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viernes, 25 de enero de 2013

LA IMPORTANCIA DE LA CLASE DE RELIGIÓN SEGÚN PEREZ-REVERTE.-


                                            Me lo comentó el otro día una profesora que trabaja en un colegio laico, mixto, de excelente nivel y prestigio. Con vitola culta y liberal. De los veintitantos niños de ocho a nueve años que tiene en su clase, sólo dos cursan Religión como asignatura optativa. Y en el resto del cole, más menos. Casi todos los padres eligen para sus hijos algo llamado Alternativa. Eso me picó la curiosidad. Lo mismo me da para insultar a alguien el próximo domingo, me dije. Que en los últimos artículos me he amariconado mucho. Así que esta semana hice algunas preguntas y obtuve, como veía venir, apasionantes respuestas. Y conclusiones. La principal, básicamente, es que lo mismo con el Pepé, con el Pesoe o con la madre que nos parió, esto va a seguir siendo una puñetera bazofia para analfabetos. Porque seamos justos. Ni siquiera podemos echar la culpa a los planes infames de educación que unos y otros nos llevan asestando desde hace tiempo. Los primeros responsables, los culpables son los mismos papis. O sea. No sé si me explico. Somos nosotros.

              Imagino que a estas alturas de la página y sus titulares algún simple habrá pensado: vaya carca, el amigo Reverte, pidiendo el catecismo para los niños. Pero no estoy hablando de eso. Cuando lamento que los padres elijan para sus niños Alternativa en lugar de Religión, no añoro doctrina cristiana ni encaje de bolillos teológico. A mi juicio, la asignatura de Religión debería ser un espacio donde a un niño se le dotara de los mecanismos culturales adecuados para comprender el peso y papel de las religiones en el mundo: Islam, budismo, etcétera. Lo que se trajina. Lo que hay. Y también, naturalmente, el Cristianismo y el peso indudable que la Iglesia Católica, para bien y para mal, ha tenido en veinte siglos de civilización y cultura europea. En las bases de lo que algunos aún llamamos Occidente. Lo mismo que la cultura clásica, el Renacimiento o la Ilustración: somos Homero, Platón y la Enciclopedia tanto como los Evangelios y la Biblia. A ver de qué manera van a poder interpretar las claves de esa cultura europea, disfrutarla y aprovecharla, chicos a los que se limita la posibilidad de conocer sus raíces elementales. Su sedimento de siglos. Por poner un ejemplo fácil: de qué le sirve a un joven visitar el museo del Prado si desconoce los mitos y personajes que figuran en la mayor parte de los cuadros.
                                          
                                                       
                 Hagan una prueba. Yo la hice, y todavía me tiemblan las manos. Pregunten a una docena de chicos de quince años, formados en esa ESO nefasta que nos legaron los infames Maravall y Solana, con la complicidad posterior de tanto idiota y/o cobarde responsable de Educación -que cada uno se adjudique el adjetivo adecuado- y el remate de los analfabetos que legislan desde Bruselas, cómo se tomaba la vida Job, qué lamentaba Jeremías, qué es multiplicar panes y peces o qué efecto produjeron las trompetas de Jericó. Aunque tampoco crean ustedes que lo de Religión es para tirar cohetes. Que eso garantiza nada. En este mundo descafeinado y edulcorado que ofrecemos a las criaturas, algunos consideran que ya han cumplido con ponerle el Moisés de Disney a los niños. Los más osados van por ahí, figúrense, por ese registro de perfil bajo: pajaritos y flores en el Edén, Ruth y Booz bailando entre espigas de trigo, José perdonando a los hijoputas de sus hermanos. Cosas así. A ver qué profesor tiene huevos, con los papás y los políticos y la sociedad de ahora, a contarles a los niños que Judith degolló a Holofernes tras echarle un polvo, que Noé no habría pasado un control de alcoholemia, que Abraham quiso dar matarile a su nene, o que Sansón, ciego por culpa de un malvado putón verbenero -me sorprende que las ultrafeminatas radicales no hayan exigido todavía borrar tal episodio de la Biblia-, se suicidó llevándose por delante a toda la peña de filisteos y filisteas. Que ésa es otra.
               Pero bueno. Ni siquiera Disney, oigan. En lugar de aprender esas y otras cosas apasionantes o divertidas en clase de Religión, los niños van en masa a la de Alternativa, a tocarse las pelotillas -o su correspondiente, las niñas- haciendo manualidades y chorradas. Perdiendo el tiempo de forma miserable. Eso sí: disfraces y fiestas de primavera, de verano, de otoño, de invierno, Halloween y cuanta estupidez se ponga a tiro, no se pierden ni una. Hasta el pavo de Acción de Gracias empiezan a comer en algunos colegios -que hay que ser gilipollas- aunque los enanos no tengan ni idea de qué agradecer, ni a quién. Por lo demás, sobre la asignatura de Alternativa puedo citar un ejemplo cercano, certificado: el curso pasado, a una sobrina mía -este año sus padres, agnósticos y de izquierdas, la han apuntado a Religión- le enseñaron a jugar al bingo. 

