martes, 29 de octubre de 2013

DIEZ LUGARES TERRORÍFICOS EN LOS QUE PASAR LA NOCHE DE HALLOWEEN. FOTOS.-

Londonderry, Irlanda

Londonderry celebra cada año la fiesta de Halloween más grande de Irlanda. Durante toda la semana se organizan exposiciones de búhos, maratones de películas de terror en el Nerve Centre Cinema, noches de cuentos sobre fantasmas, visitas al antiguo galeón fantasma y un sinfín de actividades relacionadas con esta fiesta.



Stonehenge, Inglaterra

Los orígenes de Halloween provienen de la creencia celta de que en este día las almas de los muertos pueden comunicarse con la de los vivos. La finalidad de esta construcción no se sabe con certeza, pero se supone que podría haber sido utilizada en ceremonias religiosas de culto a los muertos y a la vida. El misticismo que envuelve el monumento de Stonehenge hace sin duda que sea uno de los lugares más fantasmales para celebrar la "noche de los muertos vivientes".


Berlín, Alemania

En general, los alemanes no son muy aficionados a esta fiesta pero en los últimos años, las ciudades han comenzado a cobrar vida. Cada vez hay más fiestas temáticas en discotecas, librerías y parques de la ciudad, sobre todo en la capital. La noche de Halloween no solo se  piensa en la diversión sino también en la seguridad ya que las casas se ocultan todos los cuchillos y objetos cortantes para evitar que las almas en transición puedan hacer daño a los mortales.

Transilvania, Rumania


En la tierra del conde más temido de todos los tiempos, sobrevivir la noche de Halloween será un reto para unos pocos valientes. La experiencia más mística cercana a esta leyenda, se puede vivir en el interior del famoso Castillo de Sighisoara, ciudad natal del Príncipe Vlad Drácula, una fortaleza del siglo XV de ruidos y sombras sospechosas que no dejarán indiferente incluso al más escéptico.
                                                     


Salem (Massachusetts), EEUU

Salem, la famosa "ciudad de las brujas", a sólo 30 minutos de Boston, es el lugar perfecto para sumergirse en la atmósfera de Halloween. En este pequeño pueblo, localización de muchas películas de terror, todos los años desde principios hasta finales de octubre se organizan diferentes eventos como visitas a casas encantadas, desfiles de brujas y magos además de sesiones de espiritismo.


Ciudad de México, México

Las celebraciones en México están relacionados con el Día de los Muertos, cuando miles de personas acuden a los cementerios llevando flores y comida en las tumbas de sus seres queridos. Los lugares con más encanto para pasar esta noche llena de magia son definitivamente las islas del Lago de Pátzcuaro, pobladas por indígenas Purépechas, donde la niebla en las orillas se mezcla con el misticismo y la cultura indígena para ofrecer una experiencia sin igual.
En la imagen máscaras mexicanas.

Bangkok, Tailandia

En la noche de Halloween, las calles de la capital tailandesa se llena de música, color y máscaras de todo tipo. En particular, en la zona de Silom Soi 4 la comunidad homosexual organiza un festival único de bailes, canciones y concursos para elegir a la máscara más escandalosa.




Capilla de los Huesos, Évora, Portugal

La Capilla de los Huesos, en Évora (Portugal), es una de las capillas más horripilantes del mundo y una visita obligatoria en Halloween. Fue construida con los huesos de 5.000personas, en el siglo XV, por un monje franciscano que quería transmitir un mensaje sobre el carácter efímero y transitorio de la vida. En la entrada de la capilla se puede leer: “Nosotros, los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos“.

Chalindrey, Francia

Esta pequeña ciudad, no lejos de la frontera con Suiza, podría considerarse la "Salem de Europa" por su pasado vinculado a la brujería. En la fortaleza du Cognelot (o Vercingétorix) la música celta y el ambiente medieval transportan al visitante a los orígenes de la caza de brujas en el festival que cada año se celebra en el día de Halloween.
En la imagen el Castillo Chaumont




Nápoles, Italia

La ciudad es rica en tradiciones y creencias populares relacionadas con el mundo de los muertos.  Bajo sus calles existe un complejo de catacumbas y galerías que se pueden visitar y conocer los terroríficos secretos que guardan sus callejones.

