros -a poco que sea pronunciada, puede arrancar directamente en segunda-; en una cuesta, tendrá que apurar más -hasta unas 2.200 rpm, en un diésel, y 2.800 en un gasolina-.
    Al iniciar la marcha, acelere con suavidad
    Para ganar velocidad, no pise el acelerador más de un 20-25% de su recorrido y hágalo siempre de forma suave y progresiva. Además, cuando cambie de marcha a otra superior realícelo de forma rápida: si tarda mucho, el motor caerá mucho de vueltas cuando pise el embrague y, al soltar el pedal, el motor tendrá que revolucionarse de golpe y le volverá a frenar.
    Para cambiar de marcha, mire el cuentarrevoluciones
    El momento idóneo para cambiar de marcha depende de cuatro factores: 1.- Del tipo de motor -normalmente, en un diésel se cambia entre 500 y 1.000 rpm antes que en un gasolina-; 2.- De la respuesta de dicho propulsor a bajo régimen -por ejemplo, a 1.500 rpm, algunos motores tienen una respuesta 'digna' y otros no-; 3.- De la marcha que deseamos engranar -el motor tiene que esforzarse más para acelerar en quinta, por ejemplo, que en segunda-; 4.- De si estamos subiendo, bajando o llaneando.
    Con todo lo anterior, se puede decir que, en un diésel, en primera, segunda y tercera velocidad, lo ideal es cambiar entre 1.700 y 2.000 rpm; a partir de cuarta, conviene subir ese régimen y situarlo entre 2.000 y 2.300 rpm. En un gasolina, para las tres primeras marchas el régimen ideal se sitúa entre 2.200 y 2.500 rpm; en el resto, entre 2.500 y 2.800 rpm.
    A velocidad constante, utilice marchas largas
    Una vez concluida la fase de aceleración, lo más recomendable es mantener una velocidad constante empleando una marcha lo más larga posible -quinta a partir de 80 km/h, por ejemplo-. Pero, ojo, es importante que le permita contar con un mínimo de respuesta en caso de tener que acelerar ante algún imprevisto -como cambiar de carril para facilitar una incorporación de otro vehículo- y que, con sólo reducir una marcha, pueda ganar velocidad al instante.
    Así, en un diésel lo ideal es moverse entre las 1.400 y las 2.000 rpm; en un gasolina, entre las 2.000 y 2.500 rpm. En ambos casos, para mantener la velocidad no debería emplear más del 10% del recorrido del pedal del acelerador.
    En las subidas, reduzca una marcha
    Así, aumentará el régimen de utilización del motor en unas 300 rpm -es decir, circulará entre 1.700 y 2.300 rpm en los diésel y entre 2.300 y 2.800 rpm en los gasolina-. De lo contrario, tendrá que pisar más el acelerador -un 20%- y el consumo será el mismo... pero con dos diferencias: el coche subirá 'con menos alegría' y estará haciendo sufrir inútilmente al motor, pudiendo provocar averías que le costarán hasta 1.500 euros.
    En las bajadas, acelere poco
    Aproveche la propia inercia del vehículo para que éste se desplace y utilice siempre la marcha más larga posible, siempre que haya poco tráfico, sin superar la velocidad legal... y cuando no haya curvas pronunciadas. De esa forma, serán las ruedas las que mantengan en marcha al propio motor, y el consumo será prácticamente nulo -gasta mucho menos que en punto muerto, circunstancia en la que el motor tiene que esforzarse aunque sea sólo para mantenerse en funcionamiento-. Además, cuando la pendiente no sea muy pronunciada, bastará con acelerar sólo un 5% para mantener la velocidad deseada".
    Utilice el control de velocidad en autopista
    Este elemento mantiene de forma automática una velocidad, previamente determinada por el conductor, a través de unos mandos situados normalmente en la zona del volante. Es el método más eficaz para asegurarse de que el motor sólo va a emplear la cantidad de combustible justa y necesaria para mantener la velocidad deseada. Se consigue unareducción de consumo del 5% respecto a intentar continuar a esa misma velocidad de forma manual.
