jueves, 15 de septiembre de 2016

SAINETE DEL BURRO POLÍTICO.-

              
  
Unos versos de Muñoz Seca que cobran total actualidad.

Sainete del burro político.

Tengo un borrico canelo
más sabio que un profesó,
con orejas de ministro
y ojos de gobernaó
Rebuzna como si fuera
diputao ministerial
y se come hasta el pesebre
como cualquier concejal.
Yo quisiera que a mi burro
lo sacaran diputao,
porque otros siendo más burros
a ese puesto ya han llegao.
Pero temo que de serlo
vaya a quedarme sin él,
porque como allí habrá tantos
no lo voy a conocer.

                                          ¡Y estos versos tienen más de cien años!

                                       LA HISTORIA  SE REPITE.

                        

miércoles, 7 de septiembre de 2016

LO QUE COSTABAN LAS COSAS ANTES DEL EURO.-

Se van a cumplir 16 años desde que entró el euro y los que recordamos el periodo anterior nos sentimos con derecho a quejarnos como en su momento les pasaba a nuestros abuelos Ellos nos contaban que iban al cine y a tomarse algo con 3 pesetas. Parecía imposible, y sin embargo la subida que se produjo a causa del euro fue mucho más rápida y dramática. Ahora nos damos cuenta de que los helados que parecían tan caros en la piscina nos resultarían tirados de precio. 

De un día para otro, muchas cosas cotidianas que costaban 100 pesetas (0,60 €) pasaron a valer un euro, una subida del 66 por ciento en bienes de consumo habitual. Pan,agua embotellada, tabaco... Salir a la calle parecía un robo, y tras todo este tiempo los ingresos de las familias no han cambiado tanto.

A finales de los ochenta, los 'polos' de naranja o limón costaban 15 pesetas, menos de 10 céntimos
Otros productos han mantenido o incluso bajado su precio. Entre la comida que ahora podemos permitirnos con más holgura que hace unas décadas están las carnes y los lácteos. La tecnología es mucho más barata en general, aunque por otro lado hay más aparatos que consideramos imprescindibles. Un alumno en el colegio sin ordenador tendrá problemas para seguir el ritmo de la clase, y si nos dejamos el móvil en casa nos sentimos casi desnudos. Además, nos vemos obligados a cambiar de teléfono a menudo, nada que ver con los primeros modelos que se comercializaron, muchos de los cuales aún funcionan. Lo mismo ocurre con las lavadoras o las televisiones, por obra y gracia del 'low cost'.
                                             
La ropa es también más económica, poniendo las cosas más fáciles a quienes tienen niños pequeños, que cambian de talla cada año. La calidad de la media de las prendas que compramos es otra historia, y la deslocalización de la producción crea probablemente más pobreza el tercer mundo de la que soluciona en el primero. A cambio de eso, ahora llegamos a pagar menos de dos euros por camisetas nuevas, unas 300 pesetas. Hechas salvedades como estas, hay muchas cosas que están objetivamente por las nubes... si las comparamos con los precios que vamos a ver.
Una nueva aplicación online para Reino Unido llamada Back in my days' ('En mis tiempos') ha reunido multitud de precios para que los usuarios puedan recordar lo que costaban ciertas cosas cuando ellos eran jóvenes. Eligiendo la zona del país y el año (desde 1917) aparece el sueldo medio, el precio de una vivienda, del coche, la gasolina, la cesta de la compra... Nosotros, entre la alarma y la nostalgia, hemos hecho una pequeña encuesta y hemos buceado un poco aquí y allá.
Aquí tienes el coste de algunas cosas significativas en 'nuestros tiempos', finales de los setenta, los ochenta y principios de los noventa.

Precios refrescantes
Refrescos de a peseta. A principios de los ochenta había unos sobres de bicarbonato con sabores que costaban eso, una peseta (0,006 €, ojo a los dos ceros). Otros lo llamaban "gaseosa de papelillo". La marca más famosa era El Tigre, que aún existe con una caja similar. 
Helados. Un Frigopie valía 40 pesetas (0,24 €) a finales de la década. En cuanto al Frigo dedo...
La cosa cambia. (fasebonus.net)
                        