martes, 22 de octubre de 2013

LA BARONÍA DE ESCRICHE: PASADO Y PRESENTE.-


Este pequeño pueblo de la provincia de Teruel, llamado Corbalán fue en su día, sede del barón de Escriche, quien ganó su rango, gracias a vencer a una legendaria fiera, que atemorizaba a los habitantes de todo este territorio, y que había vencido a los más atrevidos caballeros.
Para derrotar a esta horrible bestia, se bastó de un sencillo espejo y una espada.
Cuando se enfrentó al monstruo lo primero que hizo fue colocar el espejo ante su cara, por lo que la fiera se viera reflejada, quedando boquiabierta ante su fealdad, momento que aprovechó el valiente, para clavarle la espada en la boca, el único punto vulnerable que la fiera tenía, y que hasta entonces nadie había podido vulnerar.
De esta manera, consiguió matar a la bestia, y se pudo volver a repoblar el lugar.
El rey agradecido ante semejante valentía, le concedió en baronía, todas las tierras que fuera capaz de recorrer durante un día, naciendo así la Baronía de Escriche.
Aquella hazaña, es el origen de la siguiente jota:
"Nadie le teme a la fiera,
que la fiera ya murió
al revolver una esquina,
un valiente la mató."


La Casa Grande es un edificio del siglo XVI sede de la baronía de Escriche. El palacio fue adquirido en 2001 por la Diputación Provincial de Teruel y está previsto realizar un complejo hostelero de calidad con una importante zona deportiva y natural integrada. El proyecto correrá a cargo de Patxi Mangado, autor del premiado pabellón de España de la Expo.


Como es habitual en los palacios renacentistas, en la planta baja del palacio se situaban las dependencias de la servidumbre, la cárcel, las cuadras y el patíbulo. La primera planta era la planta noble, a la cual se accede mediante una escalera monumental y en la última planta se encontraban los graneros y almacenes. En las estancias del barón hay una serie de pinturas murales de gran valor artístico que han estado al borde de su desaparición. Se trata de 41 pinturas datadas a finales del siglo XVII o comienzos del XVIII. Reflejan escenas de género, temas ecuestres y cetrería, paisajes y alegorías de los continentes, además de temas alusivos a la vida del Barón de Escriche, que gobernaba la finca. La autoría no está comprobada, pero podría tratarse de un artista o artistas formados en Valencia.

¿Pero quiénes eran estos barones de Escriche? El linaje de los barones de Escriche arranca de un rico hombre castellano, Muño Sancho, señor de La Finojosa. El primer Escriche será Pascual Sánchez Muñoz, hacia 1176, que sirvió a Alfonso II, Pedro II y Jaime I de Aragón. Pascual y su hijo Gil Sánchez Muñoz serán justicias de Teruel, lo mismo que el nieto Pedro, tercer barón de Escriche. La baronía será revalidada por Alfonso IV en 1328.

A esta familia perteneció Gil Sánchez Muñoz, sucesor del cismático Papa Luna bajo el nombre de Clemente VIII, aunque no llegara a ser reconocido por la Iglesia de Roma y es declarado Antipapa. Tras un paréntesis en el que la baronía estuvo en poder de una rama segundona de los Sánchez Muñoz, Carlos I, en 1538, la restituía a la primogenitura en la persona de Gaspar Sánchez Muñoz. Sucesivas confirmaciones del título, en 1785, al casar el Escriche Antonio con Juana Amat de Terán, la baronía de Escriche se fusionará con la casa de los La Linde.

viernes, 11 de octubre de 2013

LEYENDA DEL CABALLO BLANCO DE VISIEDO.-


Existe una historia real en Visiedo, luego magnificada o mitificada, acerca del caballo blanco que usó el joven Rey Alfonso XII, cuando entró en Madrid, fue regalo de un visiedano ilustre, don Alberto Ibañes Palenciano…