    En los atascos, no utilice sólo la primera marcha
    Si lo hace, superará las revoluciones que le hemos indicado: si es necesario, inserte la segunda. Tampoco acelere con fuerza en primera para después, en punto muerto, dejar que la propia inercia del vehículo le permita avanzar hasta que te vuelvas a parar.
    Con tráfico denso, deje más distancia de seguridad
    Si por delante de circulan otros vehículos, intente dejar cierto margen con el que le precede -bastará con algo más de los 50 metros de distancia de seguridad obligatorios-: así podrá anticiparse para controlar mejor si frenan o aceleran y, así, poder adecuar la velocidad con mayor suavidad, evitando los frenazos y acelerones que se producen en estas circunstancias y que aumentan el consumo en un 20%.
    En los semáforos, punto muerto
    Jamás 'sujete' el coche en primera y con el embrague a medio pisar mientras esperas a que se ponga en verde. El consumo se dispara en ese momento un 25%, dañarás el embrague... y conseguirá lo mismo que esperando en punto muerto y con el freno pisado.
    En las paradas largas, detenga el motor
    Si tiene que detenerse durante varios minutos, sí es aconsejable 'apagar' el motor para evitar que consuma carburante. Sin embargo, pararlo en un semáforo no tiene sentido: no funcionará el aire acondicionado, la batería tendrá que accionar todos los sistemas eléctricos del coche... y, en el momento del arranque, el motor consumirá tanto como si hubiese estado un minuto al ralentí.
    Al detenerse por completo, frene sin reducir de marcha y pise el embrague por debajo de 1.200 rpm
    De esta forma -como en las bajadas-, conseguirá que la propia inercia del vehículo mueva a las ruedas que, a su vez, accionarán el motor sin que éste tenga que gastar combustible para funcionar durante unos cuantos metros. En carretera -por ejemplo, al llegar a un peaje o una retención-, ayúdese del cambio hasta reducir a tercera; a partir de ahí, siga frenando sin bajar de marcha ni pisar el embrague hasta las 1.200 rpm.
    ¿Cómo puede calcular el consumo real de su coche?
    El consumo real de su coche va a depender siempre de cómo sea el trayecto, de la carga y número de pasajeros que transportes. Lo ideal es que diseñe una ruta que considere representativa para su tipo de conducción: por ejemplo, el trayecto que hace de casa al trabajo. Tenga en cuenta que los datos de consumo del ordenador de a bordo suelen indicar, de media, un 5-6% menos de lo que gasta el vehículo en realidad -es decir, si figura una media de 10 litros, el consumo real será de unos 10,5-.
    1.- Llene el depósito de carburante por completo. Para ello, una vez que 'salte' la pistola del surtidor, continúe rellenando con cuidado hasta que vea rebosar el carburante en la toma del depósito.
    2.- Comience a circular con total normalidad -no olvide poner el cuentakilómetros parcial a cero antes de empezar a moverse-.
    3.- Cuanto mayor sea el kilometraje que realice, más precisa será la mediación que obtenga; lo ideal es recorrer, al menos, 200 kilómetros.
    4.- Una vez concluido el trayecto, vuelva a llenar el depósito como en el punto 1 -si es posible, en la misma gasolinera y surtidor, para reducir el margen de error-.
    5.- Ahora, ya sabrá los litros que ha necesitado para rellenar de nuevo el depósito, que equivalen a los que has gastado en todo el trayecto. Basta con que haga una regla de tres para saber el dato real cada 100 km. Aquí tiene un ejemplo:
    Kilómetros recorridos: 276 km
    Litros consumidos: 18,56 litros
    (Litros consumidos x 100) / km recorridos = Consumo medio
    Por tanto: (18,56 x 100) / 276 = 6,72 l/100 km

