PEIRÓN DE LOS MOZOS
El peirón
conocido como “de los mozos” es el más antiguo de la localidad y uno de los de
mayor calidad .Se halla ubicado a las afueras de la localidad, en el camino
hacia donde se cruzan la calle del Rosario y la calle del Carmen. Quizás se hacían rogativas los tres días previos a la Asunción,
cada día ante un peirón diferente. Fue trasladado a la plaza junto a la iglesia
cuando se restauró en 1990 según proyecto de Carmen Garzarán.
Su tipología es la habitual de las cruces de origen gótico
más comunes en el Maestrazgo y en el Bajo Aragón. Sobre una grada de tres
escalones de sección circular, se apoya una base octogonal sobre la que arranca
la esbelta columna también octogonal, su anchura se va reduciendo conforme
aumenta su altura. Lo remata un capitel de orden jónico de esmerada talla.
Sobre él se encuentra un prisma octogonal en el que aparece representado en
bajorrelieve un apóstol en cada una de sus ocho caras, rematándose todas ellas
por un sencillo tímpano triangular. La base de la cruz original, coronando el
peirón. Se trataba de la habitual cruz de doble faz en la que en una cara
aparece Cristo crucificado y en la otra la Virgen. Todo él debía alcanzar casi
los seis metros. Se trata de la monumentalización en piedra de las cruces
procesionales, repitiendo la misma disposición de Cristo y de la Virgen que
aparece en éstas. Este tipo tuvo mucha difusión en el siglo XV durante el
gótico. El peirón de los Mozos de Visiedo quizás se pueda datar en el siglo
XVI, pues la presencia del capital jónico y de los tímpanos triangulares “a lo
romano” parecen indicar cierta influencia renacentista. Su nuevo emplazamiento
ha propiciado un nuevo uso del peirón. Así en agosto tras al chupinazo que abre
las fiestas se procede a la puesta del pañuelico al peirón anunciando que la
población ésta en fiestas, en una clara importación de la tradicional puesta
del pañuelico al Torico en la Vaquilla de Teruel.
PEIRÓN DE LA CRUZ
CUBIERTA
En el antiguo camino hacia Perales, se sitúa
el magnífico peirón de la cruz cubierta o “peirón cubierto” como también se le
llama. Responde a la tipología poco habitual en la provincia, pues junto a la
cercana cruz cubierta de Perales con la que guarda innegable parentesco, no se
conserva ningún otro. Se trata de un templete con una planta cuadrada de 5 por
5 m y una altura de 5,5 m. Cuatro columnas de sillería sustentan una techumbre
de madera a cuatro aguas, cubierta con teja árabe. Las columnas poseen una base
cuadrada de la que parte un fuste ochavado para rematarse en un capitel también
cuadrado. Sobre las cuatro columnas aparecen una serie de poderosas zapatas en
las que apoya la techumbre de madera. Del elemento central sólo se conserva una
grada de tres escalones de sección circular. Fue restaurado en 1990 según
proyecto de Carmen Garzarán. Para determinar como fue el elemento central
tenemos dos referencias. Primero la descripción de 1722 en la que se dice: “al
salir del lugar azia Alamín esta un peiron o crucero cubierto con columnas y
tejado y el crucero con historias de piedra bien labradas a las cuatro caras de
lo dicho del pedestal en donde esta la cruz y dicho pedestal sobre gradas”.
Vemos como en el primer cuarto del siglo XVIII este peirón o crucero cubierto
junto al camino a Alamín, antiguo nombre de Perales, poseía sobre las gradas un
pedestal cuadrado en el que aparecían una serie de escenas. constesculpidas en
sus cuatro caras y sobre este se alzaba la cruz. Para saber lo que en ellas se representaba
habría que intentar localizar los restos que de ellas se puedan conservar.
