jueves, 31 de enero de 2013

CINCO DE LOS 14 PUEBLOS MÁS BONITOS DE ESPAÑA SON DE TERUEL.-


                                                                                        (FOTO DE VALDERROBRES)
               
Cinco de los catorce pueblos más bonitos de España son de la provincia de Teruel. Son Valderrobres, Rubielos de Mora, Albarracín, Calaceite y Puertomingalvo. Pueblos que reúnen características comunes en cuanto a belleza y conservación de su patrimonio.
              Forman parte de la Red de los pueblos más bonitos de España, una asociación creada en 2011 con el objetivo de preservar, fomentar y difundir el patrimonio cultural, natural y rural agrupando bajo una misma marca de calidad pueblos con una población menor a 15.000 habitantes.
          Así, describen Valderrobres como "un espectacular pueblo con encanto de la comarca del Matarraña, donde casi todos sus pueblos entrañan un encanto espectacular. Se podría decir, sin duda, que Valderrobres es el máximo exponente".
                                          (PATIO DE RUBIELOS DE MORA)
       Respecto a Rubielos de Mora, afirman que cuenta con un casco histórico muy bien conservado y llegó a contar con una muralla de siete portales para acceder al pueblo de los que tan solo quedan dos. 

                                                            (FOTO DE ALBARRACÍN)

        En cuanto a Albarracín, a 1.182 metros de altitud, está declarado conjunto histórico-artístico desde 1961, "este pueblo entra, sin lugar a dudas, con letras de oro en nuestro catálogo y es un pueblo que no te puedes perder".
                                                                     (FOTO DE CALACEITE)
       De Calaceite resaltan su declaración como conjunto histórico-artístico en 1973 y que desde su plaza mayor, con su ayuntamiento del año 1609, se van tejiendo los recorridos por donde se visita el pueblo, a través de sus preciosas calles.
                                                  (FOTO DE pUERTOMINGALVO)
              Finalmente, de Puertomingalvo, la Red destaca que es un sitio pintoresco, donde el castillo juega un importante papel. El pueblo tiene estrechas calles repletas de edificios de aquitectura popular, donde su máximo exponente es su ayuntamiento del siglo XIV.

viernes, 25 de enero de 2013

LA IMPORTANCIA DE LA CLASE DE RELIGIÓN SEGÚN PEREZ-REVERTE.-


                                            Me lo comentó el otro día una profesora que trabaja en un colegio laico, mixto, de excelente nivel y prestigio. Con vitola culta y liberal. De los veintitantos niños de ocho a nueve años que tiene en su clase, sólo dos cursan Religión como asignatura optativa. Y en el resto del cole, más menos. Casi todos los padres eligen para sus hijos algo llamado Alternativa. Eso me picó la curiosidad. Lo mismo me da para insultar a alguien el próximo domingo, me dije. Que en los últimos artículos me he amariconado mucho. Así que esta semana hice algunas preguntas y obtuve, como veía venir, apasionantes respuestas. Y conclusiones. La principal, básicamente, es que lo mismo con el Pepé, con el Pesoe o con la madre que nos parió, esto va a seguir siendo una puñetera bazofia para analfabetos. Porque seamos justos. Ni siquiera podemos echar la culpa a los planes infames de educación que unos y otros nos llevan asestando desde hace tiempo. Los primeros responsables, los culpables son los mismos papis. O sea. No sé si me explico. Somos nosotros.

              Imagino que a estas alturas de la página y sus titulares algún simple habrá pensado: vaya carca, el amigo Reverte, pidiendo el catecismo para los niños. Pero no estoy hablando de eso. Cuando lamento que los padres elijan para sus niños Alternativa en lugar de Religión, no añoro doctrina cristiana ni encaje de bolillos teológico. A mi juicio, la asignatura de Religión debería ser un espacio donde a un niño se le dotara de los mecanismos culturales adecuados para comprender el peso y papel de las religiones en el mundo: Islam, budismo, etcétera. Lo que se trajina. Lo que hay. Y también, naturalmente, el Cristianismo y el peso indudable que la Iglesia Católica, para bien y para mal, ha tenido en veinte siglos de civilización y cultura europea. En las bases de lo que algunos aún llamamos Occidente. Lo mismo que la cultura clásica, el Renacimiento o la Ilustración: somos Homero, Platón y la Enciclopedia tanto como los Evangelios y la Biblia. A ver de qué manera van a poder interpretar las claves de esa cultura europea, disfrutarla y aprovecharla, chicos a los que se limita la posibilidad de conocer sus raíces elementales. Su sedimento de siglos. Por poner un ejemplo fácil: de qué le sirve a un joven visitar el museo del Prado si desconoce los mitos y personajes que figuran en la mayor parte de los cuadros.
                                          