    jueves, 12 de septiembre de 2013

    LAS BICICLETAS NO SON SÓLO PARA EL VERANO. FOTOS.-

    El paisaje urbano de muchas ciudades europeas, como Ámsterdam o Copenhague sería inconcebible sin bicicletas en sus calles, de hecho, más del 50% de los desplazamientos diarios en estos núcleos urbanos se realizan a pedales. Muy lejos de esas cifras, se trata de una tendencia que poco a poco se va implantando en nuestro país y va adquiriendo más protagonismo, tanto que en los últimos años se ha triplicado el uso de la bicicleta. En total, más del 7% de la población, alrededor de unos 3 millones de personas, pedalean a diario en las ciudades españolas, una cifra que asciende a 1 de cada 4 españoles en términos semanales.
    A la luz de estos datos, es evidente que la movilidad inteligente vive una incipiente revolución favorecida por el contexto social del país y por la forma de vida de los propios ciudadanos. La crisis económica, la búsqueda de hábitos saludables y el compromiso con el medio ambiente son el germen del nuevo sistema de transporte sostenible.
    A medida que aumenta el precio de la gasolina, el coste de los parquímetros y del transporte público es más patente el ahorro económico que significa utilizar la bici como medio de transporte privado de puerta a puerta. En efecto, invertir en una bicicleta es invertir en calidad de vida. Dar pedales también supone un ahorro económico frente a los vehículos de motor, ya que el coste y el mantenimiento de una bicicleta es muchísimo menor. A esta ventaja hay que sumarle el ahorro de tiempo en los trayectos interurbanos, ya que en distancias no superiores a 6 km se impone como medio más rápido, evitando una media de 30 minutos en atascos y más de 10 minutos en la búsqueda de aparcamiento. Un tiempo valioso, sin duda, para cultivar hábitos saludables en un país donde más de la mitad de la población tiene sobrepeso.
    Por tanto, montar en bicicleta es también sinónimo de salud. Acostumbrados a una forma de vida donde impera el sedentarismo, el desarrollo de la actividad ciclista aporta endorfinas y sensación de bienestar, lo que repercute en una mente más ágil y en una mejor ejecución en el rendimiento académico y laboral.
    Todos estos beneficios individuales del ciclista urbano tienen traslación directa en el conjunto de la población. La capital de España y otras ciudades como Barcelona superan los límites legales de contaminación y muchos núcleos urbanos alcanzan niveles poco saludables de dióxido de nitrógeno, cuya principal causa es el tráfico local, y que nos pueden costar una multa millonaria de la Comisión Europea. El uso diario de la bicicleta reduciría las emisiones de este gas que genera "ozono malo" y del nocivo CO2 a la atmósfera en más de un cuarto del total y generaría un aire más limpio, con consecuencias positivas para el entorno y para las cada vez más frecuentes afecciones respiratorias y alérgicas que ocasiona la polución de las ciudades.
    Ante un problema que nos afecta a todos, algunos de los ayuntamientos más importantes de España han decidido impulsar políticas que incentiven la actividad ciclista. A pesar del entorno económico desfavorable, medidas como el sistema de alquiler de bicicletas, o la dotación de infraestructuras urbanas, como los carriles-bici y los circuitos, deben ser una apuesta creciente y prioritaria para las administraciones, ya que a la larga suponen un ahorro para la ciudad y para el propio contribuyente. Pero para que la bici se convierta en un medio de transporte eficaz y seguro, necesitamos también que se produzca un cambio cultural real en la población. Todavía hay un largo camino por recorrer. Las cifras cantan y aún estamos lejos de Ámsterdam y Copenhague, pero el paisaje urbano europeo debe ser icono, vanguardia y referencia de la revolución del transporte sostenible.
    Con referencia a Teruel, ahora empezamos a ver por nuestras calles a los primeros ciclistas. Pero aún seguimos viéndolos como una “rara avis”, puesto que son minoría y carecemos de infraestructuras mínimas para un crecimiento exponencial de este medio de trasporte. Es necesario que se construyan los carriles Bici para evitar el tráfico por las calzadas y, sobre todo, por las aceras. Aun habrá otros problemas que solventar, aunque de maneraque
     Las bicicletas deben ser un elemento más del escenario cotidiano de nuestro país, y para ello es necesario que se produzca un cambio de mentalidad en cada uno nosotros y en nosotros como un todo... un impulso definitivo, en el que ciudades y ciudadanos adquieran conciencia de que las bicicletas no son sólo para el verano.

