lunes, 25 de febrero de 2013

LA LEYENDA TUROLENSE MEDIEVAL DE ALVAR Y SANCHA.-




        La historia de Álvar y Sancha acaeció en el Teruel de la Edad Media. 
     
        Ambos jóvenes, pertenecían a dos familias muy importantes de la ciudad, casi siempre enfrentadas por el dominio y control de la villa turolense: los Muñoz y los Marcilla. 

        
Álvar era un joven pendenciero, mujeriego, amigo de la bulla nocturna y un tantofollonero. De sus aventuras y desordenada vida estaba al corriente todo el mundo, hasta los propios Marcilla.

        Como a cualquier joven, le llegó también el momento de sentar la cabeza. Así que determinó cambiar aquel tipo de vida por otra más honesta y modélica.


        Pero tal cambio no tenía otra explicación sino la de sentirse enamorado, enamorado como cualquier joven de su edad. Se había enamorado de Sancha, la hija de los Marcilla. 


        Lo que para él era un simple enamoramiento, era algo bastante más complicado para su propia familia, pues así se lo explicaron cuando les comentó que se había enamorado de tal jovencita. 

       A pesar de todo siguió cortejando a escondidas a su amada y la pasión amorosa entre ambos fue creciendo día tras día. 
Entre tanto Álvar no cesó de insistir ante su propia familia hasta conseguir el consentimiento familiar para casarse con Sancha.
Peor le fue a la Marcilla, pues al enterarse su padre de que la cortejaba semejante elemento, le puso por guardián a una dama que no la dejaba ni a sol ni a sombra, toda vez que impedía cualquier intento de comunicación entre ambos.

       El ardiente enamorado, armado del poder que da el dinero para tales ocasiones, compró a la dama-guardián para facilitarle las citas con su amada.



       Pasados unos días, Alvar le propuso a Sancha huir lejos de la ciudad, a un lugar donde su amor fuera libre y no tropezase con ningún obstáculo. Ella accedió y juntos decidieron fugarse a las doce de esa misma noche. Cruzaron el portal de Zaragoza y tomando los caballos que les tenía preparados el criado de Alvar dieron comienzo a su aventura.

       Entretanto, el padre de Sancha habiendo echado en falta a su hija, presionó a la dama-guardián, que estaba al corriente de lo sucedido, hasta conseguir que confesara la fuga de los enamorados. Enterados los hermanos de Sancha, partieron en su busca, cual si de un rapto y afrenta se tratara. Y camino de Alfambra, a una legua de Teruel alcanzaron a los fugados. Tras rescatar a la hermana dieron muerte a Álvar dejándolo abandonado.


                   
       El Juez de Teruel, al enterarse de lo ocurrido, mandó prender y juzgar a los asesinos. Al destierro fueron condenados, y… a levantar una cruz al muerto en el lugar del crimen.

      Y así terminaron los trágicos amores de Álvar y Sancha, otros dos turolenses cuya trágica historia, siendo también trágica, no alcanzó la categoría de la de Los Amantes de Teruel.