miércoles, 11 de noviembre de 2015

EL MILAGRO DE CALANDA. ¿MITO O ESTAFA?



"Decidimos, pronunciamos y declaramos que a Miguel Pellicer, natural de Calanda, de quien en este proceso se trata, le ha sido restituida milagrosamente su pierna derecha, que antes le habían cortado, y que tal restitución no ha sido obrada naturalmente, sino prodigiosa y milagrosamente, debiéndose juzgar tener por milagro, por haber concurrido en ella todas las circunstancias que el derecho exige para constituir un verdadero milagro, como por el presente lo atribuimos a milagro, y por tal milagro lo aprobamos, declaramos y autorizamos".

Sentencia del 27 de abril de 1641,
 firmada por D. Pedro deApaolaza Ramírez,
arzobispo de Zaragoza
 el 5 de junio de 1640.


Sucedió el milagro entre las 10 y las 11 de la noche del jueves 29 de marzo de 1640, en la villa aragonesa de Calanda y en la persona del joven Miguel Juan Pellicer, de 23 años.
Contaba el joven Miguel Juan Pellicer 19 años cuando, trabajando en Castellón de la Plana, cayó de un carro, cargado de trigo, que conducía, y una rueda le aplastó la pierna derecha. Pasó 5 días en el Hospital de Valencia y pidió ser llevado al Hospital de Nuestra Señora de Gracia en Zaragoza.

 Debido a este incidente, fue necesario amputarle dicha pierna, dos dedos más abajo de la rodilla, lo que se hizo en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, en Zaragoza, por el cirujano D. Juan Estanga, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García.

Tras su convalecencia durante dos años en el Hospital citado, fue mendigo en la puerta del templo de Nuestra Señora del Pilar, de la que era muy devoto desde su niñez, ya que existía una ermita con su advocación en Calanda, y a la que se había encomendado antes y después de su operación, confesando y comulgando en su santuario. Cada día, Pellicer untaba el muñón de su pierna con el aceite de las lámparas que ardían ante la Virgen del Pilar mientras pedía limosna a la puerta del templo.

Vuelto a casa de sus padres, en Calanda, a primeros de marzo de 1640, el día 29 de ese mes, habiéndose acostado en la misma habitación de sus padres, por haber un soldado alojado en casa, lo encontraron ellos dormido media hora más tarde, con dos piernas, notándose en la restituida las mismas señales de un grano y unas cicatrices que tenía antes de su amputación.


Tras su curación, Miguel Juan volvió a viajar a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar, y, a instancias del Ayuntamiento de la ciudad, se incoó en el arzobispado un proceso el 5 de junio de 1640, pronunciando sentencia afirmativa de curación milagrosa, el Arzobispo D. Pedro Apaolaza, asesorado por nueve teólogos y canonistas, el 27 de abril de 1641. Se conserva íntegro el texto de este proceso con las declaraciones de los 25 testigos que comparecieron.

El milagro se divulgó rápidamente por la Corte, y Pellicer fue recibido en Madrid por el Rey Felipe IV. Una relación en castellano sobre el Milagro, hecha en 1641 por el carmelita Fr. Jerónimo de San José y luego traducida al italiano, difundió la noticia por España, Italia y Sur de Francia. Sobre todo una Relación en latín, escrita por el médico alemán Pedro Neurath en 1642, luego traducida al francés, alemán y holandés, lo divulgó por toda Europa. El mismo Papa Urbano VIII fue informado personalmente por el P. jesuita aragonés F. Franco en 1642.

Entre los milagros, que, por definición, son todos excepciones de las leyes de la naturaleza, el de Calanda es, a su vez, excepcional; por eso las relaciones coetáneas lo calificaron de "milagro inaudito en todos los tiempos"·.

El Canónigo e Historiador zaragozano D. Tomás Domingo cuenta con una obra de reciente publicación titulada "El Milagro de Calanda" en la que detalla todo el proceso, testimonios, etc. y que supone toda una vida de recopilación de datos, documentos e investigación del milagro obrado por la Virgen del Pilar en la persona de Miguel Pellicer.

 Después de diez años de investigación y tras bucear en archivos históricos, un trabajo realizado por dos historiadores desmitifica un milagro de la Virgen del Pilar, el más conocido de Zaragoza, el del cojo de Calanda, un personaje que más bien debería haber pasado a la historia como el "pícaro de Calanda".
Aunque las crónicas hablan de un milagro extraordinario ocurrido en el siglo XVII en Zaragoza, la restitución de una pierna a un amputado, para los historiadores Ángel Briongos y Antonio Gascón este suceso no es más que un mito forjado desde el poder, en un momento en el que a la ciudad le venía bien que esto ocurriera.
Así lo explican en las más de setecientas páginas del libro El milagro del cojo de Calanda. La génesis de un mito, un ensayo de investigación que se presentó de la mano de dos escritores ligados a Aragón, Javier Sierra y José Luis Corral, que se mostraron fascinados por este trabajo.
A la conclusión que han llegado estos dos historiadores después de haber consultado documentos de distintos archivos históricos es que la construcción de este mito, que tiene como protagonistas a Miguel Pellicer, el cojo de Calanda, y el vicario de esta localidad, que en ese momento estaba siendo investigado por la Inquisición; tiene un motivo, un cruce de intereses, con la lucha del clero como telón de fondo.