Con este tipo de estructura se trataba, por un lado, proteger de las inclemencias del tiempo a la
cruz mientras que por otro se monumentalizaba el crucero. La espectacularidad
de esta cruz cubierta se ve afeada por las construcciones ganaderas que lo
rodean, desluciendo considerablemente el marco. Antes, los tres días previos al
día de Santa Cruz se iba en rogativa a las siete de la mañana, y ese día se
hacía desde él la bendición de los campos, costumbre que actualmente ha sido
desplazada por la bendición que se hace en el peirón de San Isidro, el día 15
de mayo.
PEIRÓN DE SAN
FRANCISCO O DEL CALVARIO
A las afueras de la
población, en el camino de la ermita de Santa Bárbara dirección Santa Eulalia
se encuentra el pilón de San Francisco, llamado popularmente como del Calvario.
Se trata de un peirón de notable nobleza, todo él realizado en sillería. Sobre
una grada de dos escalones de planta cuadrada se alza la base del fuste de
perfil cóncavo. En cada una de las caras del cuerpo del fuste aparecen labrados
tres cuadrados. Dos elegantes molduras delimitan la hornacina, que debía
cobijar una imagen exenta hoy pérdida. Según fuentes orales, en la hornacina
“se veía una especie de cuna”. Se corona con un chapitel piramidal de perfil
curvo rematado por una bola. Es muy posible que sobre la bola se alzara una
cruz metálica. Hace unos diez años fue alcanzado por un rayo afectando los
daños especialmente a la hornacina y el remate. Existe intención por parte del
ayuntamiento de restaurarlo. Este peirón se halla emparentado estilísticamente
con otros muy similares construidos en la zona a comienzos del siglo XVIII,
siendo prácticamente idéntico al peirón de San Antonio de Camañas fechado en
1719.
La denominación “del
Calvario” se debe a que hasta él se acercan el Viernes Santo en procesión, pero
su tipología es ajena a los típicos calvarios con sus estaciones. Su verdadera
advocación es a San Francisco, aunque no sabemos dilucidar, por el momento, sí
se trataría de San Francisco de Asís, por la fuerte presencia franciscana en la
localidad y el papel de esta orden en la popularizaron de los calvarios en las
comarcas turolenses desde finales del XVI (no en vano el franciscano padre
Selleras murió en esta localidad cuando predicaba la Cuaresma) o bien se pudiera tratar de San Francisco
Javier, santo que tenía una cofradía y un retablo en la antigua iglesia a
comienzos del siglo XVIII.
PILÓN DE LA VIRGEN DEL ROSARIO
Se halla en la calle del Rosario, adosado a
una tapia. Posee una pequeña base cuadrada ligeramente más ancha en la que se
asienta el fuste, también de sección cuadrada. Sobre éste se abre una capilla
ligeramente más estrecha que mira hacia el sur, recogiendo en su ángulo de
visión la mayor parte del pueblo. En el hueco de la capilla aparece una baldosa
cerámica con la virgen titular y se cierra con un alambrado. La base del remate
piramidal que aparece sobre ella es de similar anchura que la del fuste. Una
sencilla cruz de hierro forjado corona este pilón. Tanto la base como el fuste
aparecen encalados. Tuvo a sus pies dos escalones de color azul en los que los
devotos se podían arrodillar para rezar, que fueron eliminados no hace mucho.
El culto a la Virgen del Rosario es muy común en el valle del Jiloca a partir
de su difusión por los dominicos, en el siglo XVI. Procedente de la anterior
iglesia, destruida al ser utilizada por las tropas franquistas como polvorín,
se conserva una imagen de la Virgen del Rosario del siglo XVI. Antiguamente se
iba en procesión el día 7 de octubre. Sus características formales no aportan
mucho para poder datarlo.
