martes, 10 de julio de 2012

RELATO: EL BARCO DE MADERA


UN RELATO COSTUMBRISTA.-


         La última imagen que tengo del tío Lamberto es la de un hombretón siempre vestido con chaqueta y pantalón de pana, con unas manazas curtidas por el rudo y continuo trabajo en el campo. Colocado de pie, cerca de la ventana del comedor con la tez arrugada y la expresión seria, la mirada perdida  sin exteriorizar los sentimientos en ningún momento.

         Cuando irrumpí en la estancia, unas lagrimillas se le escapaban de sus acuosos ojos y descendían por las arrugas de su cara, alcanzando el barco de madera que me había prometido y al que estaba dando los últimos retoques y ya tenía la vela para colocarla en el palo mayor.

         Pero, cómo llegué  a percibir esa últimas imagen de mi tío, qué ocurrió para que se sintiese tan triste y desdichado. Volvamos al principio para averiguarlo.

         Mi familia siempre ha estado ubicada en una población rural aragonesa denominada “Lagunilla del Monte”. Se ha dedicado durante generaciones al trabajo en el campo, al duro trabajo de destripar los terrones para conseguir el milagro veraniego del trigo. Ni es una familia pobre ni acaudalada. Siempre se ha defendido y ha tirado “pa¨lante con mucho trabajo y el máximo ahorro. Yo soy el menor e cuatro hermanos y en casa vivo con mis padres, hermanos y el tío Lamberto, un solterón hermano de mi madre que ha estado siempre con nosotros.

         El problema surgió con nuestros vecinos, los “Porretas”. Fue un malentendido con unas tierras colindantes. Según mi familia, los vecinos se habían apropiado de una franja de terreno nuestra en la partida denominada “ El barco de las Vela”. La versión de la otra familia distaba mucho de nuestra apreciación y argumentaban que únicamente habían recuperado una tierra que el tío “Cascales” les había arrebatado unos años antes, concretamente recién terminada la Guerra Civil. El tío “Cascales” era el apodo con que era conocido mi abuelo por parte de padre. Hombre serio y trabajador como pocos pero con pocos amigos por su adusto carácter.
                                           

         La disputa llegó a mayores y se convirtió en la comidilla de todos los habitantes del pueblo, ávidos de alguna noticia que llevarse  a los chismorreos de las tardes sentados a la fresca. Todos comenzaron a tomar partido, unos a favor de nuestra familia y otros tantos se postularon en pro de nuestros adversarios.

         Ante la imposibilidad de un arreglo amistoso, la causa fue llevada por las partes al Juez de Paz de la localidad, quien dictó un auto de obligado cumplimento por ambas partes y que ambas partes obviaron nada más conocerlo.

         El escándalo salpicó a todos y en el caso de la chiquillería se estableció un bloque formado por chavales cuyos padres apoyaban a los Gimeno y otro compuesto por los que abogaban por nuestra causa. Por tanto la bola de nieve fue creciendo y los insultos y peleas por las calles eran debidos a un bando u otro entre los pocos indecisos que quedaban. Las burlas e insultos del principio  se trasformaron e n un odio visceral entre los dos bandos. Los recreos llegaron a ser auténticos campos de batalla, testigos de una pelea continua que se acentuaba a pasos agigantados y que nadie sabía o no podía detener.

         El único que podía interceder en el conflicto era el anciano maestro D. Marcelo. Era un hombre serio y prudente que se había ganado el respeto  y la admiración de todos. Durante la jornada escolar intentó en repetidas  ocasiones hablar con los cabecillas de ambos bandos, nos habló a todos de las consecuencias derivadas de la mala convivencia, nos puso ejemplos de todo tipo  sobre los desastres de la incomprensión... Pero no consiguió nada. El odio que destilaban nuestras miradas y nuestras acciones superaban con creces al respeto y admiración que sentíamos por el maestro.

         Ante la terquedad de todos los niños a causa de la rivalidad inciada por los mayores, el maestro citó una noche a los 2 cabezas de familia y sus hijos. Allí el maestro intentando crear un clima de aparente sosiego, nos dio una disertación acerca del respeto, la educación, el diálogo y el perdón, así como de las bondades de una sana convivencia entre todos los vecinos del pueblo. Cuando llegó el turno de palabra, cada una de las partes intentó defender su postura de un modo más o menos educado, sin perder las formas ante la autoridad del maestro, pero no por ello claudicando de sus ideas iniciales  y los argumentos esgrimidos eran siempre mantenidos por los interlocutores. Mientras los niños éramos unos meros espectadores que no entendíamos en demasía las palabras que allí se pronunciaban pero si que se quedaban en lo más profundo de nuestros cerebros. Únicamente nos mirábamos los unos a los otros de reojo y cuando nuestras miradas coincidían, unas espadas invisibles surcaban el aire y chocaban, lanzando destellos de odio en todas direcciones.