Polos de naranja o limón. Eran helados de hielo sencillos, el bloque y el palito, y en el año 1985 u 86 costaban 15 pesetas, menos de 10 céntimos.
Pack de tres latas de atún. 179 pts. (1,076 €)
Pasta de dientes Colgate: 100 pts. (0,60 €)
Videojuegos. Cuando comenzaron, en la época de los Spectrum, un solo juego se valoraba hasta en 4.000 o 5.000 pts. (de 24 a 30 euros aproximadamente; el sueldo medio eran 30.000 pesetas).
Copas. A finales de los setenta, nos cuentan que se estabilizó durante un buen tiempo este precio: 50 pts. una birra (0,30 €), 100 pesetas los 'cubatas' (0,60 €), que por entonces aún se nombraban con la palabra completa, "cubalibres". Se usaba la misma expresión aunque fueran de ginebra en lugar de ron.
Cine. Un amigo consultado recuerda ir al cine a principios de los setenta y pagar 25 pesetas por una sesión doble dominical. Unos 40 céntimos de hoy. Aun con la subida de sueldos, no es de extrañar que ahora vaya menos gente al cine. A principios de los 90 eran ya 300 pesetas  en los cines de La Vaguada (1,80 €) en Madrid. Muy lejos de los precios actuales, en algunos cines y sesiones más de 9 euros.
                          
CD's 'originales'. La cultura en general nos cuesta menos desde internet, y demasiadas veces directamente dejamos de pagarla a sus legítimos autores y productores. Con todo, los precios de los CD's se resisten a bajar como el resto de artículos tecnológicos. Valían lo mismo que ahora (según la conversión a la entrada del euro), unas 3.000 pesetas (hoy las novedades están por los 18 o 19 euros). Los programas informáticos son ahora mucho más caros (un original llegó a bajar hasta las 900 pesetas para combatir la 'piratería'), pero la mayoría de las veces usamos copias gratuitas. 
Sobres de soldaditos. Un juego que ya se percibía barato en su momento y que daba para horas de diversión. En los setenta eran aún más baratos, pero en los ochenta los había desmontables por solo 25 pesetas (0,15 €). Que fueran sorpresa era aún mejor, y por esa inversión merecía la pena.
Abril de 1984.
                        
Gasolina. Una subida en el año 81 hizo llevarse las manos a la cabeza a los conductores. Uno de ellos nos cuenta: "Ese año estrené mi primera Vespa y llegamos al escandalosísimo precio de 80 pts. (0,50 €). ¡España se hundía!". Normal que tuvieran esa sensación, el litro de gasolina en la era del 'Seat 127' valía solo 20 pesetas, 12 céntimos de hoy. Además, se aparcaba en la calle sin pagar. Porque éramos menos, pero también porque tener coche no estaba al alcance de todos.
Recreativas. Los que tengan treinta y tantos recordarán jugar a las Tortugas Ninja o al 'Street Fighter' por 25 pesetas (0,15 €). Un amigo algo más joven recuerda que "echaba cinco duros y jugaba al futbolín, al 'Metal Slug' o al 'Cadillacs & Dinosaurs'. El billar era pizca más caro, 50 pesetas la partida" (0,30 €). Tras el euro, todo cambió. "El futbolín pasó a costar un eurazo, con mucha suerte 50 céntimos".
                        
Viaje de autobús. Otra colaboradora recuerda perfectamente que hacia el año '88 el viaje suelto valía 65 "pelas" (0,39 €) y el bonobús (diez viajes, y si no sabías esto eres demasiado joven para caernos bien) eran solamente 315 pesetas, menos de dos euros.
Tabaco. Esto nos cuentan del precio de este vicio tan de todos los días: "Cuando empecé a fumar, Fortuna, en el 94, valía 220 pelas" (1,32 €).
Café molido. El café Marcilla mezcla valía 139 pesetas (0,8 euros) en el supermercado Simago (o, como lo llamaban los chavales en Vallecas por lo fácil que era 'distraer' cosillas, el 'Simango'). Hoy, ni por diez veces eso te servirán una tacita. Si nos equivocamos en esto, por favor, direcciones de bares en los comentarios.


martes, 6 de septiembre de 2016

EL BARRIO DE LA JUDERÍA DE TERUEL.-



La Judería de Teruel está situada dentro del casco histórico de la ciudad de Teruel  y corresponde a la barriada donde, durante los siglos XIII, XIV y XV, vivió mayoritariamente su comunidad judía. Situada en el extremo oriental de la ciudad medieval, su centro geográfico está formado hoy día por la plaza de la Judería. Hoy día, el barrio mantiene perfectamente el urbanismo de origen medieval, con calles estrechas que se extiende entre el torreón de  Ambeles, el Tozal o antigua puerta de Zaragoza y  la Iglesia de San Pedro.
La ciudad de Teruel, fundada hacia 1170 por el rey Alfonso II, contó hasta su expulsión de 1492, con una importante comunidad judía, llegando a ser la quinta aljama judaica del Reino de Aragón  si se tienen en cuenta los impuestos que obtenía la Corona. Llegó a tener una población de 350 o 400 vecinos, cuya vida giraba en torno a la sinagoga , aunque también contó con varios oratorios privados financiados por familias ricas como los Najarí y los Abenmale, así como de una carnicería.