                                                       
                 Hagan una prueba. Yo la hice, y todavía me tiemblan las manos. Pregunten a una docena de chicos de quince años, formados en esa ESO nefasta que nos legaron los infames Maravall y Solana, con la complicidad posterior de tanto idiota y/o cobarde responsable de Educación -que cada uno se adjudique el adjetivo adecuado- y el remate de los analfabetos que legislan desde Bruselas, cómo se tomaba la vida Job, qué lamentaba Jeremías, qué es multiplicar panes y peces o qué efecto produjeron las trompetas de Jericó. Aunque tampoco crean ustedes que lo de Religión es para tirar cohetes. Que eso garantiza nada. En este mundo descafeinado y edulcorado que ofrecemos a las criaturas, algunos consideran que ya han cumplido con ponerle el Moisés de Disney a los niños. Los más osados van por ahí, figúrense, por ese registro de perfil bajo: pajaritos y flores en el Edén, Ruth y Booz bailando entre espigas de trigo, José perdonando a los hijoputas de sus hermanos. Cosas así. A ver qué profesor tiene huevos, con los papás y los políticos y la sociedad de ahora, a contarles a los niños que Judith degolló a Holofernes tras echarle un polvo, que Noé no habría pasado un control de alcoholemia, que Abraham quiso dar matarile a su nene, o que Sansón, ciego por culpa de un malvado putón verbenero -me sorprende que las ultrafeminatas radicales no hayan exigido todavía borrar tal episodio de la Biblia-, se suicidó llevándose por delante a toda la peña de filisteos y filisteas. Que ésa es otra.
               Pero bueno. Ni siquiera Disney, oigan. En lugar de aprender esas y otras cosas apasionantes o divertidas en clase de Religión, los niños van en masa a la de Alternativa, a tocarse las pelotillas -o su correspondiente, las niñas- haciendo manualidades y chorradas. Perdiendo el tiempo de forma miserable. Eso sí: disfraces y fiestas de primavera, de verano, de otoño, de invierno, Halloween y cuanta estupidez se ponga a tiro, no se pierden ni una. Hasta el pavo de Acción de Gracias empiezan a comer en algunos colegios -que hay que ser gilipollas- aunque los enanos no tengan ni idea de qué agradecer, ni a quién. Por lo demás, sobre la asignatura de Alternativa puedo citar un ejemplo cercano, certificado: el curso pasado, a una sobrina mía -este año sus padres, agnósticos y de izquierdas, la han apuntado a Religión- le enseñaron a jugar al bingo. 

martes, 15 de enero de 2013

FOTOS DE LAS FIESTAS DE SAN ANTÓN. VISIEDO










                                                    

Se celebra el día 17 de enero.
Destaca la tradición de realizar grandes hogueras de leña en cada barrio en honor al santo, donde se juntan los vecinos y celebran cenas y cantos al calor de las brasas.
El primer día de la fiesta se celebra misa y procesión. El segundo día, los mozos y 'quintos' se disfrazan y con un carro engalanado para la ocasión y con caballerías y con flores se va por todas las casas a pedir torta, longaniza y vino que, por la tarde, en el baile, se reparte entre todos los asistentes.
También se celebra el 'baile del chapirón'. En este baile, los participantes se visten con campanas y danzan a su ritmo, con gran vistosidad y estruendo. En el 'baile de baras', los mozos se visten de 'zamarrachos', y armados con 'baras', se pegan entre ellos hasta 'romper baras', baile considerado por muchos como peligroso pero que supone gran destreza par manejar las varas.