         Concluyó la reunión con buenas palabras del maestro y unos acuerdos verbales apoyados por todas las partes, pero en el aire planeaba un halo de venganza cada vez más fuerte.

         Nos fuimos cada familia por un camino diferente para evitar roces de última hora. Nosotros dimos un rodeo por algunas callejuelas haciendo tiempo para que la otra familia se refugiase en casa. Pero la otra familia debió pensar lo mismo y llegamos a nuestras  cercanas casas al mismo tiempo. Como era casi de esperar comenzó una discusión que pronto subió de tono y fue atrayendo a más y más vecinos, lo que incrementó el ruido. Las palabras pronto llegaron a ser insultos y los insultos se transformaron en violencia física. Se comenzó por empujones, sillazos, pedradas y se  terminó con las ropas de unos hechas jirones, las caras y cuerpos de otros magulladas... en fin toda una batalla campal.

         Pero todo se paralizó cuando oímos  tocar las campanas “arrebato”, es decir; unos toques rápidos y desacompasados que avisan a la población de un peligro. Era el Sr. Cura que, cansado de gritar a los contendientes, de invocar la paz en nombre del Señor, tuvo la idea de tocar las campanas. Se fue a la Iglesia y, ayudado por el alguacil, comenzó a bandear las campañas al unísono. Sólo dejó de tocar cuando vio que todos calmaron sus ánimos y dejaron de golpearse. Cada uno regresó a su casa, avergonzados unos, incrédulos otros y, los más, con ojos de ira contenida.

          La situación era insostenible, el problema había alcanzado unas cotas imposibles de contener, la convivencia  entre los vecinos era imposible y algo muy fuerte debía ocurrir para alcanzar una solución.

         Esta solución no se hizo esperar. Cierto día, se hallaba mi tío Lamberto en el campo recogiendo unas gavillas de paja precisamente en la finca de la discordia con mi padre y mis dos hermanos mayores, cuando fueron abordados por seis hombres de la familia enemiga. Al acercarse empezaron a insultarles y se produjo una corta pelea que fue ampliamente ganada por nuestros enemigos debido a superarnos en número. La paliza que recibieron los mayores sobre todo, fue brutal y el que salió peor parado fue mi estimado tío Lamberto que sufrió varios golpes en la “boca del estómago”.

         Vencidos y doloridos  regresaron  como pudieron a casa e, inmediatamente, tuvieron que avisar al médico debido a un empeoramiento del estado de salud de mi tío. Tras una primera exploración fue remitido al hospital de la capital de la provincia. Allí paso cuatro meses ingresado, debatiéndose entre la vida y la muerte al principio, puesto que llevaba varias fracturas en las costillas, un pulmón encharcado y el corazón a punto de colapsarse. Pero sus ansias de vivir pudieron más que los golpes y salió a flote, aunque con unas taras que lo privaron para siempre de volver a ser el más duro trabajador del pueblo. Únicamente podía dar algún paseo por los alrededores de la casa y, cuando su respiración se lo permitía, contarnos alguna historia de su juventud. Se volvió osco y gruñón, su carácter se agrió y sólo yo, como chico más pequeño y su ferviente admirador, conseguía sonsacarle alguna sonrisa que otra.

                                         
         El pueblo quedó avergonzado de su actuación y se refugió en la rutina diaria, con un profundo dolor en cada uno de los corazones de todos los habitantes, del que no se podían liberar por ese falso orgullo que impide a las personas  pedir perdón y reconciliarse con sus congéneres.

         Una grisácea tarde de final del otoño, salí de la escuela y tras tirar la cartera en un rincón, fui en busca  de mi tío. Lo encontré con su chaqueta de pana y esas lagrimillas discurriendo por su rugosa piel. -Mira chaval, (me espetó sin dejarme decir nada) te voy a contar una historia y te voy a encargar un trabajo antes de irme. Yo me senté en una silla perplejo por aquellas inesperadas palabras tan altisonantes. Él alargó su mano, me ofreció el barco y dijo: -Ya tengo tu barco terminado, tómalo. Sin darme tiempo a exclamar unas palabras de sincero agradecimiento por tamaño regalo, me contó la historia completa del desencuentro con la otra familia.. Al concluir con un fuerte “ Tu ya sabes el  resto”, me espetó:- Mira chaval el encargo que tienes es que, te cueste lo que te cueste, debes recuperar nuestra tierra.,pero nunca debes hacerlo  de forma violenta. Usa la cabeza. Tras culminar estas palabras mi tío se fue, se fue para siempre.