La llegada de judíos a Teruel se sitúa a partir de los años 1250, aproximadamente, siendo a partir de 1270 cuando se fechan las primeras referencias directas a vecinos turolenses judíos. Sin embargo, pronto se consolidará esta comunidad, puesto que en 1279 ya existía la sinagoga. El rey Pedro III apoyó directamente la instalación de nuevos pobladores judíos y musulmanes en la ciudad de Teruel. Hacia 1460 el barrio inicia un rápido declive debido a la emigración, consecuencia de la política antijudía de Fernando II, que culminará con la expulsión en 1492.
El barrio
 Está situado junto a las antiguas murallas, y se articula en torno a las actuales calles Ambeles, Judería, Valcaliente, Esteban, Horno, Caracol, Hartzenbusch, Aínsas y Comadre, algunas de las cuales se cruzan en la actual plaza de la Judería. Presenta una trama urbana de carácter radial, y ocupa la parte superior de una ladera en cuya cima se situó uno de los castillos que el Rey de Aragón tenía en Teruel, el llamado castillo menor o castro superiori judeorum, referencia directa a su proximidad con la judería.

Como consecuencia de la Guerra Civil, la mayor parte del caserío fue destruido, de ahí que una parte de los actuales edificios hayan sido construidos durante la segunda mitad del siglo XX. Si bien a nivel constructivo, apenas se conserva ningún edificio por las razones ya apuntadas, desde el punto de vista arqueológico la judería de Teruel constituye uno de los mejores conjuntos en Aragón. Ya a principios del siglo XX se produjo el descubrimiento del cementerio judío, que reportó un interesante ajuar de joyas, pero fue en 1978 cuando se llevó a cabo el descubrimiento de un amplio espacio subterráneo, identificado por entonces como la sinagoga. Sin embargo, las numerosas excavaciones arqueológicas realizadas en este sector de la ciudad han permitido descubrir y conocer una buena parte del barrio medieval, aunque la mayoría de estudios permanecen inéditos. Bajo la actual plaza de la Judería se han descubierto los restos de cuatro viviendas, que contaban con amplias bodegas subterráneas soportadas por arcos apuntados, construidas a partir de 1360 aproximadamente.

Actualmente, se trata de un barrio renovado y con mucha vida, gracias a su proximidad al centro de la ciudad.

JUDÍOS EN LA TECHUMBRE DE LA CATEDRAL La techumbre mudéjar de Santa María de Mediavilla constituye un observatorio privilegiado sobre la percepción que los coetáneos tienen de los judíos en el último tercio del siglo XIII, momento en que la comunidad es todavía incipiente. En una de las ménsulas, relativas al ciclo narrativo de la Pasión de Cristo, se representa a dos judíos, vestidos con ropa corta y manto largo con capucha, señalando al Redentor e implicándose a propósito en su muerte. La influencia de las órdenes mendicantes se plasma en el expresionismo grotesco de sus rostros, con un perfil nasal exagerado.

lunes, 18 de julio de 2016

AGUSTINA DE ARAGÓN. UNA HEROÍNA.-






Agustina de Aragón (1786-1857). Su verdadero nombre era: Agustina Raimunda María Saragossa Doménech, nació en Barcelona el 4 de marzo de 1786. Fruto del amor de sus padres, leridanos, del pueblo de Fulleda. Agustina se casó con 16 años, con Juan Roca natural de Figueras, militar destinado en Barcelona. Juan participó en muchas acciones bélicas en la zona de Barcelona, hasta que fue destinado a la guarnición de Zaragoza a la que le acompañó Agustina y el hijo de ambos de tan solo 4 años. 


Fue sin duda "Agustina de Aragón" una de las figuras más representativas de la resistencia del pueblo aragonés contra las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Su popularidad a partir del episodio del Portillo fue enorme, convirtiéndose en el gran símbolo hispano ante el ataque de las tropas napoleónicas, junto a otros muchos héroes de la mitología popular, considerados como los numantinos de los tiempos modernos al decir de Pérez Galdós: Aquellos paisanos medio desnudos, con alpargatas en los pies y un pañuelo arrollado en la cabeza... Agustina nació en Reus, falleciendo en Ceuta a donde se dirigió con el último de sus maridos. 

