jueves, 21 de mayo de 2020

MICRORRELATO: LA RASMIA TUROLENSE.-






LA RASMIA  DE TERUEL.-


         Es una noche oscura, el silencio sepulcral, únicamente roto por el suave crepitar de las luces nocturnas. Nuestro hombre se asoma a hurtadillas a la Plaza del Torico, escudriña cada uno de los recovecos de la misma y, cuando se cerciora de que está vacía, lanza sus rayos cósmicos sobre los cuatro caños de la fuente, con el objetivo de conseguir esa fuerza que proporciona la “rasmia” turolense, concentrada en la columna de la fuente y defendida por el imponente “torico”, que la protege cual vigía permanente.

        La fama de esa energía ha traspasado fronteras y es un reclamo turístico, que lleva a todos los foráneos a acercarse a la ciudad del Turia. Un gentío que busca  contagiarse de esa energía que se desprende de todos y cada unos de los turolenses, que se respira en cada esquina y en cada recodo del camino.


          Esta fuerza (la rasmia) se ha forjado por el paso de las tres culturas a lo largo de la historia por nuestra ciudad y que nos ha revestido con un aura de resistencia para  soportar todas las adversidades.

              Nuestro insólito ladrón no ha podido recoger esa fuerza, al igual que ninguno de los que lo han intentado. Lo único que absorben es una buena dosis de fortaleza y una ración doble de ganas de volver a visitarnos. 

     La rasmia la llevamos impregnada todos los turolenses, es nuestra y no se puede negociar con ella, puesto que, después de lo que hemos pasado a lo largo de la historia, de las guerras, de los enfrentamientos y de la discriminación a la que nos tiene sometidos esta injusta sociedad nadie, repito, nadie nos va a quitar nuestra rasmia.