    viernes, 6 de septiembre de 2013

    Siete claves para encarar con optimismo la vuelta al trabajo. Fotos.-


    Septiembre es el mes elegido por muchos trabajadores para volver al trabajo tras sus vacaciones. Toca recuperar rutinas, un proceso que en muchas ocasiones se hace complicado. Las dificultades no afectan a todos por igual, ya que a las mujeres, las personas de más edad o los que tienen responsabilidades familiares les cuesta más.
    Por ello, TE OFRECEMOS una serie de claves para hacer más agradable y llevadera la "vuelta al cole", con optimismo y aprovechando la energía acumulada durante las vacaciones.
    1. Sin lamentaciones
    Durante los primeros días tras las vacaciones es normal la negatividad y la melancolía. Es necesario realizar un ejercicio de refuerzo, premiándose a uno mismo todo lo que se haga bien. Está comprobado que el autorrefuerzo ayuda a incrementar el autoestima y tener un concepto positivo de uno mismo.
    2. Socialización
    Es muy importante hablar con los compañeros y escucharles. La socialización es la base de una buena vuelta al trabajo. Comentar las vacaciones o comprobar que todos siguen bien, ayuda. Asimismo, es bueno incorporar algo que motive en el puesto de trabajo, como una nueva agenda o un bolígrafo.
    3. Organización
    La organización es una de las máximas de siempre, pero especialmente importante en un momento en el que todo puede parecer nuevo, y con el trabajo que se habrá acumulado. Es vital realizar un plan semanal, y mentalizarse de que es imposible abarcarlo todo antes de tiempo.
    4. Priorizar
    En el mismo sentido, es básico aprender a dar prioridad. Es algo que parece de pura lógica, pero que en muchas ocasiones no se pone en práctica. Es un aspecto básico para sobrellevar de modo óptimo la rutina.
    5. Sin precipitarse
    Por otro lado, hay que tener en cuenta que, aunque es bueno encarar cuanto antes todas las actividades laborales, se necesita un tiempo de entrenamiento. Así, se evitará tomar decisiones precipitadas, que podrían causar problemas posteriores.
    6. Descanso
    Una vez envueltos en la vorágine laboral, muchas veces se olvida dedicarse tiempo a uno mismo. Por ello, es muy conveniente llevar a cabo actividades placenteras, similares a las que se hacían en verano: salir a cenar, noches exclusivas con la pareja, etc.
    7. El ocio sigue
    Muchas veces se tiene la creencia de que con el fin del periodo estival no se pueden seguir llevando a cabo actividades de ocio. Y no es verdad. Todo lo contrario, de hecho: hay que seguir disfrutando del tiempo libre.

      martes, 3 de septiembre de 2013

      FOTOS DE LA FIESTA DE LAS VÍRGENES DE SUAZILANDIA.-


      Suazilandia, en suazi: Umbuso weSwatini; es un pequeño estado soberano sin salida al mar, situado en África Austral o del Sur, en las estribaciones orientales de los Montes Drakensberg, entre Sudáfrica y Mozambique, cuya forma de gobierno es la monarquía absolutista. Su territorio está organizado en cuatro distritos. Su capitalidad está formada por dos ciudades: Mbabane, sede administrativa y Lobamba, sede del poder real y legislativo. La ciudad más poblada es Manzini, que posee 100.000 habitantes.Recibe su nombre de la tribu suazi, una etnia bantú.

      Miles de niñas y adolescentes han danzado para su rey tras siete días de gran fiesta. Lo han hecho como manda una de las tradiciones más viejas y controvertidas del sur de África: semidesnudas, en casa de la reina madre, el viejo palacio que posee la familia real en Suazilandia. Uno de tantos.
      El Reed Dance o Umhlanga es una tradición zulú y suazi que se practica en Sudáfrica y Suazilandia y en la que miles de jóvenes danzan con el pecho destapado (algunas llevan camisetas) delante de su monarca. También se le conoce como baile de las vírgenes o baile de las cañas, que es el objeto que las adolescentes deben llevar hasta el palacio para entregar como ofrenda.

      Los hombres también responden a las jóvenes con bailes y ofrendas en los que participa hasta el propio rey de Suazilandia, Mswati III, que al final del domingo bajó con el resto de cortesanos a bailar entre las miles de jóvenes. En este sentido, la fiesta es global, ya que hasta las propias hijas del monarca participan en las mismas condiciones que el resto (sólo llevan plumas rojas en la cabeza como señal de distinción).
      Tradicionalmente este baile servía para que el rey eligiera esposa entre las participantes que enseñan el cuerpo. Tiene también otros significados: el de encuentro de las mujeres de todo el reino y el de una forma de afianzar su papel social y fortalecer el trabajo en equipo.