El PILÓN DE SAN ANTONIO DE PÁDUA
Próximo al anterior
se encuentra el pilón de San Antonio, adosado a la misma tapia, pero orientado
hacia el oeste, viéndose desde su hornacina parte de la población y del término
municipal. Sobre una pequeña base cuadrada ligeramente más ancha, se alza un
fuste de igual sección. La hornacina abierta en la zona superior cobija un
azulejo con el santo titular, que no parece ser el original ya que se han
necesitado algunas baldosas blancas para completar el fondo del hueco. Sobre
ella aparece un chapitel piramidal, de escasa altura, rematado por una sencilla
cruz de forja. Antiguamente en honor de este santo franciscano se rezaba el
rosario delante del pilón y se le decía la novena, nueve días antes del 13 de
junio. Una mujer del pueblo se encargaba
de realizar los rezos, sin la presencia del sacerdote. En 1990 fue adecentado.
El actual pilón parece ser que se construyó hacia 1909. Su estado de
conservación es bueno, encargándose de su mantenimiento los vecinos de la
calle.
PILÓN DE SANTA MARÍA
Del pilón de Santa María, situado dentro del casco urbano,
en la calle a la que da nombre, no muy lejos del castillo, se dice que señala el lugar donde estuvo la ermita de
Nuestra Señora de los Ángeles, que debió ser la primitiva parroquia en la Edad
Media. Ejemplifica el tipo más generalizado entre los peirones de Visiedo:
sobre una grada cuadrada de dos escalones se alza su fuste, de sección cuadrada
también, que en este caso su base aparece pintada en color cemento mientras que
el resto del cuerpo aparece encalado; una moldura separa la capilla en la que
se abre una hornacina en cuyo interior se encuentra un azulejo con la Virgen y
el Niño, rematándose por un chapitel piramidal de escasa altura y una
interesante cruz de forja.
De mantener su
excelente estado actual se encargan los vecinos del barrio. Antiguamente el día
del Corpus se salía en procesión hasta este peirón. Tras la guerra civil,
cuando aún no se había construido la nueva iglesia y se utilizaban para el
culto las ermitas de Santa Ana y del Carmen, en todas las procesiones se
visitaba este peirón.
PILÓN DE NUESTRA
SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS
Allí donde la calle que lleva su nombre desemboca en el
camino hacia Rillo, se alza el pilón de Nuestra Señora de los Desamparados. Asienta
su base sobre una roca irregular. Su fuste de gran altura semeja un obelisco
cuya silueta sólo se ve interrumpida por una moldura sobre la capilla. Una
elemental cruz corona su cima. En la hornacina abierta hacia la población,
junto a restos de azulejos anteriores, aparece la titular y el rótulo “Ntra.
Sra. de los Desamparados”, y para que no haya ningún tipo de dudas sobre su
advocación, en la reja que la cierra aparece escrita con metálicas letras
dispuestas en diagonal la palabra “Desamparados”; todo ello parece que se
realizó en una reforma hacia 1970.
PILÓN DE SAN ISIDRO
Cincuenta metros más
allá, siguiendo el camino hacia Rillo se sitúa el pilón de San Isidro. Sobre
una grada cuadrada de un solo escalón se alza el fuste cuya base de igual
anchura que el resto del fuste ha sido subrayada en cemento apareciendo el
resto cubierto de yeso. La hornacina se abre hacia el pueblo. La remata una
chata pirámide coronada por una bella cruz, de apariencia solar. Se halla algo
deteriorada por los elementos. Al pilón de San Isidro se acude el 15 de mayo a
bendecir el término municipal. Antiguamente se hacía una rogativa el 3 de mayo
y se cantaban unas coplas al santo labrador. La festividad de este santo
madrileño que fue canonizado en 1622, coincide con las celebraciones romanas de
los idus de mayo. A él se le atribuye ser quien señaló el camino a los
cristianos para sorprender a las tropas musulmanas cruzando Sierra Morena. Este
espíritu de reconquista y cruzada propició su adopción y difusión generalizada
como patrón de los labradores durante el franquismo, pues con anterioridad la
devoción de los campesinos aragoneses se inclinaba por santos como San
Lamberto, San Fabián y San Sebastián o los propios San Abdón y San Senén, entre
otros.