martes, 7 de agosto de 2012

CARTA DE A, ARTURO P. REVERTE AL PRESIDENTE

A ver si lo he entendido, señor presidente... Hasta por morirme debo pagar un 21 %... A ver si lo entiendo. Insisto.Alemania tiene 80 millones de fulanos y 150.000 políticos. España, 47 millones y 445.000 políticos. Sin contar asesores, cómplices y colegas. O en Alemania faltan políticos, o aquí sobran. Si en Alemania faltan, apenas tengo nada que decir. Si en España sobran, tengo algunas preguntas. Señor presidente.

¿Para qué sirven 390 senadores (con la brillantez media y la eficacia política media de un Iñaki Anasagasti, por ejemplo)? Subpregunta: si un concejal de Villacantos del Botijo, por ejemplo, necesita contratar
a 15 asesores... ¿Para qué puñetas sirve ese concejal, aparte de para dar de comer a numerosos compadres y parientes?
¿Para qué sirven 1.206 parlamentarios autonómicos y 1.031 diputadosprovinciales? ¿Sabe usted lo que cobra toda esa gente? ¿Y lo que come?


Ese tinglado regional, repartido en diecisiete chiringuitos distintos,
duplicados, nos cuesta al año 90.000 millones de euros. Con ahorrar
sólo la mitad... Eche usted cuentas, señor presidente. Que yo soy de
Letras.
En vista de eso, ¿cómo es posible que el Gobierno de este putiferio de
sangüijuelas y sangüijuelos se la endiñe a las familias y no a ellos? Que en vez de sangrar a esa chusma, se le endiñe a la Dependencia, a la Sanidad, a la Educación, a la Cultura, al pequeño comercio? ¿A la
gente que de verdad lucha y trabaja, en vez de a esa casta golfa,desvergonzada y manifiestamente incompetente?


A ese negocio autonómico absurdo e

insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más de treinta años. 17 parlamentos, 17 defensores del pueblo, embajadas propias, empresas,
instituciones. Negocios casi privados (o sin casi) con dinero público.


El único consuelo es que a esa pandilla depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y criaturas
nuestras.Treinta años engordándolos con nuestra imbecilidad y abulia política.
Cuando no con complicidad ciudadana directa: Valencia, Andalucía...Con unos tribunales de Justicia cuando no politizados o venales, a
menudo lentos y abúlicos. El golfo, impune. Y el ciudadano, indefenso.


Esos políticos de todo signo (hasta sindicalistas, rediós) puestos en cajas de ahorros para favorecer a partidos y amiguetes. Impunes,todos.


Me creeré a un presidente de Gobierno, sea del color que sea, cuando confiese públicamente que este Estado-disparate es insostenible.Cuando alguien diga, señor presidente, mirándonos a los ojos, "voy a
luchar por un gran pacto de Estado con la oposición"; "me voy a cargar esta barbaridad, racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y necesario"; "voy a desmontarles el negocio a
todos los que pueda. Y a los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible"; "aquí hay dos autonomías históricas que tendrán algo más de cuartelillo, dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a Parla".


"Y el que quiera entrar en política para servir al pueb
lo, que se lo pague de su bolsillo".

Pero dudo que haga eso, señor presidente. Es tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como el PSOE lo es de la suya. Ese
toque de jacobinismo es ya imposible. Tiene gracia. No paran de hablar de soberanía respecto a Europa quienes son incapaces de ejercerla en su propio país. Sobre sus políticos. Dicho en corto, señor presidente:
no hay cojones. Seguirán pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán disfrutándolo los de siempre.


El negocio autonómico beneficia a demasiada gente. Usted, señor presidente, como la oposición si gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo fácil. A cargar a una población triturada, con cinco millones de parados, haciéndonos aun más pobres, menos sanos, menos educados. Hasta el ocio para olvidarlo y la cultura para soportarlo serán imposibles.

Así que cuando lo pienso, a veces se me va la olla y me veo deseando una intervención exterior. Que le vayan a frau Merkel con derechos históricos, defensores del pueblo, inmersiones lingüísticas, embajadas
y golferías autonómicas. De tanto reírse, le dará un ataque de hipo. De hippen, o como se diga allí.


Lo escribía el poeta Cavafis en Esperando a los bárbaros. Quizá los
bárbaros traigan una solución, después de todo. Para esto, que nos
invadan los bárbaros de una puta vez. Que todo se vaya al carajo y el
Sentido Común reconozca a los suyos. Si quedan.
Recristo. Qué a gusto me he quedado esta tarde, señor presidente. Lola
acaba de abrir el bar. Esta noche me emborracho. Como Gardel en el
tango. Fiera venganza la del tiempo. Parece un título de Lope de Vega.
Un tango adecuado para este pasaje".