         Han pasado muchos años y todos vivimos fuera del pueblo y sólo regresamos a él algunos días durante el verano. La vida ha seguido allí de manera rutinaria y los pocos viejos que quedan, te recuerdan aquella historia como la madre de todas las batallas, si te identificas como el nieto del “tío Cascales”.

         El año pasado coincidí en la puesta de mi casa con “Lorencico” el hijo mediano de la familia rival. Tras un saludo de rigor y una charla convencional, hablamos del tema de las tierras, pero simplemente como un comentario sin relevancia, sin darle ninguna pista de mis intenciones.

         Durante mi estancia en Lagunilla me enteré  de  nuestros rivales pretendían vender sus tierras. Era la ocasión para cumplir el encargo de mi tío. Como nunca me venderían las tierras a mí, tuve que idear un plan para conseguir vencer su resistencia. En vez de figurar yo como comprador, establecí una Sociedad Anónina y nombré como responsable a un abogado amigo mío, especialista en todo tipo de transacciones inmobiliarias.
         Su gestión comenzó con varias visitas al pueblo, haciendo correr la voz de que una empresa estaba interesada en adquirir terrenos laborables para probar nuevas semillas fitosanitarias, que proporcionarían unas plantas de trigo y cebada más resistentes a las plagas y la sequía.

         Mi representante compro algunas propiedades y realizó algunas pruebas de labor con un par de agricultores locales. Este trabajo llevó a los  habitantes a creerse sinceramente que aquel trabajo iba en serio y fue la propia familia rival nuestra la que ofreció a mi representante sus tierras, convencidos de que al vendérselas a él no caerían en nuestras manos.  Entablaron  la negociación y tras muchos “tira y afloja” convinieron un precio que contentó a las partes. Tras mi aprobación, se llevó a cabo la compra-venta de toda la hacienda.

         Ahora mismo me encuentro en mi casa, un poco cabizbajo, pero con la satisfacción de la tarea realizada. Miro el barco de madera que talló para mi el tío Lamberto y le digo: “Tío, descansa en paz”, he realizado tu encargo, mientras paso la mano por la talla y me aparecen  unas lagrimillas de preocupación.





                                                                     Antonio Rubio

DIEZ APORTACIONES A LA EUROCOPA.-




10 curiosidades históricas sobre la Eurocopa. Para que paséis una competición agradable.

Como cada cuatro años, comienza uno de los eventos deportivos más esperados. Este año, la Eurocopa se celebrará en Polonia y Ucrania y todos los aficionados tienen las miras puestas en la selección española, que resultó ser la ganadora de la última edición. Para ir calentando motores, te contamos algunas curiosidades históricas de la competición europea:

- La primera edición de la Eurocopa, antes llamadaCopa de las Naciones de Europa, fue en el año 1960 y el vencedor fue la antigua URSS, que ganó a Yugoslavia por 2-1 en la final celebrada en París.
- En este primer evento la selección española no pasó de cuartos de final ya que, al no permitir Franco la entrada de la URSS en nuestro país para disputar el partido, el equipo de la antigua Unión Soviética pasó automáticamente a semifinales.
- La selección que más veces ha ganado este torneo es Alemania, con tres Eurocopas a sus espaldas (1972, 1980, 1996). Le siguen Francia (1984, 2000) y España (1964, 2008), con dos copas cada una.
- Hasta ahora, el mayor goleador de la Eurocopa es Michel Platini, con un histórico de nueve goles. En España, destaca David Villa, con cuatro goles, cifra que no aumentará en esta edición debido a una lesión que le alejará del campo de juego durante la Eurocopa.
- El jugador que más partidos ha disputado en la fase final, nada menos que 16, es el francés Lilian Thuran.
- En la fase de grupos del año 2000 la selección española protagonizó una gran remontada, ya que perdía por 3-2 contra Yugoslavia cuando comenzó el tiempo de descuento. En pocos minutos, España consiguió marcar dos goles y dar una vuelta histórica al partido.
- El partido del campeonato de Europa en el que más goles se disfrutaron fue precisamente el inaugural de 1960. En estas semifinales Francia y Yugoslavia se enfrentaron en un emocionante partido que finalizó en 4-5 a favor de Yugoslavia.
- Muchos partidos se han decidido en las tandas de penaltis. Uno de los más sonados fue la final de 1976, que enfrentó a Checoslovaquia y a la República Federal Alemana y que finalizó el tiempo de descuento con un 2-2. Los checos resultaron ganadores por 5-3 tras los penaltis.
- Jugar en casa no siempre te da ventaja. De hecho, solo en tres ocasiones el país anfitrión ha ganado el torneo: España en 1964, Italia en 1968 y Francia en 1984.
- Giovanni Trapattoni, actual entrenador de la República de Irlanda, se convertirá en el técnico más veterano de la historia de la Eurocopa con, como él mismo expresó, sus "73 años de juventud". El entrenador más joven del torneo fue Srecko Katanec, que a sus 36 años dirigió a la selección eslovena en el año 2000.