Se cuenta que Bernaldo de Cabrera, que erigió la fortaleza medieval, usaba también un caballo blanco al entrar en batalla. Alfonso XII, con su talante simpático y llano, tan cercano al pueblo, tan abierto, tenía una faceta que Cánovas intento publicitar, para identificar ejército y
monarquía, la de Rey-soldado. Además Alfonso, era un amante de los caballos, aunque su precariedad de príncipe en el exilio no le permitía comprar; pero con la
quiebra de la Bolsa de Viena, cuando estudiaba en la Academia del Theresianum, consiguió algunos ejemplares, eso sí, pagados en seis meses, por eso nos imaginamos al joven, ya Rey, ilusionado como un niño ante este regalo.
Ibañes Palenciano era un rico hombre, monárquico, ilustre, vinculado con los centros de poder y con las posesiones de España en América, fue alcalde de la Habana y senador electo. Como otros, puso su talento y sus bienes al servicio de la Restauración monárquica.

Pronto, el rey tuvo que enfrentarse con la situación de las Guerras Carlistas, acudió al frente y allí su caballo, ese magnífico y noble ejemplar, salvó la vida del Rey, en la batalla de Lácar donde los carlistas ganaron, allí el caballo hizo un extraño, una cabriola sin venir a cuento y de esta forma se desvió una bala que daría de pleno a Alfonso, la bala perforó la manga de la guerrera regia e hirió a
otro caballo.

martes, 1 de octubre de 2013

EL AEROPUERTO DE TERUEL, YA ES UNA REALIDAD. FOTOS.-



Es probable que muchos de los automovilistas que circulan entre Zaragoza y Valencia se hayan llevado las manos a la cabeza al ver los carteles que marcan la salida hacia el aeropuerto de Teruel. "¿Aquí también?", se habrán preguntado, añadiendo con amargura un nuevo nombre a la lista de aeródromos convertidos en símbolos de nuestra ruina. De entre las muchas burbujas que ha vivido la sociedad española, la aeroportuaria ha sido la más lacerante no sólo por el despilfarro de dinero público que ha supuesto sino, sobre todo, porque ha abierto una herida que tardará tiempo en dejar de sangrar. Duele mucho que periódicos y televisiones de medio mundo se hayan empleado a fondo denunciando la sorprendente cosecha de 'aeropuertos fantasma' que alumbró la España del pelotazo, como el de Castellón -que sigue sin inaugurarse - o los de Ciudad Real y Huesca- que se han quedado sin vuelos-. Y escuece aún más porque hay conciencia plena de que el pitorreo general está sobradamente justificado.
"Es un aeropuerto especial, no es para pasajeros", se apresura a dejar claro el director de la terminal de Teruel nada más estrechar la mano al visitante. Alejandro Ibrahim es consciente de la maldición que se ha abatido sobre las infraestructuras aéreas y por eso se esfuerza desde el principio en poner negro sobre blanco que la experiencia turolense es algo inédito en España. "Aspiramos a ser el primer aeropuerto industrial de Europa, una instalación que ofrece a las aerolíneas un lugar para estacionar sus aviones cuando no están operativos y también unos servicios auxiliares competitivos de mantenimiento y reciclaje".
La introducción del director deja a su interlocutor un tanto frío. ¿Un aeropuerto industrial? Suena un poco raro, sobre todo porque el lugar está en medio de la nada. La instalación ocupa una pequeña porción en una de esas inmensas llanuras semidesérticas tan características del paisaje del sur de Aragón. Allí no hay otra cosa que un cielo de un azul transparente y un suelo árido y polvoriento. Ni siquiera hay un árbol donde entretener la mirada en varios kilómetros a la redonda. Sin embargo, el responsable del aeropuerto es un hombre paciente y sus palabras hacen que las piezas vayan encajando poco a poco.