El 15 de junio de 1808, los franceses forzaron las entradas a la ciudad por la zona de Casablanca, intentando penetrar en Zaragoza entre las puertas del Carmen y del Portillo y en medio de un intenso ataque artillero, cerrándose el cerco por diversos puntos de la ciudad. El gran asalto del 2 de julio se centró, entre otras zonas, en el Portillo, donde la batería allí dispuesta había ido perdiendo uno a uno sus defensores. Fue entonces cuando hizo aparición la heroína "Agustina de Aragón", que tomando la mecha de las manos de un moribundo, disparó el cañón contra los atacantes, consiguiendo su retirada. 


Este hecho de "la artillera" es el que inmortalizó Goya en su serie de los Desastres  de la Guerra, con el grabado titulado ¡Qué valor!, en el que aparece la joven Agustina junto a la pieza de artillería disparada.

Agustina de Aragón significa, ante todo, un nombre más de la resistencia aragonesa ante Napoleón, al que acompañan el cura Sas, el padre Boggiero, el Tío Jorge, la condesa de Bureta, Casta Alvarez, Manuela Sancho... y una enorme lista de héroes anónimos compuesta por militares, campesinos, nobles y burgueses, ancianos y niños que opusieron sus cuerpos al disciplinado y bien pertrechado ejército francés.

Tuvo tanto eco la acción de la jóven Agustina que sólo tenía 22 años, que el propio general Palafox la condecoró y la nombró Artillera con sueldo de 6 reales diarios.

Intervino Agustina en otros episodios de los Sitios de Zaragoza, participando en la lucha por el convento de Jerusalén (y también en el Sitio de Teruel). Su azarosa vida le llevará todavía al Sitio de Tortosa, donde nuevamente fue hecha prisionera, escapándose más tarde.

Su arriesgada participación en la contienda le valió una pensión de 100 reales que le concedió Fernando Vll. Estuvo la heroína unida en matrimonio, primero con un militar, después, al darle por muerto, con el capitán Luis de Talarbe y, por último, con otro hombre de armas, Juan Eugenio Cobo de Belchite.

Falleció Agustina en Ceuta, en el año 1857. En el mismo año el Ayuntamiento zaragozano acordó trasladar su cuerpo, medida que no se llevó a cabo hasta 1870, descansando sus restos primero en el templo del Pilar y después, definitivamente, en la iglesia de Nuestra Señora del Portillo junto a otras heroínas locales Casta Álvarez y Manuela Sancho, mujeres con valentía y coraje que lucharon durante la Guerra de la Independencia.

También hay que destacar el ejemplar comportamiento y valor de María Agustín, la condesa de Bureta, Manuela Sancho y la Madre Rafols, además del general Palafox que declaró la guerra a los franceses y rechazó la rendición que le ofrecía el mariscal francés Lefreve.

domingo, 12 de junio de 2016

LEYENDA DE LA ENTERRADA VIVA DE ALFAMBRA.-


La leyenda de la enterrada viva de Alfambra cuenta cómo don Rodrigo, «hombre virtuoso y esforzado», se encontró un día con el joven rey moro y éste presumió de lo bien dotado que estaba sexualmente. «¿Qué te parece este dardo?», le dijo mostrando el tamaño de su pene, haciendo reír al conde. Al recordar después el encuentro, la risa le volvió a asaltar al conde, que acabó por contárselo a la condesa. Ésta «se hizo la desentendida», pero «enseguida envió su secretario al rey moro diciéndole que estaba enamorada de él».
El rey moro, muy contento, urdió entonces un plan. Dio al intermediario un narcótico para que se lo colocara a la condesa bajo la lengua. Así fue cómo ésta pareció estar muerta durante días.
El conde, viendo que aún seguía caliente, se resistió a enterrarla durante tres días, pero cedió al ver cómo no reaccionaba ni siquiera cuando le echaron plomo derretido en la palma de la mano.


Esa noche, el intermediario la desenterró y, quitándole el narcótico, la llevó hasta Camañas junto al rey moro. Solo la pareja y el alcahuete conocían el secreto. A los servidores de la casa del rey moro se les dijo que éste había pagado 12.000 doblas por esa mujer traída desde tierras lejanas.

Ocho meses después, un cristiano que había presenciado cómo le fue horadada la mano a la condesa la reconoció en Camañas y fue con el cuento a Alfambra.

 El conde acordó entonces una estratagema con sus soldados y se presentó disfrazado de pobre ante su esposa. Ésta lo delató y entregó al rey moro, pero cuando la comitiva se dirigía a un cerro para ejecutarlo, los soldados de don Rodrigo atacaron por sorpresa. El señor de Alfambra fue liberado y al rey y la reina, quemados en Peña Palomera.