lunes, 9 de julio de 2012

viernes, 6 de julio de 2012

SANTA EMERENCIANA, PATRONA DE TERUEL. EL SEISADO


Emerenciana es una mártir romana, probablemente de la persecución de Diocleciano (304). Según la tradición, era hermana de leche de Santa Inés y sufrió el martirio tres días después que ella, cuando estaba rezando en su sepulcro, junto con un grupo de cristianos. En la edad media, parte de sus reliquias, fueron llevadas a Teruel, y se convirtió en patrona de la ciudad. Su fiesta se celebra el 23 de  enero.

          El origen de la tradición del Seisado se remonta al siglo XV y nació ante el temor a que en alguna de las epidemias que solían registrarse en esa época pudieran fallecer todos los miembros del concejo turolense. Para evitar el vacío de poder se decidió crear el Seisado, cuyos integrantes, en caso de que el concejo desapareciera, deberían asumir el gobierno de la ciudad.
          El Seisado está compuesto por seis matrimonios. Uno de ellos, denominado regidor, es el formado por el concejal turolense que se haya casado en último lugar. Los otros cinco se eligen entre las parejas que han contraído matrimonio eclesiástico católico durante el ultimo año. Para poder ser elegido es necesario ser católico, estar casado por esa iglesia y que al menos uno de los miembros de la pareja sea turolense. Desde principios de la década de los noventa, esta tradición se celebra dentro de las fiestas del Ángel


jueves, 5 de julio de 2012

LA VAQUILLA DEL ÁNGEL DE TERUEL.



       Las fiestas del ángel custodio están dedicadas al Santo Angel, patrono de la ciudad de Teruel y  rememoran la legendaria fundación de Teruel por parte de unos caballeros aragoneses tras tomar la fortaleza musulmana a la que les condujo un toro bravo. El festejo más popular es el toro ensogado, que corre por las calles entre los quiebros de los mozos, especialmente el del lunes. Pero sobre todo, es una fiesta popular y callejera, con actuaciones, bailes, jotas, dances, tracas de fuegos artificiales y vaquillas.

      En esta tierra   se le rinde culto anual en las fiestas de “la Vaquilla del Angel” al torico, que  se convierte en el protagonista de la vida turolense, un toro al que no se agrede, un toro al que no se daña, porque lo que importa no es acabar con su vida, sino afirmar la propia, demostrarse a sí mismo no ser menos; superar en bravura, destreza, fuerza y poder a esa fuerza de la naturaleza .

        En el curso de estos días, con los toros sueltos por las calles, los turolenses corren, persiguen, burlan y recortan, evitando la embestida de la fiera y, el ápice del riesgo y en la linde de la muerte, afirman estar vivos y proclaman su alegría de existir. Contemplar ese espectáculo acodado en una empalizada, en el alféizar de una ventana, o desde lo alto de un balcón, aboca a un abismo que nos enfrenta al más remoto pasado.

        Los  jóvenes que muestran su rebeldía enfrentándose al mito de la fuerza del toro, burlar al toro es librarse de su poder y de su fascinante hechizo.

                                       ORÍGENES DE LA VAQUILLA DEL ÁNGEL.-    


         La fiesta de los toros ha estado muy arraigada en Teruel desde los orígenes de esta ciudad. En el Libro Verde ya se relaciona a Teruel con el mito del toro. Varios son los testimonios sobre las fiestas de toros que dieron como resultado la Vaquilla del Ángel.