La base del negocio, explica Ibrahim, es el estacionamiento de aviones. La flota de las compañías aéreas ha crecido tanto (hay ya unos 30.000 aviones volando por el mundo) que cada vez es más frecuente que haya aparatos que cada cierto tiempo tengan que quedarse en el dique seco. "Puede ocurrir en invierno, cuando hay un descenso considerable de pasajeros, o también cuando un avión adquirido en leasing pasa de una compañía a otra, o incluso cuando un aparato se deja una temporada fuera de servicio porque consume más combustible que otros más modernos". Un avión no es algo que se pueda dejar aparcado así como así. En los aeropuertos comerciales molestan porque ocupan mucho espacio y por eso las tarifas suelen ser prohibitivas (el 'parking' cuesta unos 1.000 euros al día). Hasta hace poco a las aerolíneas no les quedaba otro remedio que llevárselos a Estados Unidos, el único sitio donde había un servicio así.
Desde hace un par de meses Teruel se ha convertido en una alternativa al desierto californiano del Mojave, que además de plazas para estacionar temporalmente aviones tiene también el mayor cementerio de aeronaves que se conoce. Las condiciones climáticas de la terminal aragonesa resultan ideales para que los aparatos se conserven en óptimo estado: la combinación de muchas horas de sol y muy pocas precipitaciones hace que la humedad ambiental sea muy baja. La corrosión, sonríe Ibrahim, nunca ha dado mucho trabajo a los carroceros y los talleres mecánicos de Teruel.

Sin cruzar el charco
La tantas veces denostada aridez de las tierras bajas aragonesas ha resultado ser esta vez una bendición. Tarmac Aerosave, una empresa filial de Airbus, el gigante europeo de la aviación, no tardó en poner sus ojos en Teruel en cuanto tuvo noticia de que allí se iba a construir un aeropuerto. Tarmac había inaugurado unos pocos años atrás una base para estacionamiento y mantenimiento de aviones en Tarbes, una localidad del sur de Francia próxima a Toulouse, sede central de Airbus. Era una nueva línea de negocio que por primera vez se exploraba en Europa. El éxito desbordó sus previsiones. El aeropuerto de Tarbes (25 plazas) se quedó pequeño en un abrir y cerrar de ojos, así que Teruel se erigió en la opción más interesante por proximidad (cuatro horas en coche desde Francia), climatología y amplitud (el estacionamiento multiplicará por diez la capacidad de Tarbes).
Tarmac firmó un acuerdo con la Administración aragonesa (Gobierno autonómico y Ayuntamiento de Teruel) para explotar una parte del aeropuerto a cambio de un canon anual de 1,25 millones de euros. "Solo con esa cantidad cubrimos nuestros gastos operativos porque nuestra plantilla asciende a cuatro personas y el resto de las actividades, desde bomberos hasta seguridad o limpieza, las tenemos externalizadas", precisa el director. La terminal está operativa desde marzo aunque fue en agosto cuando se estrenó con la llegada de un par de Boeing 747, más conocidos como 'jumbos', que han sido los primeros 'huéspedes' de Teruel.

El visitante que se acerca por primera vez a la instalación no puede evitar dar un respingo al contemplar uno de esos gigantescos pájaros de acero varado en medio del páramo turolense (el otro 747 está en un hangar). Los operarios le han retirado la librea, que es la decoración de la compañía, y el fuselaje, recién pintado de blanco, refleja los rayos aún poderosos del sol septembrino. "Esta compañía solía dejar sus aviones en Estados Unidos, pero ahora ha decidido traerlos aquí", cuenta José Moliner, el director de ventas de Tarmac Aragón, la empresa creada para la explotación. "Para ellos es un ahorro considerable dado que uno de estos aviones gasta unos 80.000 euros de combustible cruzando el charco".
Paralelo al negocio del estacionamiento está el de mantenimiento, ya que una aeronave requiere un estricto protocolo de tareas de supervisión (encendido periódico de motores, revisión de dispositivos de vuelo...) para conservar el certificado de aeronavegabilidad. Mano de obra especializada no va a faltar: Tarmac, que se ha comprometido a crear un centenar de empleos, ha recibido 3.000 currículos, muchos de ellos de antiguos técnicos de Spanair.
La tercera pata del negocio es el reciclaje. "Se calcula que en los próximos veinte años habrá unos 6.000 aviones que tendrán que ir a la chatarra y Teruel va a ofrecer a las compañías un servicio de desguace completo que permitirá reciclar buena parte de los componentes del avión respetando los criterios medioambientales", desgrana el responsable de Tarmac. Las perspectivas son sobre el papel favorables y en Aragón están convencidos de que el aeropuerto se va a convertir en un polo que atraerá a decenas de industrias auxiliares relacionadas con la aviación. Ironías del destino, igual resulta que el Eldorado de la España del siglo XXI está en la que hasta ahora ha sido probablemente su provincia más ninguneada. Porque Teruel existe, vaya que si existe.