martes, 22 de marzo de 2016

LA TRUFA NEGRA DE SARRIÓN. ¡QUÉ MANJAR!



Las trufas (Tuber) son unos hongos que crecen en raíces de árboles como los castaños, nogales o especialmente  las encinas o robles.
Tiene forma irregular más o menos redondeada, parecida a la patata, de superficie rugosa y color oscuro. Su interior presenta una apariencia repleta de venas. Su tamaño va desde el tamaño de una nuez al de una patata.
Sarrión es un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, limítrofe con la Comunidad Valenciana, que apenas supera el millar de habitantes y que se ha convertido en el principal productor de trufa a nivel mundial. El año pasado, estas tierras azotadas por la despoblación produjeron en torno a 30.000 kilos de este preciado hongo. Mientras, en toda Francia –país que hasta ahora era la gran potencia trufera– se recolectaron unos 40.000.
El de la trufa es un negocio rentable y al alza. En esta zona de Teruel, se comenzó a apostar por él en la década de los ochenta y treinta años después se ha comprobado que es todo un filón económico. Por eso, cada vez son más los agricultores que encuentran en la trufa la forma de garantizar la rentabilidad económica de sus explotaciones agrarias.
Todo comenzó, a finales de los 80, con un curso que impartieron en la localidad expertos en el sector para promocionar este hongo, sobre el que gira actualmente buena parte de la economía de la comarca. Varios agricultores se animaron a hacer un viaje a Francia para ver algunas explotaciones y a la vuelta comenzaron a poner en marcha las primeras plantaciones. De eso, han pasado ya tres décadas y su cultivo no ha hecho más que crecer.

La trufa está considerada como el diamante negro del sector agrario por su precio, escasez y las dificultades para su localización. No vale cualquier terreno, se tienen que dar unas condiciones muy específicas. Se desarrolla en asociación con las raíces de determinados árboles como el roble, la coscoja, la encina o el avellano y crece enterrada en el suelo, a unos 30 centímetros de profundidad. Nace en tierras calizas, en zonas frías y sobre todo húmedas y la lluvia es clave para su crecimiento.
Aragón es una de las grandes potencias mundiales en lo que a la producción de este hongo se refiere, que crece sobre todo en la provincia de Teruel. Por eso, el Gobierno regional quiere constituir la marca Aragón para comercializar la trufa con el objetivo de convertirla en seña de identidad de la agroalimentación de la Comunidad.
Según las autoridades «el cultivo de la trufa, en estos momentos, está a punto de convertirse en detonante formidable del desarrollo económico de una zona que, sin la trufa, estaría condenada a la despoblación y desaparición».