      En la controvertida fiesta deben participar sólo niñas y jóvenes que sean vírgenes, lo que ha generado todo tipo de críticas internacionales por el papel en el que deja a la mujer y por la exhibición que hacen las adolescentes de sus cuerpos. Congrega a miles de personas en torno a un estadio que en el caso de Suazilandia se utiliza sólo para este evento. Ellas bailan y cantan mientras el resto las mira pasar. Una fiesta difícil de entender y de juzgar desde un prisma puramente occidental.

      LA LEYENDA DE LA TORRE DE DOÑA BLANCA. ALBARRACÍN.-


      En el extremo sur del peñón en que se asienta la Ciudad de Albarracín, junto a la antigua iglesia de Santa María, se alza un grueso y cuadrado torreón. El pueblo le llama "La Torre de Doña Blanca". Ésta torre fue, sin duda, una pequeña fortaleza destinada a vigilar, primeramente, a la mozarabia de la ciudad, situada junto a la sobredicha iglesia, como luego vigiló los movimientos de la judería, que ocupaba el "Campo de San Juan".

      En torno a la torre, el peñón se estrecha, y a sus pies, en profundo cauce, discurre el río Guadalaviar, aprisionado por las rocas y por los vallados de pequeños huertecillos. Al otro lado del río, la ingente masa rocosa vuelve a alzarse para dominar desde elevadas cumbres la ciudad, el río y los huertecillos.

      Pero la torre de Doña Blanca, guarda entre sus muros, al decir de las gentes, el misterio evocador de la figura triste de una joven infanta aragonesa. Porque Doña Blanca era hermana menor de un príncipe heredero del trono de Aragón. Era una joven ingenua, casta y sencilla, por cuyas prendas no sólo sus padres, los monarcas, sino también toda la nobleza de estos reinos, la idolatraban. Pero la esposa del futuro rey, por la más vergonzosa envidia, la odiaba tenaz y sañudamente.

      Y así ocurrió que, al morir el rey, los nobles aclamaron al príncipe heredero, y aquella mujer, que tanto odiaba a Doña Blanca, quedó constituida reina de Aragón. La joven infanta se acogió al lado de su madre, la reina viuda, pero fueron los mismos nobles quienes la aconsejaron que huyera de estos reinos para salvar su vida, refugiándose en la corte de sus deudos los reyes de Castilla.

      Y sucedió que un día, de paso para Castilla, llegó a Albarracín, acompañada de algunas dueñas y de pocos caballeros, la desgraciada infanta aragonesa. La acogida que a Doña Blanca le dispensó Albarracín fue muy cordial, por cuanto que hasta aquí había llegado la fama de sus virtudes y la noticia de los odios de la reina. La ciudad entera presenció el paso de la vistosa comitiva con sus jinetes y sus escuderos por las calles tortuosas hasta llegar a los palacios de Azagra, Señor de Albarracín, donde se hospedó la joven infortunada. Consigo traía, en cofres forrados de cuero y guarnecidos de hierro, todos sus tesoros de joyas valiosas y preciadas telas. No era bien dejar todo esto en Aragón.

      Pasó un día y otro día, y las gentes esperaban con impaciencia poder contemplar de nuevo el rostro de Doña Blanca y ver su lucida comitiva, al menos, cuando dejara la corte de los Azagra para continuar su viaje hacia Castilla. Mas el tiempo pasó... y las dueñas y los caballeros que habían acompañado a la infanta aragonesa emprendieron un día su regreso hacia tierras de Aragón; pero a Doña Blanca... ya nadie la vio jamás.

      El pueblo, lleno de sorpresa y admiración, empezó a pensar que la joven había muerto llena de tristeza por su doloroso destierro, y que había sido sepultada secretamente en el famoso torreón que había de llevar su nombre en adelante. Mas nadie supo jamás lo sucedido, porque las gentes de la casa de Azagra y los nobles de la ciudad guardaron el secreto cuidadosamente.

      Desde entonces, en todo plenilunio estival, cuando los próximos peñascos recogen el eco de la campana que suena la hora de la media noche, las gentes de Albarracín cuentan que se puede ver salir de la Torre de Doña Blanca una sombra clara, como de rayo de luna, a la manera de la figura de una mujer de blancas y holgada vestiduras que va descendiendo lentamente por los escarpes de la roca, como si fueran los peldaños de un palacio encantado, hasta llegar a los huertecillos y luego al río, en cuyos cristales se baña, y desaparece para no ser vista hasta otra noche de plenilunio. Es "La Sombra de Doña Blanca".