        Según Jaime Caruana, el 18 de junio de 1397 el rey Martín I el Humano, con motivo de su visita a la ciudad de Teruel, fue agasajado  con bailes, música, vino y un par de toros bravos que se corrieron por las calles turolenses. Los albaranes de la compra de dichos toros, con fecha 11 de junio de1397, todavía se conservan en el Archivo Municipal. Tal hecho bien pudo ser un precedente histórico de la actual Vaquilla, pues los tres ingredientes básicos no han cambiado.

        Todo parece indicar  que el origen de la Vaquilla se remonta a la Edad Media ya que todas las fiestas taurinas celebradas en Teruel durante los siglos XIII, XIV y XV ponen de manifiesto el gran arraigo de las mismas en esta ciudad desde los primeros siglos de su historia.

       Ramón Navarro, en su libro “Cincuenta años fiel a una afición”, expone: La fiesta, tal como hoy la celebramos, bajo el amparo del Santo Ángel de la Guarda, arranca de finales del siglo XIV merced a una donación hecha por el venerable Francés de Aranda (1356-1441) con el fin de que la carne de los toros corridos fuera a remediar el hambre de los pobres, repartiéndola preferentemente en los hospitales y entre los presos de las cárceles”. Las reses bravas, costeadas con la donación del ya mencionado Francés de Aranda y procedentes de una ganadería cercana a la capital, eran transportadas atadas con fuertes maromas a fin de evitar que se desmandaran. En su traslado, la gente que se encontraba por las calles de los distintos lugares por donde pasaban, amparados en la seguridad de las maromas, encontraba un aliciente emocional provocando a los astados. Los que conducían los toros aflojaban la cuerda, para que pudieran avanzar y asustar a la gente.

        En 1522, la festividad del Ángel Custodio, que se celebraba desde antaño el 2 de octubre, se trasladó al 6 de julio con el fin de dar realce a una fiesta que empezaba a tener mayor importancia. Los datos sobre este traslado de la fiesta se conservan en un misal gótico de la Diócesis de Zaragoza. Según la tradición  la Vaquilla del Ángel debe celebrarse el segundo domingo después de San Pedro (29 de junio), o el más próximo a San Cristóbal (10 de julio), pues así queda reflejado en el Libro Verde: “El segundo domingo después del día de San Pedro es el Ángel Custodio, hace fiestas la ciudad y las vísperas se dice una Salve a las seis horas de la tarde. Con la música córrese un toro, el cual tienen obligación de dar los carniceros”.



        Los primeros documentos en los que se habla de “La Fiesta del Ángel Custodio”, ya como algo tradicional, datan de los albores del siglo XVII, cuando en un escrito religioso se da cuenta de los honorarios de la misa, lo que queda ratificado en el libro de actas del Ayuntamiento, que hace referencia a las fiestas de 1621. Otra fecha interesante de este mismo siglo es la del 31 de agosto de 1679, cuando la ciudad de Teruel celebró con un toro ensogado la fiesta del casamiento del monarca Carlos II con María Luisa de Orleáns.

        Según Cosme Blasco, otra tradición que existió en Teruel era la siguiente: “ En el llano de San Cristóbal existía una ermita dedicada al mencionado santo, donde acudían los turolenses en romería y se corría un toro embolado llamado “Toro de la Ciudad”. En el siglo XVIII, una rica dama turolense, inspirada en la tradición de correr toros y celebrar las fiestas del Ángel custodio, tuvo a bien elegir la fiesta del Ángel para obsequiar todos los años a la ciudad con un par vaquillas o toros que eran corridos por la plazoleta de la Catedral, calles adyacentes y plaza del Mercado.

       Hasta 1880 dos fueron los toros que conformaban la corrida de la tarde del domingo y el lunes, siguiendo el ritual de que al menos uno de los dos toros había que llevarlo a dar lo que se llamaba la Vuelta del Ángel, la cual consistía en correr cada toro enmaromado saliendo del Mercado por la calle de los Amantes y pasando por la calle de la Constitución devolverlo al Mercado por la calle de la Pescadería. A esta fiesta se le adjudicó el nombre de La Vaca del Ángel. A partir de 1880, cuando esta dama ya no pudo costear el festejo el Ayuntamiento se hizo cargo del mismo. Junto a este festejo taurino, los otros actos festivos que se celebraron  fueron: la Salve de la víspera y la misa solemne del domingo.