PILÓN DE LA VIRGEN
DEL PILAR
Este pilón situado junto al pueblo, en el camino hacia
Alfambra, difiere ligeramente del tipo más habitual en esta localidad, ya que sobre una base cuadrada encontramos un robusto fuste
de sección circular, mientras que el cuerpo que alberga a la capilla vuelve a
ser cuadrado, rematándose con una aparatosa pirámide de perfil bulboso, que se
corona por una cruz similar a la de el pilón de San Isidro, perdiendo aquí su
encanto ante el brutal volumen del chapitel. Todo su perfil parece un atentado
hacia cualquier tipo de proporción o canon. La diminuta capilla que se abre,
hacia los campos dejando a su izquierda el pueblo, con un arco rebajado,
tampoco contribuye a darle más prestancia. Todas estas irregularidades lo dotan
de la contundente belleza de lo popular. La diferencia tipológica del pilón de
la Virgen del Pilar viene marcada por la propia advocación. El fuste al ser de
sección circular reproduce el pilar en el que se le apareció la Virgen al
apóstol Santiago en Zaragoza y al que debe su nombre. El 12 de octubre se acude
en procesión y se canta una salve.
PILÓN DE SAN ANTONIO ABAD
Algo más alejado del casco urbano, junto al mismo camino
hacia Alfambra se encuentra el pilón de San Antonio Abad. Repite el esquema de
la mayoría de los pilones de Visiedo: una base ligeramente más ancha que el
fuste; la capilla en este caso ligeramente más estrecha y remate piramidal
coronado por una original cruz de forja. En la hornacina, abierta hacia el
pueblo, aparecen dos azulejos, dedicados ambos al santo titular, un cuadrado y
otro en forma de rombo. Todo él parece fruto de una reforma no muy lejana.
Antiguamente se hacía una rogativa el día de Santa Cruz y se iba en procesión.
Este pilón también servía como punto de referencia en las carreras que se
hacían el día de San Isidro, pues el trayecto que los corredores debían realizar
a pie consistía en llegar hasta este peirón y volver.
PILÓN DE SAN RAMÓN
Junto al casco
urbano, a un lado del camino hacia Camañas se encontraba el pilón de San Ramón
del que sólo quedan los dos escalones de su grada cuadrada y parte de su fuste
realizado con piedra sillar de gran robustez, que hacen poco verosímil que su
deterioro se deba a causas naturales. Antes el día de Viernes Santo se paraba
delante de este peirón en la procesión del Calvario.
PILÓN DE SAN
CRISTÓBAL (NUEVO)
Próximo al casco urbano, donde el camino se bifurca hacia la
Dehesa, por un lado, y hacia la ermita de Santa Ana y Lidón, por otro, se
encuentra un pilón bajo advocación de San Cristóbal, construido sobre una tapia
de separación de campos. De planta cuadrada se remata con un chato chapitel
piramidal coronado por una excelente cruz de forja. La hornacina se abre con un
arco de medio punto, hacia el pueblo. El azulejo del santo titular, realizado
en cerámica de Manises, se protege por una reja forjada. Este peirón se
construyó en el cruce de los caminos en 1942, en recuerdo de Fermín Fernández,
desaparecido en la guerra civil, con la esperanza de que volviera con vida. El
original fue derribado en 1969 por un carro, siendo reconstruido en su actual
emplazamiento por la persona que lo tiró.
PILÓN DE SAN ABDÓN Y
SAN SENÉN
Situado, fuera del casco urbano, junto al camino que va hacia Fuentes se
yergue el pilón de San Antón y San Senén. Directamente sobre la roca asienta
una grada cuadrada de dos escalones, encima aparece un fuste, pintado
recientemente de color amarillo, en el que aparece incrustada una cruz de
madera. La capilla, ligeramente más ancha, abre su hornacina hacia el pueblo.
El azulejo donde se representa a los santos fue realizado por Punter, pero no
en la típica cerámica verdemarrón de Teruel, sino con una gama de colores más
amplia. Sobre ella el robusto chapitel piramidal se remata con una bella cruz
de forja. Fue restaurado hacia 1969 y a finales de los ochenta. En mi opinión
el azulejo de los santos debe proceder de la primera reforma. Este peirón es,
sin duda, el que mayor devoción concita entre los vecinos de Visiedo. También
se le denomina “de los Santos de la Piedra” y “de los Santicos”. La primera
acepción se debe a la leyenda según la cual “tras largos años de apedreo de las
cosechas se trajeron estos santos para conseguir que no apedreara tanto”. Estos
mártires de origen persa son venerados en muchas zonas de Aragón como los
grandes protectores contra los estragos del pedrisco. La segunda acepción hace
referencia, sin duda, a las dos imágenes dieciochescas que de estos santos se
veneran en la iglesia de esta localidad, ya que dado su carácter procesional
son de pequeño tamaño. En honor de estos santos se celebraba, con periodicidad
irregular, un dance el domingo siguiente de la Ascensión, previamente los tres
días anteriores se hacía una rogativa. Todos los años se les hace una novena,
misa y procesión .
PILÓN DE SAN
CRISTÓBAL
En la misma
dirección, al norte, sobre el cerro al que da nombre, se alza el pilón de San Cristóbal, dominando
un amplísimo panorama. Este estratégico emplazamiento mantiene la tradición
según la cual “las ermitas de San Cristóbal se alzaban en el cimas más altas de
los pueblos; así, los lugareños las podían ver desde que amanecía y se sentían
protegidos por el Santo durante todo el día”. En este caso el peirón de San
Cristóbal ha venido a sustituir a la ermita de San Cristóbal que había a media
legua de Visiedo hacia Rillo de la que se tiene costancia de su existencia a
principios del siglo XVIII. Se trata de un robusto peirón, cuyo fuste cuadrado,
realizado en ladrillo recubierto de cemento, arranca directamente desde el
suelo. Una pequeña capilla con un azulejo de Manises donde aparece el santo
titular se abre mirando hacia la población con la sierra Palomera al fondo. Se
remata con un chapitel piramidal muy plano en cuyo vértice florece una elegante
cruz de forja. Posee un aspecto macizo que lo hace visible desde lugares muy
alejados, convirtiéndolo en un punto de referencia sin igual dentro del término
municipal. Su actual estado se debe a la intervención que se llevó a cabo
entorno a 1973, que fue pagada por Antonina Campos y Modesto Martín. Aunque las
inclemencias del tiempo han dejado sus huellas en él.
PILÓN DE LA VIRGEN DEL
CASTILLO
Al sur, fuera del
casco urbano, en el pie del monte de Santa Bárbara, en el camino a Santa
Eulalia, donde se cruzan los caminos de esa ermita y el del monte Matamoros, se
encuentra el pilón de la Virgen del Castillo. Repite el mismo esquema de los
anteriores: con una base cuadrada ligeramente más ancha que el fuste, de igual
sección, en cuyo remate se abre la hornacina, en este caso subrayada por una
elemental moldura y coronada por un chapitel, muy chato en cuyo vértice se alza
una pequeña cruz de forja. Aunque parece que fue adecentado tras la guerra
civil en 1944 y más recientemente en 1985 necesitaría, al menos, una mano de
cal. La hornacina se abre al sur, teniendo en su campo de visión la ermita de
Santa Bárbara. En la actualidad el último viernes de agosto, al bajar de la
procesión a esta ermita, se para delante de un pilón y se canta la salve que
tradicionalmente se hacía el último viernes de junio. En la destruida iglesia,
la advocación de Nuestra Señora del Castillo poseía un retablo dorado, que era
de los mozos del pueblo y aún se sigue manteniendo que en las procesiones sean
los mozos quienes saquen a la Virgen del Castillo.