         A partir de 1880, para conseguir el dinero de los toros, se empezó a celebrar lo que se llamó La Corrida de la Vaquilla del Ángel, lo que hoy es la actual merienda del domingo en la plaza de toros. Se siguieron comprando dos toros, de lo cual se encargaba la Comisión de Carnes, que actuaba como gestora de la fiesta. Esta comisión, integrada por los carniceros, se ocupaba de la subasta de las pieles y carnes, y de llevar la cuerda de los toros ensogados. La corrida de la Vaquilla del Ángel se realizaba el domingo por la tarde y en ella participaban novilleros en la lidia de los toros, que una vez toreados eran devueltos al corral. Para recaudar dinero para este festejo se introdujo la subasta de los palcos y una entrada simbólica para el resto del público. 

Hasta el año 1928 los toros ensogados eran trasladados por el puente de la Reina (primero uno y luego otro) desde la antigua plaza de toros (que se encontraba en el solar de la actual iglesia de San León Magno) hasta el corral de la Vaquilla o corral de Aguilar en la plaza del Seminario. Por la tarde se sacaban ensogados en la plaza del Mercado (Torico) y una vez devueltos al corral, se realizaba un descanso-merienda en la plaza del Seminario.

           En 1908, el Ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva, prohibió a la ciudad correr las vaquillas ensogadas por calles y plazas durante las fiestas del Ángel como consecuencia del maltrato que se propinaba a las reses. Algunos años más tarde la fiesta volvió a ser restaurada pero a principios de los años veinte de nuevo cayó en los excesos y a punto estuvo de ser abolida nuevamente. 

               En 1927, el general Primo de Rivera dictó la orden de suprimir la fiesta. Aquel año sí que tuvo que intervenir la fuerza pública, pues los turolenses se resistían a acatar la orden. Tres fueron los años que Teruel se quedó sin las Vaquillas, hasta que por fin el ministro de la Gobernación Miguel Maura permitió reanudar las fiestas en el año 1931, que esta vez sí que fueron más respetadas por los turolenses. 

          Durante la Guerra Civil la Vaquilla sufrió de nuevo un paréntesis. Finalizado el enfrentamiento volvió a resurgir la fiesta en el año 1941, pero esta vez con más fuerza e impulsada por unas peñas vaquilleras creadas para tal fin que son las que animaron calles y plazas. El número de toros fue aumentado a tres en 1945 y a cuatro en 1949, los mismos que se corren actualmente durante la tarde del lunes desde la Nevera hasta la plaza del Torico.

         Entre los años 1940 y 1950 aparecieron las primeras peñas vaquilleras, que fueron las encargadas de tomar las riendas de la fiesta. A partir de estos años el  grupo de Soga y Baga va tomando fuerza,  y se confeccionó el Reglamento Regulador de Soga y Baga de la Vaquilla del Ángel. Este  Reglamento fue aprobado por el Pleno del Ayuntamiento de Teruel en la sesión celebrada el día 25 de febrero de 1992.

           Llegados al año 1965, se unen las Ferias y Fiestas de San Fernando con los festejos de julio. En 1967 se funda la Asociación Turolense de Peñas Vaquilleras, que sólo tuvo dos años de existencia, y se suman algunos actos para dar mayor realce a la fiesta: el Toque del Campanico (que ya existía antes), la suelta de toros y vaquillas en la plaza de toros.

        En el año 1985 se inauguró el monumento a la Vaquilla del Ángel (obra del escultor turolense José Gonzalvo) y se recuperó el himno a la Vaquilla del Ángel con letra de Antonio Ubé y música de Antón García Abril. Por estos años nació también la Asociación Cultural Interpeñas la cual ha trabajado incansablemente por la fiesta hasta el día de hoy, incorporándole diferentes actos culturales: la Vaquilla infantil del lunes por la mañana, el nombramiento del Vaquillero del año, la colocación del pañuelo vaquillero al torico en la tarde del sábado…



         El Ángel y el Toro son los símbolos de nuestra fiesta, las peñas el colorido y la animación, pero la última palabra la tiene siempre el corazón del vaquillero.




FOTOS DE TERUEL.-



 Os presento unas fotos de la bella  "Ciudad de los Amantes".-































EL CIERZO VUELVE A SOPLAR.-

Comienzo de nuevo mi andadura por la red para contar todo aquello que me parece interesante reseñar sobre Teruel, Visiedo, actualidad, deportes... en definitiva, que el cierzo vuelve a soplar.